La campaña a cuentagotas de Cristina Kirchner: por qué tiene bajo perfil pero sigue omnipresente
Pasó dos semanas de campaña sin apariciones; en el oficialismo explican que es una decisión personal y no una estrategia del comando electoral; la esperan para el cierre
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“Solamente en los gobiernos donde gobiernan las grandes mayorías es que las minorías adquieren derechos. Porque si gobiernan las minorías, ellas sólo se reconocen a sí mismas”. Esa frase fue la última que pronunció Cristina Kirchner en un acto público en campaña, 15 días atrás, cuando le pidió el micrófono a Alberto Fernández en La Plata. Después solo hubo un par de tuits y silencio.
En el comando oficialista confían en que la vicepresidenta estará para la foto del Frente de Todos del cierre de la semana próxima (cuyos detalles aún se están cerrando). Pero nadie puede vaticinar si optará por aparecer antes, en algún otro acto en la provincia: la participación de Cristina en la campaña es una decisión personal y política de ella y no obedece a ninguna estrategia meditada del comando del Frente de Todos, ni al consejo de consultores o gurúes externos.
“Ella estuvo cuando tenía que estar, en medio del quilombo por la foto de Olivos para bancar a Alberto. Después ¿Qué va a hacer? ¿Campaña? No tiene que ser ella la protagonista y tiene demasiada centralidad cada vez que aparece”, apuntó un colaborador del campamento kirchnerista que conoce muy de cerca a la vicepresidenta.
Cristina le puso el cuerpo a la presentación de los candidatos del Frente de Todos la noche del cierre de listas; recibió a los candidatos de Santa Fe en el Instituto Patria; presentó el relanzamiento del Plan Qunita el 12 de agosto en Lomas de Zamora y participó de dos actos seguidos con Fernández y el resto de la cúpula oficialista, en Isla Maciel y en La Plata, el 17 y 18 de octubre, respectivamente.
Muchos esperaban verla el domingo pasado, en un evento del kirchnerismo en Santa Fe, que había sido promocionado por la senadora María de los Ángeles Sacnun -ladera fiel de la vicepresidenta en el Senado- como “el acto de Cristina”. Con el Presidente lejos de la contienda santafecina, la expectativa -alimentada por un afiche que mencionaba a Cristina tres veces con su foto- era que la exmandataria enviara algún mensaje. Nadie en la provincia tenía confirmada una visita presencial o virtual. Pero, como se empezó a especular con su aparición, a último momento incluso se llegó a debatir si al evento debía sumarse el gobernador Omar Perotti. Finalmente la vicepresidenta no apareció.
“Cuando arrancó la campaña de Santa Fe, Cristina ofreció participar en lo que su presencia sumara. Ella lo dijo explícito cuando cerró la lista con Perotti: ‘Si sirve que vaya , voy. Si no suma, no’. Pero hoy Alberto y Cristina tienen niveles de aprobación de imagen muy bajos en la provincia”, apuntó un actor clave de la campaña del oficialismo santafecino en alusión al pragmatismo de la exmandataria.
“No hay una estrategia pensada por un equipo. Es su decisión política. En 2019 fue exactamente igual”, apuntaron en Casa Rosada.
Comando nacional y provincial
En una atmósfera bastante anárquica, el comando nacional de campaña del Frente de Todos -que hace base en el “Complejo Cultural C” del barrio de Chacarita- propone ideas y organiza la logística de los actos. Pero la toma de decisiones en torno a la carrera a las PASO se cocina en lo más alto del poder, en los mano a mano de Fernández y la vicepresidenta.
Al “complejo Cultural C”, además de su dueño y anfitrión, Ignacio Saavedra, asiste casi a diario Santiago “Patucho” Álvarez, figura clave de La Cámpora y uno de los históricos cerebros detrás de la iconografía kirchnerista. También Juan Courel, quien fue mano derecha de Daniel Scioli en la provincia y hoy oficia de consultor externo del Frente de Todos. De forma esporádica, por allí pasan el secretario de Comunicación y mano derecha de Fernández, Juan Pablo Biondi; el histórico vocero de Cristina y Máximo Kirchner, Hernán Reibel y el jefe de Gabinete y jefe de campaña nacional designado por el Presidente, Santiago Cafiero.
Atados a los tiempos impredecibles del jefe de Estado y su vice, ninguno de ellos tiene la última palabra sobre locaciones, formatos y participantes de los actos de la cúpula del Frente de Todos. “Las apariciones de Cristina en campaña son decisión personal de ella y lo evalúa en función de lo que le parece más conveniente para el espacio. No hay ninguna estrategia pensada detrás y mucho menos una decisión meditada de esconderla ¡¿A quién vamos a engañar?!”, apuntó a LA NACION uno de los organizadores de la campaña nacional. Y reflexionó: “Cuando habla la vicepresidenta tiene alto impacto, pero su ausencia a la larga se nota mucho más”.
En paralelo, en La Plata, funciona el centro de campaña provincial. Todos los que abrevan allí tienen ADN kirchnerista, desde los equipos de comunicación del gobernador Axel Kicillof, hasta los hombres de la comunicación de La Cámpora. Hay, entre ambos campamentos, algunos pases de factura. “No se entiende por qué la Casa Rosada le dio manija a la causa de Olivos con la presentación espontánea de Alberto. Ya habíamos pasado de página, a veces perdemos el eje de campaña y estamos desorganizados”, se lamentó un colaborador camporista.
A diez días de las PASO, en el FdT aún no ultimaron los detalles del acto de cierre, que será en la provincia de Buenos Aires (se evalúa si en algún distrito del conurbano, como Lomas de Zamora o Avellaneda, o en La Plata) y sin movilización de la militancia por los aforos. Podría haber alguna “novedad”, quizás virtual, para sumar algo de liturgia peronista. El dilema entre los protocolos pandémicos y el proselitismo atraviesa el tramo final de la campaña del oficialismo. El búnker, la noche del domingo, sería en el propio “Complejo C”, que en 2019 albergó a 4000 personas pero esta vez estará habilitado para un número sensiblemente menor.
Cristina ya pidió sostener la sobriedad, para sintonizar mejor con el humor social producto de la pandemia. “Alberto también cree que no es momento de fiestas, que la gente viene de un año y medio de la desgracia por la pandemia”, apuntan en la Casa Rosada, donde muchos se tientan por inyectar algo de mística proselitista.
Un colaborador de La Cámpora sintetizó: “Cristina habla en el momento en el que tiene que hablar. Ya bajó su línea y su mensaje. Y siempre está, aunque no se la vea”.
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