La Casa Blanca le abre las puertas al Gobierno, pero la crisis impone sus límites
Joe Biden recibirá en tres semanas al presidente Alberto Fernández y en Washington creen que continuará el respaldo de EE.UU. ante el Fondo, pero los avatares domésticos complican el desarrollo de una agenda bilateral más ambiciosa
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WASHINGTON.- La crisis que desató la renuncia de Martín Guzmán generó encendidas advertencias en Estados Unidos, donde inversores y analistas en Washington y en Nueva York ven que los tiempos se aceleran, y auguran un deterioro mayor y más veloz en la economía. Con ese trasfondo, el presidente Joe Biden recibirá a fin de mes a Alberto Fernández para un encuentro que, por ahora, mira más allá de las necesidades más urgentes del país y el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el último dique de contención. El mundo pide gas y alimentos y la Casa Blanca le abre las puertas a la Argentina, pero la crisis impone ineludiblemente un límite a esas oportunidades.
La reunión llega en momentos en los que el gobierno de Biden tira líneas y busca socios para amortiguar el golpe de la guerra en Ucrania, que desató una crisis energética –el gas natural es el nuevo petróleo en la geopolítica– y una crisis alimentaria que agravaron el rebrote inflacionario global de la postpandemia. La Casa Blanca ha puesto el foco de la agenda bilateral en alimentos, energía, cambio climático y derechos humanos.
En el gobierno de Biden existe una “actitud positiva y constructiva” y un muy buen clima para el encuentro cara a cara entre los mandatarios, y la Argentina tiene un papel que cumplir en la estabilidad regional, remarcan fuentes oficiales. Es una reunión que la Casa Rosada buscó desde el inicio de la gestión de Alberto Fernández, y que llega justo en el momento más difícil de su presidencia. En Washington creen que Biden ha dado sobradas muestras de su voluntad para ayudar y mantener las mejores relaciones posibles con el Gobierno, pese a las diferencias y los cortocircuitos, y nadie espera que ahora le suelte la mano y retire su apoyo –crítico– ante el Fondo.
“El equipo de política exterior de Biden claramente no quiere drama en su relación con la Argentina”, indicó Benjamin Gedan, director del programa de América latina del Centro Woodrow Wilson, quien trabajó la agenda del primer encuentro de Barack Obama y Mauricio Macri en la Argentina, en 2016.
“Eso significa que Estados Unidos probablemente seguirá apoyando a la Argentina en el FMI, incluso si el país no cumple ni siquiera con los requisitos relativamente modestos de su programa. Es probable que la Casa Blanca comparta la opinión del FMI de que un incumplimiento dañaría tanto al Fondo como a la Argentina”, apuntó.
La ministra de Economía, Silvina Batakis, se encargó de ratificar el rumbo económico y el compromiso del Gobierno con los objetivos del plan, un mensaje que llegó hasta la administración de Biden, y, también, al Fondo Monetario, en el primer contacto que Batakis tuvo con Georgieva y el staff. Pero analistas y economistas consideran que las metas actuales del programa son incumplibles sin un ajuste más profundo. Batakis dijo que “habrá modificaciones” al plan. Georgieva advirtió que pueden ser necesarias “acciones dolorosas”.
Ya antes de la renuncia de Guzmán y el último azote de los inversores, el Fondo calculó que el Gobierno debía hacer un ajuste interanual en el gasto real cercano al 8% en la segunda mitad del año para poder cumplir el acuerdo. El Fondo y Guzmán habían acordado un menú de “medidas compensatorias” que incluían ajustes en las transferencias a las provincias, las empresas públicas, los subsidios al transporte y una “priorización” del gasto en obras públicas. El Fondo también le había bajado el pulgar a la nueva moratoria previsional que impulsó Cristina Kirchner en el Senado al afirmar que era una iniciativa “costosa”.
Ese panorama empeoró todavía más con la ola de ventas de bonos y el cierre del mercado de deuda en pesos, única ventana que el Gobierno tenía para financiar el déficit sin recurrir a más emisión del Banco Central. Ante esa cruda realidad, la incógnita es cómo intentará el Gobierno en las próximas semanas flexibilizar todavía más el programa con el Fondo para obtener un poco más de margen en las cuentas públicas. En Wall Street, hay quienes creen que el Gobierno se verá forzado a devaluar, una movida que el oficialismo rechaza.
Gedan consideró que la crisis y el caos en la economía impiden desarrollar una agenda más ambiciosa con Estados Unidos. Idealmente, señaló, la reunión bilateral produciría estrategias para aumentar la producción argentina de energía y alimentos para ayudar a resolver las crisis mundiales, pero esas industrias se han visto afectadas por una política económica “errática”, describió. La Argentina podría exportar gas de Vaca Muerta, pero carece aún de la infraestructura necesaria. El gobierno de Biden respaldaría inversiones en energías renovables en el país, pero, nuevamente, “las condiciones macroeconómicas son inhóspitas”, apuntó Gedan.
“La tecnología nuclear de la Argentina también podría ayudar a enfrentar la crisis climática. Pero con la Argentina coqueteando con otro colapso económico, la conversación en el Salón Oval podría ser breve, enfocada principalmente en un apoyo limitado y de corto plazo para mantener a flote a la Argentina, como el apoyo de Estados Unidos para que haya flexibilidad en el FMI”, redondeó Gedan.
El Gobierno y la Casa Blanca terminarán de pulir la agenda y los eventuales anuncios durante las próximas tres semanas, un plazo que, en el marco de la crisis en el país, puede ser a una eternidad.