La contraofensiva: cómo fue la última operación de los Montoneros que reivindica Fernando Vaca Narvaja
Mientras los jefes de la organización permanecían en el exterior, centenares de militantes ingresaron por la frontera y cometieron atentados; los resultados ponen en duda el balance del exlíder guerrillero
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La reaparición de Fernando Vaca Narvaja, quien reivindicó y celebró como un éxito la contraofensiva de los Montoneros, no profundiza en las operaciones llevadas adelante en 1979 y 1980 contra miembros del equipo económico de la dictadura militar. Varios de los atentados fallaron en sus objetivos y la mayoría de los que intervinieron terminaron muertos.
Cuando lo más duro de la represión militar ya había pasado y también había quedado atrás el Mundial de Fútbol de 1978, los jefes montoneros –Mario Firmenich, Roberto Perdía y Fernando Vaca Narvaja- permanecían en el exterior y mandaron a la Argentina a militantes de la organización entrenados en Libia, en Siria y en el Líbano, fruto de los vínculos con Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación Palestina (OLP).
El objetivo era atacar al equipo económico que conducía José Alfredo Martínez de Hoz y debilitar al gobierno de Jorge Rafael Videla, con la idea –o la ilusión- de provocar una rebelión popular que sacara a los militares del poder y reivindicara las acciones de los Montoneros. Hay, incluso, teorías acerca de que la Contraofensiva fue el fruto de un acuerdo entre Firmenich y el almirante Eduardo Emilio Massera, el hombre fuerte de la Armada que en ese momento rivalizaba con el presidente Videla.
“Fue un fracaso evidente. No solo perdieron a casi todos los hombres que enviaron, sino que las acciones no influyeron para nada en la caída de la dictadura militar, que recién se produjo en 1983, un año después de la guerra de Malvinas. Videla entregó la Presidencia sin ningún problema en 1981, eligiendo él mismo a su sucesor, el general Roberto Viola. La contraofensiva había terminado hace rato”, evaluó el periodista y escritor Ceferino Reato, autor de “Los 70, la década que siempre vuelve”.
Para Carlos Manfroni, autor de “Montoneros: los soldados de Massera”, la contraofensiva fue el resultado de un acuerdo entre Firmenich y Massera, para contribuir al lanzamiento político del almirante, una vez alcanzado el objetivo de debilitar a Videla.
Los jefes montoneros se quedaron en el exterior, principalmente en Europa y en México. Enviaron cuadros que formaban las Tropas Especiales de Infantería (TEI). A partir de junio de 1979 actuaron, también, las Tropas Especiales de Agitación (TEA), para preparar el terreno, aunque no pudieron evitar las primeras detenciones.
El primer ataque fue la colocación de una bomba y una acción comando en el domicilio de Guillermo Walter Klein, a cinco cuadras de la residencia presidencial de Olivos, el 27 de septiembre de 1979. Klein era secretario de Programación y Coordinación Económica del equipo de Martínez de Hoz. Quedó bajo los escombros, al igual que su esposa y sus cuatro hijos, pero sobrevivieron, no así sus dos custodios. El artefacto explosivo había sido colocado el día anterior por un plomero que había sido llamado para arreglar una cañería.
“La policía tardó en llegar y los bomberos demoraron una hora y media”, recordó Manfroni, al dejar en evidencia posibles complicidades.
El 7 de noviembre interceptaron el auto en el que viajaba Juan Alemann, en pleno barrio de Belgrano, y dispararon una ráfaga de balas y un lanzacohetes. Alertado por el chofer, Alemann se tiró al piso y se salvó.
Seis días después, la contraofensiva logró su primer éxito. Atacaron al empresario Francisco Pío Soldati, al ametrallar el auto en el que se desplazaba, en Cerrito y Arenales. A pocos metros se encontraban las oficinas que había abierto Massera para promover su Partido por la Democracia Social. Para asegurar el resultado de la misión, una militante montonera bajó de una camioneta con una bomba, pero tropezó y le explotó en las manos. Sus compañeros huyeron por la Avenida del Libertador.
Tras la recuperación de la democracia, Firmenich fue juzgado por el homicidio de Soldati y el atentado contra Alemann. Condenado a 30 años de prisión, fue extraditado desde Brasil, durante el gobierno de Raúl Alfonsín. La sentencia fue confirmada por la Cámara Federal en 1989, pero el líder guerrillero fue luego indultado por el presidente Carlos Menem. Algunos sectores atribuyen esa decisión a un posible compromiso acordado por el apoyo económico que se habría dado en la campaña electoral.
Nunca se supo con precisión la cantidad de combatientes enviados por los jefes de la organización guerrillera. Pero varios de ellos murieron o desaparecieron durante la primera contraofensiva.
“A Montoneros, le gusta vivir en la penumbra. Firmenich reveló en un momento que eran menos de 100. Otros decían entre 200 y 300. Fue una irresponsabilidad total”, evaluó Reato. Entre las principales bajas de los Montoneros, cayó el comandante Horacio Mendizábal.
La segunda incursión fue a comienzos de 1980, pero el Ejército había tomado el control de la frontera, que antes estaba a cargo de la Armada, y frenó el avance de los militantes que intentaron retornar al país para una nueva operación. Varios de ellos desaparecieron. “Eran los que habían sobrevivido a la primera operación. Los mandaron a morir para que no hablaran”, señaló Manfroni, al poner en duda el resultado exitoso de la contraofensiva.
A fines de diciembre de 1979 se había detectado un guardamuebles en Belgrano, donde la organización guerrillera ocultaba armamento. Todo terminó en un incendio.
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