La Cancillería designa a Alejandro Alonso Sainz como nuevo embajador en España

En medio de las febriles, discretas y hasta ahora infructuosas tratativas para intentar liberar al gendarme Nahuel Gallo, retenido en alguna prisión de la Venezuela chavista, la cancillería que encabeza Gerardo Werthein completará un casillero clave. Por decisión del canciller y con un guiño de la Casa Rosada, el diplomático de carrera Alejandro Alonso Sainz será el nuevo embajador argentino en España, cubriendo la vacancia dejada a principios de mes por Roberto Bosch, que llegó a ese puesto luego de cumplir funciones como número 2 de esa sede diplomática, a las órdenes de Ricardo Alfonsín, embajador en ese país durante el gobierno de Alberto Fernández. La designación será oficializada en las próximas horas.

Con ocho años consecutivos como cónsul argentino en Barcelona, Alonso Sainz tuvo bajo su área a cerca de 150.000 argentinos que viven en su jurisdicción, que abarca Cataluña, pero también Valencia, Aragón, Andorra, Castellón, Huesca, Zaragoza y Alicante. Fanático del boxeo y el fútbol, el nuevo embajador llegará a la embajada en Madrid-según fuentes oficiales-para “ordenar el lío” dejado por Bosch, que acumuló algunos tropiezos que le hicieron perder puntos y confianza a los ojos del Presidente y su círculo más cercano.

Uno de los más recordados, por cierto, fue definir como “de carácter privado” una visita presidencial a España, en la que Milei participaría de una reunión organizada por el partido de ultraderecha Vox, y su líder, Santiago Abascal, un encuentro en el que Milei calificó de “corrupta” a la primera dama española, Begoña Sánchez, y generó una escalada diplomática que terminó con el retiro de la entonces embajadora de España en Buenos Aires, María Jesús Alonso. Molestos por tener que dar explicaciones, en la Casa Rosada responsabilizaron de aquel “error” al embajador Bosch, y aunque evitaron hablar de desplazamiento, ya comenzaron a tenerlo bajo sospecha.

Mientras el presidente socialista Pedro Sánchez decidía el regreso de su embajadora, el Gobierno sostuvo a Bosch, que también participó de aquel encuentro partidario organizado por Vox. La Casa Rosada también lo respaldó luego de dar explicaciones al canciller español José Manuel Albares, enojado por las declaraciones de Milei. El enojo y la tensión-ambos países se reclamaban disculpas-recién el mes pasado, y en el contexto de una reconciliación formal, llegó a Buenos Aires el nuevo embajador en España, Joaquín María de Arístegui Laborde, quien fuera recibido por Werthein en el Palacio San Martín, y el lunes estuvo en Casa Rosada para entregar sus cartas credenciales al Presidente.

En relación a Bosch, en ámbitos diplomáticos recordaron que su extensa carrera dio un salto cuando terminó la gestión de Alfonsín como embajador del gobierno del Frente de Todos. Respaldado por la entonces canciller libertaria Diana Mondino, Bosch logró quedarse en España, y a la vez ascendió al primer despacho en esa sede diplomática. La caída de Mondino, echada por Milei por el voto en contra del embargo a Cuba en Naciones Unidas, dejó a Bosch sin respaldo, por lo que la Cancillería decidió su regreso a Buenos Aires.

Luis Kreckler, asesor

Con “el celular del Presidente” siempre a mano, Werthein también avanza, a marcha lenta, con la anunciada reestructuración de la Cancillería. Para la tarea de ordenar el frente interno, el canciller convocó a Luis María Kreckler, diplomático de extensa carrera, hoy cónsul en San Pablo. Desde el Palacio San Martín contaron a LA NACION que Kreckler ya “asesora” al canciller en lo relacionado a convenios internacionales, y también en “repensar el organigrama y modernizarlo”, por el momento sin definiciones.

Embajador en Brasil durante el gobierno de Cristina Kirchner, y en Alemania y China durante la gestión de Cambiemos, Kreckler recaló en San Pablo durante el gobierno del Frente de Todos, mientras Daniel Scioli, hoy secretario de Ambiente, Turismo y Deporte, era embajador en Brasil. En su visita a Brasil, la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, quedó más que conforme con la actividad del cónsul, que según contaron fuentes oficiales “logró sentarla con los empresarios más importantes” en cuestión de días. “Kreckler vino por uno o dos meses, después se vuelve a San Pablo”, afirmó una fuente diplomática que conversa con el canciller.

Conocidos desde hace tres décadas, Werthein y Kreckler comparten la visión de la diplomacia como vehículo para “vender” la producción argentina al mundo. La diplomacia empresarial: una nueva forma de política exterior, es precisamente el título de un libro escrito por el cónsul en San Pablo en 1997, en la etapa final de la década menemista.

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