El país se paralizó y exhibió un paisaje sin precedentes. Las fuerzas de seguridad desplegaron un operativo inédito, con una vigilancia sobre toda la ciudadanía. La dirigencia dejó atrás las diferencias. La economía recibió un azote inesperado que agravó todos los pronósticos. Los argentinos comenzaron a seguir el comportamiento de una curva, la de los contagios. Y todos esperan verificar la eficacia del gran confinamiento nacional decretado hace dos semanas para contener el coronavirus.
Desde que el jueves 19 de marzo Alberto Fernández anunció el DNU 297/2020 que fijó el "aislamiento social preventivo", la cuarentena, la Argentina cambió. No fueron todos los días iguales. Durante la primera fase, la que tuvo lugar hasta el fin de semana pasado, la medida se acató con gran consenso social. Esta semana, el panorama de complejizó, por las dificultades en las cadenas de pagos, los signos de agotamiento de la actividad productiva y las crecientes necesidades de los sectores más postergados. Todo ello sumado al agotamiento de vivir aislados.
El Gobierno lleva promulgados decenas de decretos con restricciones sanitarias y paliativos económicos. Un estado de excepción total. "Una economía que se cae se levanta, pero una vida que se pierde no se recupera más" y "lo que no entra con la razón, va a entrar con la fuerza" fueron algunas de las frases con las que el Presidente moldeó su política oficial. Un rápido repaso por los aspectos sanitarios, económicos, políticos y sociales que dejaron los 14 días que la Argentina vivió en cuarentena, dan cuenta de la profunda transformación.
El capítulo sanitario
Pasó un mes desde que se registró el primer caso de coronavirus en la Argentina, el del viajero que había estado en Milán y fue internado en Swiss Medical. Hasta ayer se habían confirmado 1133 casos en el país. Las principales franjas etarias afectadas corresponden a personas de entre 20 y 59 años. La Ciudad, la provincia, Santa Fe, Córdoba y Chaco son las jurisdicciones con más contagios. En la zona metropolitana ya hay circulación comunitaria del virus.
Fallecieron a causa del coronavirus en la Argentina 34 personas. El 76% de las muertes se registró en pacientes de más de 60 años y la mayoría tenían comorbilidades. La provincia de Buenos Aires, la Capital Federal y Chaco fueron las jurisdicciones que registraron más muertos.
Los casos se chequean mediante reactivos PCR. El gobierno compró 45.000 test. Aunque con demoras, se avanzó en la descentralización de chequeos que, hasta mediados de la cuarentena, solo se llevaban adelante la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) "Dr. Carlos Malbrán" y que ahora se efectúa en 35 laboratorios de todo el país. En una primera etapa solo se verificaban casos de viajeros, contactos estrechos y cuadros respiratorios graves. Ese protocolo cambió el lunes, y ahora es considerado "caso sospechoso" todo aquel que presente fiebre más otro síntoma respiratorio.
La premisa con la que viene trabajando el Gobierno es la de "achatar la curva" de los contagios para ganar tiempo. Es decir, evitar que se registre un salto exponencial de casos en período corto -una curva ascendente y empinada- que haga colapsar el sistema sanitario como ocurrió en Italia o España. "No hay país que resista el embate cuando la pandemia viene toda junta", dijo el ministro de Salud, Ginés González García.
Ese fue el objetivo que rigió hasta ahora en la política oficial que ponderó el aspecto sanitario por sobre las consecuencias económicas. Alberto Fernández declaró una cuarentena obligatoria por 12 días de forma prematura, la noche del 19 de marzo, cuando se llevaban contabilizados 128 casos positivos. Y decidió extenderla por doce días más para asegurar la eficacia de la medida. Es que, para conocer con certeza el grado de efectividad del confinamiento nacional debe pasar "un período de incubación" de 14 días. Además, las lecciones aprendidas del exterior indican que los países que interrumpieron prematuramente la cuarentena no tuvieron buenos resultados. Ganar tiempo, por último, permitirá preparar mejor el sistema sanitario para la temporada invernal.
La Argentina exhibe una curva más "chata" que otros países de la región como Brasil (más de 5700 contagios) y Chile (más de 2700), aunque tiene más positivos que Uruguay, Bolivia y Paraguay, que registraron su caso uno de forma más tardía.
González García ya advirtió que los contagios se están "ralentizando". El "pico" que en las primeras hipótesis se ubicaba en la segunda quincena de abril,se desplazó a la segunda quincena de mayo, coinciden los epidemiólogos, cuando se registrará el máximo nivel de exigencia en el sistema sanitario.
