La comunidad mapuche, entre la ley y la violencia
Los sectores pacíficos temen que les saquen sus tierras por culpa de los más violentos
BARILOCHE.- "¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Saben?". Edith de Quintriqueo se acerca a la tranquera con paso cansino. Mira directo a los ojos. Desconfía. "Tenemos miedo de que nos saquen, nosotros vivimos hace mucho tiempo acá sin ejercer violencia", dice, y resopla, cuando finalmente abre las puertas del Lof.
En el lof Quintriqueo viven siete familias separadas por un laberinto de alambrados que se sortean sin más. Siembran huertas, cortan leña y crían caballos, ovejas, vacas y chivos. Destacan una amistad con "el Tata", el intendente del Parque Nacional Nahuel Huapi, Damián Mujica. Y desde hace una semana participan activamente de la "mesa de diálogo" donde se trata el conflicto territorial en Villa Mascardi con la comunidad Lakfen Winkul Mapu, denunciada por usurpación.
La comunidad Quintriqueo está emplazada dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, sobre el brazo Huemul del lago, entre Bariloche y Villa La Angostura. Forma parte de la Mesa de CoManejo, un "consorcio" donde desde el año 2000 las comunidades mapuches acuerdan pautas de convivencia con las autoridades nacionales. Aunque aún tienen reclamos pendientes, están reconocidos mediante una carpeta técnica realizada por el Gobierno. Tienen sus "papeles" al día.
"A estos árboles los plantó mi abuelo", repite, casi como muletilla, Artemio Quintriqueo y señala en dirección a los cerros a una vieja cabaña o "ruca" que, asegura, fue construida por sus antepasados. "Nos ofrecieron millones de pesos por este lugar, pero nosotros queremos la tierra", acota Edith, su esposa.
La comunidad mapuche estuvo dividida en dos dinámicas muy diferenciadas en los últimos años. En los 90, un importante grupo, de extracción rural, encaró un reclamo de territorios de forma negociada, mediante la aceptación del marco jurídico argentino. En el 2006 se sancionó la ley de comunidades indígenas 26.160, que fue prorrogada este año y que impide que sean desalojados.
En los últimos años, en tanto, brotaron nuevos grupos mapuches que optaron por tomas intempestivas de territorios, al margen de la ley. Son los casos de Resistencia en Cushamen (donde murió Santiago Maldonado) o del Lof Lakfen Winkul Mapu en Villa Mascardi (donde murió Rafael Nahuel).
La génesis de esos movimientos es, ante todo, social: en su mayoría, provienen de los barrios marginales del alto de Bariloche. Allí, en la pobreza, conviven changarines con malandras. Barrios como 34 Hectáreas, Pilar y Frutillar son ejemplos, al igual que el Barrio de la Virgen Misionera, donde vive la familia de Rafael Nahuel.
Diferencias
A pesar de que tienen claras diferencias, las comunidades hoy evitan mostrar fisuras hacia afuera. Pero al tiempo que reiteran el "respeto" por las distintas estrategias, los grupos reconocidos se despegan de los modos violentos de los grupos de extracción urbana, cuya figura más visible es Facundo Jones Huala.
"Nadie tiene el mapuchómetro. Si Jones Huala se autoproclama mapuche, lo respetamos. Nosotros podemos contar lo que hacemos en esta tierra, lo que hace Jones Huala no lo conocemos", explica Veronica Huilipan cuando interrumpe su trabajo en su huerta.
Cuestiona la estigmatización del Gobierno, al tiempo que rechaza reconocer a RAM como parte del pueblo mapuche. "No somos violentos", repite. En Bariloche nunca fueron identificados los autores de las quemas de los refugios de montaña Newmeyer y Jakob, que se adjudicó RAM.
De acuerdo con información de la Administración de Parques Nacionales a la que accedió este medio, dentro de la Mesa de CoManejo participan 17 comunidades, 10 en el corazón del Parque Nacional Nahuel Huapi (Quintriqueo, Quintupuray, Paichil Antriao y Machico, Wiritray, Maliqueo, Wenu Ñirihuau, Huenchupan, Calfu Gallardo y Buenuleo) y 7 en el Parque Lanín (Curruhuinca, Cayun, Lafquenche, Raquithue, Lefiman, Aigo y Ñorquinco).
El CoManejo tiene una "mesa política" que se reúne una vez por mes y donde se discuten conflictos jurídicos y pautas del uso del territorio. "Creemos que es posible que, mediante un diálogo institucional podamos desarrollarnos como comunidad, en equilibrio con los recursos naturales", explica Huilipan. Y remata: "Queremos sacarle un problema al Gobierno, porque no necesitamos un subsidio".
La convulsión que se vive por estas horas en Bariloche luego de la muerte de Rafael Nahuel dejó en alerta a todas las comunidades. La "mesa de negociación" entre mapuches, autoridades del Gobierno y el obispado, puso paños fríos en un clima de extrema tensión.
En paralelo, las comunidades mapuches realizan una intensa deliberación a puertas cerradas, porque deben saldar conflictos territoriales internos. Según pudo conocer LA NACION, el predio de Villa Mascardi está reconocido, en los papeles, para la comunidad Wiritray, aunque en la práctica, ese grupo no hace un uso físico del lugar.
La comunidad Lakfen Winkul Mapu, en tanto, tomó ese terreno semanas atrás porque hay una machi, una joven consejera espiritual de 16 años, que señaló a ese predio como el indicado para "levantarse", un ritual trascendental en la cosmovisión mapuche.
Las comunidades aún deben resolver ese conflicto interno. El contexto también los forzará a optar por uno los dos caminos: el de la conciliación con la ley argentina o el más extremista e intransigente.
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