La CGT activa el primer paro contra Javier Milei y se moviliza al Congreso para rechazar la ley ómnibus
La huelga comenzará a las 12 y será para rechazar el DNU y el mega proyecto que impulsa el Gobierno; calculan reunir 200.000 personas y hay tensión por el protocolo antipiquetes
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Con apenas 45 días en la Presidencia, Javier Milei afrontará su primer gran desafío sindical. La CGT, con la adhesión de las dos vertientes de la CTA y de la izquierda, activará este miércoles un paro general de 12 horas con movilización al Congreso de la Nación en rechazo a las primeras medidas que impulsó la gestión libertaria a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) y de un megaproyecto de ley cuyo tratamiento legislativo se anticipa tenso y con desenlance abierto.
El reclamo sindical, que cuenta con el respaldo político del peronismo y las fuerzas de izquierda, representará un desafío adicional para el Gobierno en lo relativo a su intento de neutralizar las protestas callejeras a través del protocolo antipiquetes. Los organizadores se comprometieron a no interrumpir el tránsito vehicular y acordaron con las autoridades del Ministerio de Seguridad porteño ubicar un escenario a unos metros del Congreso. Oficiarían de oradores Héctor Daer, Pablo Moyano y Carlos Acuña, integrantes del triunvirato de mando de la CGT. Los tres llamaron a “voltear” el DNU y el proyecto de ley, además de lanzar amenazas para aquellos legisladores que avalen las iniciativas. No se descarta que se sume algún orador de la CTA o un representante de los movimientos sociales. El epicentro del reclamo no es casual: los manifestantes buscan condicionar a los legisladores que apoyen la ley ómnibus que el oficialismo considera clave para el futuro de su gestión y que apuesta a aprobar esta semana en Diputados.
La tensión y la desconfianza guiaron el vínculo entre Milei y los gremios desde que el libertario venció a Sergio Massa en el balotaje presidencial. Se abrió inicialmente un canal de diálogo entre la CGT y el ministro del Interior, Guillermo Francos, pero la letra chica del DNU presentado a fin de año dinamitó los puentes. El avance de Milei con la reforma laboral por decreto fue considerado una provocación para los gremios, que sintieron amenazados por primera vez en mucho tiempo su poder de representación y recaudación. Hubo un intento de renegociar, a través del mercantil Armando Cavalieri y la minista de Capital Humano, Sandra Pettovello, pero el enfrentamiento ya estaba abierto. El capítulo laboral del decreto 70/23 quedó suspendido hasta tanto se expida la Corte Suprema después de una seguidilla de fallos judiciales en instancias inferiores que la dirigencia cegetista consideró como un triunfo propio. Así y todo, la CGT mantuvo en pie la huelga. Ahora, la pulseada por la ley ómnibus se traslada al Congreso, donde la CGT y las dos CTA tienen algo de influencia en los bloques ligados al peronismo y en los cinco legisladores de la izquierda.
La huelga se activa en un contexto de inflación desbocada, con paritarias permanentes, y con el Gobierno dispuesto a avanzar con un ajuste del gasto público, que contempla fuertes caídas en el poder adquisitivo de los montos de los planes sociales y el salario mínimo, y también de las jubilaciones. Como réplica al desafío sindical, el secretario de Trabajo, Omar Yasin, congeló el llamado al Consejo del Salario para elevar el sueldo básico, hoy en $156.000.
Además, Milei pretende restituir el impuesto a las Ganancias a partir de los salarios superiores a $1.350.000, lo que abriría un foco de conflicto adicional con los gremios de personal con salarios más altos, como bancarios y transportistas. Se trata del mismo tributo a los salarios que Milei, como diputado nacional, votó en contra para eliminarlo. Eran tiempos de campaña electoral. Ahora, con este atajo, el Presidente busca compensar la caída en la recaudación de las provincias y garantizarse su apoyo a la ley ómnibus.
Por la huelga, habrá diferentes actividades que tendrán afectado su normal funcionamiento. El transporte público de pasajeros prestará servicios hasta las 19 horas con la intención de garantizar el traslado quienes quieran participar de la protesta. Es decir, no habrá colectivos, trenes ni subte solamente entre las 19 y las 24. En la ciudad y en la provincia de Buenos Aires la atención al público en los bancos será hasta las 12, y en algunos comercios y fábricas podría haber reducción de la jornada laboral. Habrá retrasos en los vuelos comerciales y la recolección de residuos se hará después de la medianoche.
En lo que representa un inédito récord, los gremios esperaron apenas un mes y medio para rechazar el rumbo económico y político de Milei. Expresarán su malestar con una movilización cuya convocatoria podría estar alrededor de las 200.000 personas, según los organizadores.
La cantidad de manifestantes pondrá a prueba el operativo de seguridad que coordinarán las fuerzas porteñas con las federales, a cargo de Patricia Bullrich. Pablo Moyano, uno de los jefes cegetistas, dijo que va a ser “incontrolable la cantidad de laburantes que se van a movilizar”, y aseguró que el protocolo antipiquetes es “imposible”. “¿Cómo metes a los cientos de miles de manifestantes? ¿A upa me llevo 40 mil camioneros, en fila india?”, desafió el sindicalista. Sin embargo, sus colegas de la cúpula de la central obrera, se comprometieron por escrito a no cortar calles y evitar que se interrumpa el tránsito.
Desde el Gobierno relativizaron el impacto que tendrá el paro general. El Presidente dijo que representa “la Argentina decadente” y vinculó a los sindicatos con el kirchnerismo. Además, a través de su vocero, amenazó con descontarles el sueldo a los empleados estatales que adhieran a la medida. Desde UPCN y ATE, los dos gremios mayoritarios de la administración pública, rechazaron la advertencia. De hecho, ATE, de un perfil más combativo, ampliará a 24 horas la jornada de protesta.
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