La Cámpora y el Instituto Patria: diferencias de táctica y objetivos entre las dos usinas ultrakirchneristas
La agrupación de Máximo Kirchner camina más cerca del territorio y del Gobierno, imbuida de pragmatismo; contraste con las proclamas del think tank que creó Cristina
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En 2019, el otrora petit hotel de Rodríguez Peña y Bartolomé Mitre era un hervidero político. Cristina Kirchner tenía su oficina en el primer piso, Máximo Kirchner, su búnker en el segundo y en la planta baja trabajaba activamente Oscar Parrilli. El Instituto Patria era el corazón del kirchnerismo y el lugar donde se cocinaba la aglutinación del peronismo detrás del Frente de Todos. En ese mismo lugar, a fines de 2017, se había producido la impensable reconciliación de la expresidenta con Alberto Fernández.
Hoy, el Instituto Patria permanece prácticamente desierto. La pandemia le quitó la presencialidad a los cursos de formación y las charlas militantes -que se mudaron a videoconferencias cerradas- y solo Parrilli, su presidente, trajina de vez en cuando el palacete con un puñado de colaboradores. El lugar también quedó debilitado de musculatura política e institucional: devenido en think tank de las posturas más radicalizadas del oficialismo (y aunque muchas veces sus proclamas se hacen sentir en los despachos del Gobierno), allí ya no se diseña el armado de las listas, ni se participa de la mesa chica de la gestión.
Hoy Cristina recibe a sus interlocutores en su despacho del Senado y lo propio hace Máximo Kirchner en Diputados.
La Cámpora, que alguna vez usó a las instalaciones del Patria como su centro de operaciones, camina mucho más cerca del poder territorial e institucional, imbuida de pragmatismo. “Somos cosas distintas, con objetivos y métodos distintos. La Cámpora es un proyecto de masas territorial y un proyecto de poder. El Instituto Patria es una usina de pensamiento. Siempre va a haber diferencias de apreciación pero nos reconocemos en una misma conductora, que es Cristina”, describió a LA NACION un referente del camporismo.
Asuntos espinosos
Esas diferencias de “objetivo y método” entre la “orga” camporista y las filas del Patria muchas veces se corporizan en cuestiones de gobierno. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, que integra la plana mayor de La Cámpora, fue uno de los funcionarios más involucrados en la cuestión de la Hidrovía junto al Ministerio de Transporte, una dependencia que responde a Sergio Massa. “Wado partió de la realidad: articuló con los gobernadores y trabajó en un diagnóstico integral para ser más competitivos. Más allá de estatizar o no, la Hidrovía tiene que funcionar bien”, señalaron cerca del ministro.
La “practicidad” de los funcionarios nacionales, que advirtieron que el Estado no tiene “los fierros” para el dragado de la Hidrovía entraron en tensión con las proclamas del Grupo 25 de Mayo que reclamaban por un mayor control estatal de la traza Paraná-Paraguay.
El Instituto Patria no publicó ningún documento formal sobre la Hidrovía, pero la senadora María de los Ángeles Sacnun, referente de la “Casa Patria Rosario”, fue la impulsora de la comisión bicameral de seguimiento para “ejercer el contralor del proceso licitatorio” que hará el Gobierno sobre la vía navegable, una iniciativa que contó con el apoyo de Parrilli.
Otro asunto que partió aguas en el oficialismo fue el posicionamiento internacional frente a la situación de Nicaragua. Fuertemente enfrentada con el secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, la Argentina se abstuvo de firmar en ese organismo multilateral el documento para repudiar los arrestos de dirigentes opositores al régimen de Daniel Ortega de cara a las elecciones en ese país. El embajador argentino ante la OEA es Carlos Raimundi. Sin tener un cargo formal en el Patria, brindó clases en seminarios de política exterior del instituto y expuso en sus primeros cursos a distancia.
Tras la abstención de la Argentina en la OEA, Massa -que en ese momento se encontraba de gira por los Estados Unidos- proclamó frente a un auditorio norteamericano: “Ni en Nicaragua ni en ningún país de la región podemos tolerar presos políticos”.
Fuentes parlamentarias aseguraron que Máximo Kirchner coincidió internamente con la postura que expresó Massa, con quien construyó una estrecha relación política. El líder del Frente Renovador le hizo saber al jefe de bloque del FdT que para la administración del demócrata Joseph Biden las elecciones libres en América Latina son un asunto muy caro, que la Argentina no puede desatender.
Otros interlocutores de Máximo en el Congreso, en cambio, rechazaron esa lectura, y aseguraron que el jefe de bloque comprendió la estrategia que adoptó la Argentina, que tras abstenerse en la OEA, se negó a firmar otro documento en el mismo sentido en la ONU, pero llamó a consultas y convocó a Buenos Aires a su embajador en Managua, Daniel Capitanich, en un ambivalente gesto de endurecimiento hacia Ortega.
“Máximo siempre tuvo una mirada multilateral. Que lo tilden de castro-chavista es una cosa de los medios. Cree que hay que tener buena relación con todos los países, con China, con Rusia y con los Estados Unidos también. Pero lo de Nicaragua es un tema de la Cancillería”, describió alguien que conoce de cerca al hijo de la vicepresidenta.
En otros temas hay una comunión de ideas entre las dos tribus kirchneristas. Ocurre, por caso, con la propuesta para avanzar con una reforma integral del sistema de salud, que tiene la autoría intelectual del ministro de salud bonaerense Daniel Gollán (coordinador de la Comisión de Salud del Patria) con coincidencias con un paper escrito por su segundo en la cartera, Nicolás Kreplak, que abreva en La Cámpora. También hubo una sintonía con el rechazo al aumento de tarifas que tuvo como principales adalides al subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo (cuadro de La Cámpora), y al interventor del Enargas, Federico Bernal (segundo vocal titular del Instituto Patria).
Roles
El organigrama nacional tiene a exponentes del Patria en cargos relevantes. Jorge Ferraresi, vicepresidente del instituto, es ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, aunque en el ecosistema oficialista también es visto como un articulador de las distintas tribus del Frente de Todos. Y Tristán Bauer, vocal de Patria, es ministro de Cultura.
“El Gobierno va a tener en nosotros el apoyo y la colaboración que necesite. Y cuando veamos cosas que nos parezca que están mal, también lo vamos a hacer llegar y lo vamos a hacer saber. Obviamente, cara a cara, no divulgando por los medios nuestras diferencias para darles caldo de cultivo a los que nos quieren destruir”, dijo Parrilli a principios de marzo de 2020 en un acto militante convocado por el Instituto Patria. Fue una de las últimas convocatorias presenciales antes de que se inaugurara la cuarentena.
En la Casa Rosada muchas veces despotrican contra las gestas que emanan del Instituto Patria y que generan ruido en la gestión diaria porque son interpretadas como la exégesis del pensamiento de Cristina. “La Cámpora, a diferencia del Patria, piensa mucho más parecido al Gobierno. Los muchachos están pensando en la gestión, no en hacer la revolución nacional y popular”, se despachó un estrecho colaborador de Alberto Fernández.
De cara a la campaña, también hay una clara diferenciación de roles. En los últimos días Parrilli dejó en claro que su usina de pensamiento no va a intervenir ni a interferir en el armado de las listas de candidatos para este año. La Cámpora, en cambio, está sentada en la cabecera del comando electoral: entiende que debe ganar por amplio margen en su bastión, la provincia de Buenos Aires, para defender su proyecto político nacional.
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