La Corte eligió el silencio, aunque los "supremos" se saben apuntados uno por uno por Cristina Kirchner
Silencio. La Corte Suprema de Justicia de la Nación eligió el silencio para amortiguar las críticas más feroces que le dedicó Cristina Kirchner desde que ocupa la vicepresidencia. No se salvó nadie: ni los dos magistrados que nombró Mauricio Macri, ni los que designó su marido Néstor Kirchner. A todos los roció de críticas flamígeras, incluida Helena Highton de Nolasco, que llegó al máximo tribunal de la mano de Alberto Fernández, cuando era jefe de Gabinete. Toda una señal para quien quiera verla.
En los despachos de la Corte, la carta de Cristina Kirchner circuló con sordina. Los jueces prefirieron no hacer comentarios, pero su contenido caló hondo. Algunos funcionarios asociaron estas expresiones con el nerviosismo de la vicepresidenta porque la Corte no resolvió ninguno de los recursos que elevó contra las causas de corrupción que enfrenta.
Dicen que es una reacción porque teme. No fue que la Corte dejara firme la condena contra Amado Boudou lo que la enfureció, creen algunos funcionarios de la Corte. En cambio, apuestan a que le preocupó la sentencia que confirmó la continuidad del caso de los cuadernos, que pensó que podría favorecerla y que ahora quedará en la Corte. Este embate puede ser una medida preventiva.
La carta de Cristina Kirchner llegó a una Corte dividida, donde los jueces se siguen mirando con desconfianza por peleas internas. Quizás esta embestida externa produzca un efecto no deseado y sume armonía interior en la cabeza del Poder Judicial.
Sorprendió la misiva porque Kirchner tiene interlocutores que conversan con algunos de los jueces de la Corte. Son charlas razonables, donde esos funcionarios son escuchados y sus posiciones tenidas en cuenta. Por eso esta ruptura total fue sorpresiva.
Sin embargo, hubo otras miradas más políticas que relacionaron la embestida con una sucesión de ataques ocurridos en el último año. Se trata de expresiones que van escalando, in crescendo, como preparando el terreno para un ataque frontal contra el máximo tribunal.
En la oposición creen que detrás de la carta de Kirchner se viene una andanada de pedidos de juicio político contra los jueces de la Corte, no con la firma de la vicepresidenta, sino de los colaboradores que suelen interpretar sus deseos políticos. A este recurso siempre se le puede sumar un proyecto de ley que regule el funcionamiento de la Corte y cree tribunales intermedios, como sugirió la comisión de juristas expertos que integró entre otros, Carlos Beraldi, abogado de Cristina Kirchner.
Las críticas, uno por uno
Juntos por el Cambio mira la jugada de afuera, aunque con la idea de que "a esta Corte hay que cuidarla", porque saben que es el último reaseguro frente a cualquier avance que altere las reglas del sistema republicano, según expresan sus dirigentes. Y al mismo tiempo sacan cuentas: a la oposición no hay nada que le convenga más que una temporada de conflicto entre la Corte y la vicepresidenta.
La carta de Cristina Kirchner fue quirúrgica con cada juez. Sin nombrarlos por su apellido, apuntó y disparó uno a uno. De Ricardo Lorenzetti le criticó haber posado junto a Claudio Bonadio y al exjuez Sergio Moro, de Brasil, que encarceló a Lula da Silva. Y dijo que Lorenzetti en una reunión de jueces federales les garantizó que iban a ser confirmados todos sus fallos. Lo ungió como el líder del lawfare. "Lawfare al palo, escribió".
De Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, nombrados por Macri, dijo que fueron elegidos por decreto de necesidad y urgencia. Puntillosos, funcionarios de la Corte recordaron que no fue un DNU sino un decreto mediante el cual los designó en comisión, cuando el Senado estaba en receso, y que ninguno de los dos magistrados firmó un papel hasta no tener acuerdo del Senado. A Rosenkrantz lo castigó especialmente por su paso por la actividad privada y sus clientes y su elección como presidente. A Rosatti, exministro de Justicia de Néstor Kirchner, lo criticó por cómo llegó al tribunal junto con Rosenkrantz. Podría decirse que fue el que quedó mejor parado.
Mencionó sin nombrarlo a Juan Carlos Maqueda, a quien no fustigó explícitamente, aunque si con guiños políticos. "Histórico dirigente político del peronismo cordobés, propuesto por el Dr. Eduardo Duhalde", le reconoció como toda virtud.
Se detuvo sin embargo en Helena Highton de Nolasco. "La otra integrante que Néstor propuso, no solo no renunció a su cargo al cumplir los 75 años de edad –como lo hiciera el Dr. Zaffaroni–, sino que además recurrió a un juez de primera instancia para que le permitiera permanecer en el cargo en acuerdo con el Gobierno de Cambiemos –que no apeló aquella resolución judicial– y en abierta violación a la jurisprudencia de la misma Corte Suprema y a lo dispuesto por la Constitución Nacional". Fulminó a la jueza que hace gala de su bajo perfil y acompaña a las circunstanciales mayorías de la Corte, minimizando toda posibilidad de enfrentamiento con el Gobierno.
Por ahora, la Corte se mantiene en silencio, y –a excepción de un fallo en un resonante caso policial que debe dictar antes de fin de año– ya casi cerró la ventanilla por este 2020. Al menos hasta esta carta.
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