La Argentina, Davos y la cuarta revolución industrial
De regreso del Foro Económico Mundial en Davos quiero describir los sentimientos, certezas y dudas que me dejó la 27» edición de esta cita internacional. Es imposible no iniciar el relato sin mencionar el reconocimiento que tuvo nuestro país en este encuentro. Se ha hecho pública la agenda de nuestro presidente. Sus reuniones con líderes políticos mundiales y del mundo de los negocios llamaron la atención de los participantes. Pero igualmente plena y poderosa fue la agenda de cada uno de los funcionarios argentinos que viajaron a Davos.
La misma sensación transmitieron los empresarios que completaron la comitiva oficial. Una comitiva bien diferente de aquella con la que compartí mi primer Foro, en 2011. Aquella vez éramos tres: dos empresarios y yo. En esa reunión decir que uno era de la Argentina generaba indiferencia. Hoy, por el contrario, hacerlo genera que el interlocutor se detenga y pregunte: "¿Cuándo habla su presidente? ¿Cómo están las cosas en su país?".
Este reconocimiento al esfuerzo que estamos haciendo los argentinos se ve reforzado por la presidencia del G-20, que se reunirá en Buenos Aires en octubre de este año. De hecho, en Davos hubo un panel específico sobre la agenda que la Argentina ha propuesto para la reunión de octubre. Dicha agenda tiene cuatro ejes: futuro del empleo, financiamiento de la infraestructura, sanidad alimentaria y agricultura sustentable, y lucha contra la corrupción.
Quiero detenerme especialmente sobre el primer eje: el futuro del empleo. Desde que el fundador del Foro, el profesor Klaus Schwab, publicó su libro La cuarta revolución industrial, sobre el impacto de la tecnología en nuestra vida social y económica, el Foro ha tomado este tema como un eje fundamental. Pero nunca como en el #WEF18.
El tema fue recurrente no solo en los paneles, sino además en los discursos de los líderes políticos y empresariales (Jack Ma y Bill Gates, por nombrar algunos). La otra palabra de moda fue reskilling (recapacitarse o reformarse): la práctica de ayudar a trabajadores que han perdido el empleo o corren riesgo de perderlo a adquirir las competencias y/o habilidades necesarias para no salir del mundo del trabajo.
Es, sin lugar a dudas, el desafío más importante que tenemos dirigentes políticos y empresariales para los próximos años. Garantizar a nuestros ciudadanos una educación de por vida que les permita en cualquier momento adquirir las nuevas habilidades necesarias para encontrar un trabajo digno.
Por eso creo interesante repasar algunos de los puntos más importantes sobre esta problemática y algunas vías de solución que se debatieron en el Foro.
1. Acuerdos público-privados.La tarea de reskilling no puede ni debe ser solo estatal. Incluyendo la participación de los empresarios y los sindicatos. Un gran ejemplo es lo que logró Dinamarca, en un acuerdo tripartito que creó un fondo de reskilling para los trabajadores que pierden el empleo. Es importante estudiar este y otros casos para entender que no podemos dejar de debatir el tema. Saliendo de los debates semánticos, etimológicos o partidarios y entendiendo que debemos trabajar juntos para superar este desafío, único camino real para terminar con la pobreza.
2. Formación en habilidades blandas para todos y todas. Es fundamental que los ciudadanos activos, estén o no empleados, tengan la posibilidad de incorporar las llamadas habilidades blandas: creatividad, trabajo en equipo, expresión oral y escrita, empatía, por citar algunas. Todas necesarias en el mundo laboral de la cuarta revolución industrial.
3.Reskilling para los maestros. Todos estos cambios deben llegar a las escuelas de nuestro país. Es decir, a nuestros maestros y maestras. Esa es la única garantía que tenemos de no repetir una situación de este tipo. Continuar el trabajo en la formación docente es clave para que nuestros jóvenes dominen la revolución tecnológica y sean ciudadanos plenos en el mundo actual.
4. Igualdad de género. Otro tema que estuvo muy presente durante todo el foro, la igualdad entre hombres y mujeres. En salarios, oportunidades y tratamiento. Tenemos mucho trabajo por hacer en esta materia.
5. Finalmente, eliminar la idea del reemplazo del hombre por la máquina y pensar en el trabajo conjunto entre ambos. Ya hay varios estudios demuestran que el trabajo entre hombre y máquina es superior al de cualquiera de ellos separado. Debemos seguir invirtiendo y apostando a la formación tecnológica en todos los niveles educativos.
Podemos hacerlo. Y por lo visto en la última semana en Davos, son muchos los que confían en que lo hagamos. Manos a la obra.
El autor fue ministro de Educación y desde diciembre es senador nacional
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