La Argentina y México llamaron a sus embajadores en Nicaragua en un gesto contra el gobierno de Daniel Ortega
A una semana de su abstención en la OEA, la Cancillería convocó a su embajador para consultarle sobre las “preocupantes acciones políticas-legales realizadas por el gobierno nicaragüense”; la Casa Rosada coordinó la jugada con Andrés López Obrador
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Una semana después del voto de abstención en la OEA ante el encarcelamiento de opositores y violaciones a los derechos humanos en Nicaragua, y en una decisión netamente política, la cancillería argentina llamó “a consultas” a su embajador en ese país, Daniel Capitanich, un paso previo al retiro de su delegación diplomática en ese país centroamericano.
La decisión representa un importante giro en la postura argentina en relación al gobierno de Daniel Ortega y se produce luego de las críticas que muchos países hicieron a la abstención. El gobierno de Estados Unidos, por caso, se manifestó “decepcionado” con la posición del gobierno de Alberto Fernández. La Argentina votó separado de sus socios del Mercosur. Brasil, Uruguay y Paraguay condenaron la persecución a dirigentes opositores por parte del gobierno sandinista, aliado de Venezuela, Cuba y Bolivia en el tablero internacional.
“Los gobiernos de la República Argentina y México informan que el día de hoy instruyeron a sus embajadores en la República de Nicaragua, Mateo Daniel Capitanich y Gustavo Alonso Cabrera Rodríguez, respectivamente, a trasladarse a sus respectivas capitales, con el objetivo de realizar consultas sobre las preocupantes acciones políticas-legales realizadas por el gobierno nicaragüense en los últimos días que han puesto en riesgo la integridad y libertad de diversas figuras de la oposición (incluidos precandidatos presidenciales), activistas y empresarios nicaragüenses”, dice el comunicado de la Cancillería, consensuado con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que también se abstuvo en la votación en la que la OEA condenó el accionar de Ortega.
“Argentina y México se mantendrán atentos a la evolución de los acontecimientos relacionados con la hermana República de Nicaragua y seguirán promoviendo inequívocamente el pleno respeto y promoción de los derechos humanos, las libertades civiles, políticas y de expresión de toda persona, con independencia de su nacionalidad y/o profesión”, reza el comunicado.
El documento expresa además la “disposición plena para colaborar constructivamente en la promoción del diálogo para que sean las y los propios nicaragüenses, quienes superen esta situación por la vía pacífica, respetando la división de poderes, el respeto a las minorías, las garantías constitucionales y, en general, el pleno respeto al estado de Derecho y todos los derechos humanos”.
Las razones del giro
Más allá de la referencia a la “no intervención” de terceros países, principal argumento utilizado por el Gobierno para abstenerse en la OEA, el comunicado da a entender que hubo conversaciones reservadas con el gobierno de Ortega para que moderara sus posturas frente a la oposición y que esas gestiones fracasaron. “Con [Nicolás] Maduro se lograron avances, con Ortega es más difícil”, reconocían horas atrás fuentes diplomáticas argentinas, en defensa del rol de “mediador” que la Argentina pretende tener entre gobiernos como los de Venezuela y Nicaragua y los Estados Unidos. La reacción negativa de Washington ante el voto consensuado con México, mientras al mismo tiempo se reclama su ayuda en las negociaciones con el FMI, habrían influido en el giro del gobierno de Fernández.
La nueva posición deja también descolocado al embajador Capitanich, hermano menor del gobernador de Chaco Jorge Capitanich, quien además de compartir diversos actos protocolares con Ortega y su esposa, Rosario Murillo, elogió reiteradamente su gestión de gobierno en diversas entrevistas.
A su llegada, el embajador dará su informe al vicecanciller Pablo Tettamanti, mientras el canciller Felipe Solá encabeza la delegación argentina ante el Comité de Descolonización de Naciones Unidas, que el jueves próximo volverá a pedir negociaciones entre Gran Bretaña y la Argentina por la soberanía de las Islas Malvinas.