La CGT se despereza de un letargo de 100 días
Reunirá a su consejo directivo tras un largo receso; presión de Moyano y los piqueteros para llamar a un paro en marzo
La CGT lleva un trimestre sin reunir a su consejo directivo. Bajó la persiana de 2018 en noviembre, después de pactar con el Gobierno y los empresarios el pago de un bono de $5000 para compensar la inflación y la devaluación del peso. Desde entonces, hubo tibios mensajes por carta para exigir una mejora en el salario mínimo y rechazar cualquier intento de reforma de la ley laboral. Nada más.
Después de 100 días de letargo, en los que algunos de sus principales dirigentes pasaron sus vacaciones en el invierno boreal o en las playas de Punta del Este, la mesa chica de la CGT se reunirá la semana próxima para convocar a fin de mes al consejo directivo. Será el primer encuentro oficial del año.
El primer debate interno será bajo presión. Los sindicatos cegetistas más díscolos se agruparon recientemente para reclamar un cambio de autoridades e intentar desplazar a Héctor Daer y Carlos Acuña, los sobrevivientes al triunvirato de mando que nació en 2016. Juan Carlos Schmid , la pata restante, renunció en octubre pasado por diferencias con sus compañeros de ruta. Schmid cree también que es momento de barajar y dar de nuevo. Resulta difícil que se concrete en medio de un año electoral , cruzado de intereses y sin una estrategia común entre los sindicalistas.
Además de sus cortocircuitos internos, la CGT deberá fijar con celeridad una postura ante las presiones de otros sectores para levantar la guardia en rechazo de los aumentos tarifarios, la caída del empleo y los numerosos intentos oficiales de avanzar como sea en modificaciones de los convenios colectivos de trabajo en tiempos de recesión.
Las tres vertientes de la CTA, los movimientos sociales y la izquierda empujan un paro general para marzo. Hugo Moyano reforzará esa intención el jueves próximo, en un acto en Ferro, en el que se mostrará como líder de la Multisectorial 21-F, en la que confluyen las CTA, movimientos sociales, la ONG La Alameda y gremios que comulgan con el kirchnerismo.
Moyano abonará la idea de que la protesta piquetera del miércoles último y las marchas contra "los tarifazos" que se dieron en el verano fueron el campanazo de largada de una serie de conflictos sociales y sindicales que recién comienza.
La pasividad de la CGT encuentra una explicación en el calendario electoral. Los sindicalistas están desorientados, sin un candidato presidencial capaz de reunirlos bajo un mismo techo. Esquirlas de la interna peronista.
Cristina Kirchner divide aguas: hay dirigentes que prefieren la continuidad de Mauricio Macri antes que su regreso. Surge hoy una mayoría de gremios que trabaja para fortalecer Alternativa Federal y sueña con llegar a las primarias de agosto con una fórmula competitiva integrada por Massa-Pichetto o con Roberto Lavagna . Son los nombres que más se repiten durante las charlas de café.
En medio del ajedrez electoral, despunta un reducido grupo de sindicalistas que impulsa otro debate: que la política avance por otro carril diferente al sindical. Es decir, que sean los políticos quienes resuelvan las candidaturas y los sindicalistas los que se ocupen de las demandas laborales.
Levanta esta bandera Schmid, quien rechazó ser candidato a diputado por Santa Fe. "La elección embarra la cancha", suele decir el portuario, que encabeza la estratégica confederación del transporte. Los transportistas también están en pie de guerra: descartan cambios en los regímenes jubilatorios del sector, una pulseada que les valió más de un encuentro con el secretario de Trabajo, Lucas Fernández Aparicio.
La llegada de Aparicio en reemplazo de Jorge Triaca no fue tomada con agrado por Daer y Acuña. El primero, referente de "los Gordos" (grandes gremios), conservaba una relación cercana con Triaca. El segundo, que responde a Luis Barrionuevo, perdió interlocutores e influencia. El disgusto de los jefes cegetistas se comprobó cuando se enteraron de que Aparicio se había reunido en secreto con los Moyano antes que con la CGT. Egos y desconfianzas aún no resueltos.
Cuando la CGT vuelva al ruedo, Daer pretende darle prioridad al debate sobre el empleo. Sorprendió entre los gremialistas la dura posición que adoptó la Unión Industrial Argentina (UIA), cuyo presidente, Miguel Acevedo, reconoció más de 100.000 despidos durante el año pasado y aventuró un escenario económico con índices poco alentadores para 2019.
De manera desarticulada, algunos gremios de peso cerraron filas para oponerse a la modificación de los convenios colectivos. Los últimos en plantarse fueron Hugo Benítez, jefe de los textiles, y Pablo Moyano, el dos de camioneros. Dante Sica todavía guarda bronca por el revés después de varios encuentros con los empresarios de ambos sectores. El ministro de Producción y Trabajo, sin embargo, ya preparó la réplica: le dio a Macri los lineamientos del proyecto de ley de blanqueo laboral para que los anuncie el 1° de marzo, en la apertura de sesiones legislativas. El blanqueo es uno de los capítulos de la frustrada reforma laboral que se intentó en 2017 y 2018. ¿La tercera será la vencida?
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