La CGT apura la definición de una huelga para evitar más fugas como la de Moyano
Con el riesgo de quedar más debilitado ante la cada vez más acentuada atomización sindical, el triunvirato de mando de la CGT daría hoy el primer paso para activar un paro general durante la segunda quincena de septiembre.
La hoja de ruta de protestas, en rechazo al rumbo económico de la gestión de Mauricio Macri , se debatirá en un plenario de secretarios generales que se desarrollará en el gremio de La Fraternidad. El encuentro escenificará como pocas veces la división sindical, ya que no asistirán los sectores disidentes, a los que se sumó anteayer Hugo Moyano , al retirar a los camioneros del consejo directivo de la CGT.
El 22 de agosto de 2016, cuando surgió el triunvirato, votaron 1582 congresales sobre un total de 2191. En cantidad de gremios fue así: se unieron 124 sobre 213 confederados. Es decir que quedaron afuera 89 gremios. Hoy, la cifra de los que están alejados podría crecer a partir de la salida de los camioneros, pero también por las frustradas negociaciones entre la cúpula cegetista y dos bastiones de peso: la Corriente Federal, que encabeza el bancario Sergio Palazzo, y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), cuyo referente es el taxista Omar Viviani.
Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, dos de los tres jefes de la CGT, plantearán hoy la necesidad de avanzar hacia otra huelga, que sería la cuarta contra el gobierno de Macri. Héctor Daer, el otro miembro del triunvirato, también estaría decidido a poner la guardia en alto, aunque en su sector ("los Gordos") hay dirigentes más mesurados que prefieren insistir en el diálogo, antes de enfrentarse abiertamente a la Casa Rosada. Uno de ellos es el mercantil Armando Cavalieri, quien deberá renovar su mandato en un mes, en una elección que está nublada por las irregularidades en los padrones que presentó en la Justicia su opositor.
También el grupo de los autodenominados "independientes" impulsa una postura más pasiva. En este espacio figuran los estatales Andrés Rodríguez y José Luis Lingeri, y Gerardo Martínez, de la Uocra. Los "independientes" y "los Gordos" formaron parte de la tropa de ocho sindicalistas que sellaron hace tres semanas una suerte de "pacto de gobernabilidad" con cuatro funcionarios de alto rango en la quinta presidencial de Olivos.
"El Gobierno nos pidió que le pongamos el hombro a la situación, y eso estamos haciendo. Casi todos firmamos salarios a la baja, aceptamos el 15% y no armamos quilombo", dijo a LA NACION uno de los asistentes a la cumbre de Olivos, donde fueron recibidos por Marcos Peña , Mario Quintana , Fernando de Andreis y Jorge Triaca .
Ese dique de contención ya sería incontrolable para los equilibristas de la CGT, ante la caída de los indicadores económicos y la suba del dólar y la inflación. El lunes pasado, en la reunión de consejo directivo, algunos dirigentes dieron cifras sobre el empleo. El textil Hugo Benítez, por ejemplo, dijo que perdió 8000 puestos de trabajo en dos años.
"El paro es ahora la única salida posible para que la CGT no se quiebre", reconoció ayer uno de los tres jefes de la central obrera. Apoyarían la postura de Schmid y Acuña los sindicatos del transporte y el puñado de gremios que supo jugar como aliado del moyanismo. Ya barajan la tercera semana de septiembre como fecha posible del paro, que, esta vez, podría contemplar una movilización a la Plaza de Mayo.
Los disidentes ya advirtieron que no convalidarán el plenario cegetista de hoy. Viviani envió un mensaje que avivó la interna, al hablar de "halcones y palomas". Sin embargo, desde su mismo espacio, surgió una voz conciliadora: "La situación económica del país amerita que nos unamos. Si miramos para atrás, el pasado nos divide. Hay que mirar para adelante".
La Corriente Federal, en tanto, exhibió ayer su poderío al reunir en el gremio de los pilotos a unas 70 organizaciones gremiales. Pablo Biró, el anfitrión, juntó en una misma mesa a Moyano y al mecánico Ricardo Pignanelli. Acordaron enviar a un grupo de dirigentes a entregar un documento con su postura: convocar a un recambio urgente de las autoridades de la CGT y activar un plan de lucha.
"El Gobierno no puede ignorar a la CGT. Después del paro del 25 de junio ni siquiera nos convocó. Si ahora no hay una solución, después de un paro debe venir otro de 48 o 72 horas y seguir así hasta que haya resultados", desafió Biró, quien logró además el apoyo de todos los gremios aeronáuticos.
La salida de los camioneros del consejo directivo de la CGT aceleró la interna por el control de la central obrera. Moyano siguió los pasos de la Unión Obrera Metalúrgica y de la Asociación de Médicos, que también retiraron a sus representantes del consejo directivo, descontentos con el triunvirato de mando.
En las próximas semanas podrían tomar el mismo camino el sindicato de Peajes, Canillitas y Ceramistas. La intención de fondo será vaciar de poder al triunvirato. En este contexto, la unidad sindical se anticipa como una utopía. Ni siquiera otro paro los uniría fugazmente.
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