El salto exponencial del número de casos hasta hoy en la Argentina no ocurrió. Eso no implica que la pandemia esté controlada. Nadie desconoce que lo peor del coronavirus en la Argentina todavía no se vio y por ello se trabaja a contrarreloj para garantizar la mayor cantidad posible de camas.
Las medidas económicas y sociales
"Una economía que se cae, se levanta; pero una vida que se pierde no se recupera más". Con esa frase, Alberto Fernández selló la política oficial para afrontar la inesperada crisis por el coronavirus. El Gobierno fijó medidas irrestrictas y rápidas en materia sanitaria, para luego ir aprobando alicientes para contener el frente económico y social. Un paisaje muy adverso, por una repentina parálisis que se montó sobre una recesión profunda.
El Presidente decidió volcar más recursos estatales en la calle para ofrecer paliativos a distintos sectores, aún en detrimento del déficit fiscal. Fueron comprometidos unos $700.000 millones, el equivalente a dos puntos del PBI. En palabras de Fernández, una "montaña de dinero" en fondos públicos.
La coyuntura económica apretó con el paso de los días en la cuarentena. Las horas más críticas se vieron al inicio de esta semana, porque la prórroga del confinamiento coincidió con los días de pago del inicio de abril y se hizo palpable el riesgo del impacto en el nivel de empleo, con las primeras desvinculaciones en las industrias. Para cortar esa sangría, el Gobierno promulgó un decreto que prohibió los despidos por 60 días, con efectos retroactivos.
Desde la llegada de la pandemia, el Gobierno anunció cuatro grandes "paquetes" de medidas sociales y económicas. La primera tanda apuntó a los sectores más vulnerables: bonos de $3000 por única vez para jubilados de la mínima, planes sociales y AUH, refuerzos de viandas y montos adicionales para la tarjeta Alimentar. El segundo paquete tuvo como objetivo el sector productivo: la ampliación del Programa de Recuperación Productiva (Repro) para el salvataje de empresas en crisis y una serie de líneas de créditos blandos por unos $350.000 millones para garantizar el sostenimiento del capital de trabajo. El tercer anuncio apuntó al trabajo informal y los monotributistas, con la creación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de $10.000 por el mes de abril.
El último capítulo de los anuncios económicos llegó esta semana para contrarrestar los signos de agotamiento de pymes e industrias. Alberto Fernández firmó decretos para prohibir despidos y creó el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción para las empresas afectadas por el parate económico que provocó la cuarentena.
La situación social en el conurbano bonaerense es uno de los temas más inquietantes. En la reasignación de partidas se destinaron unos $38.600 millones a planes alimentarios y se enviaron $300 millones adicionales a la provincia para la compra de alimentos y artículos de limpieza en el conurbano. Pero la economía informal, que se mueve con pagos en efectivo por changas u oficios, exhibe en una situación crítica.
Quedó en claro que no hay paliativos que logren frenar todos los coletazos económicos de la pandemia. Sin actividad bancaria, muchas cadenas de pagos están rotas, con efecto dominó en los proveedores. Numerosas actividades, como la gastronomía, el turismo, la construcción y la producción de bienes durables están congeladas.
Las perspectivas de caída del PBI antes del coronavirus eran de entre 1,1% y 1,5%, según datos oficiales. Aunque todavía no se puede mesurar el impacto que tendrá la pandemia, los analistas ya señalan que el PBI podría caer hasta 3%.
El acuerdo político
Los funcionarios con cargos ejecutivos de todos los niveles del Estado trabajaron coordinados, prácticamente sin mostrar fisuras desde que se decretó la cuarentena. El Presidente, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, consolidaron una mesa tripartita de trabajo, atento a que la situación más crítica se concentró en la zona metropolitana.
A tal punto se coordinó el trabajo que atrás quedaron las tensiones por la coparticipación entre Fernández y Larreta.El jefe de gobierno porteño se mostró a cada instante alineado con las decisiones del Gobierno y ató su suerte a la del Presidente. De hecho, quien mostró más dudas por el coletazo económico que implicaría el parate nacional fue Kicillof, que finalmente plegó su discurso a la estrategia nacional.
Los intendentes, que enfrentan la cuestión social más crítica, también exhibieron uniformidad, con excepción de aquellos que en alguna instancia decidieron bloquear de forma unilateral las fronteras de sus municipios. El jefe comunal de Lanús, Néstor Grindetti (Juntos por el Cambio) llegó a decir: "El coronavirus nos ha alineado".
A pesar de los intentos para buscar salvoconductos tecnológicos, el Congreso paralizó casi toda su actividad, a excepción de alguna reunión virtual de comisión o bloque. Cuando el titular de Diputados, Sergio Massa, quiso avanzar con un proyecto de ley para congelar alquileres, fue inviable, y se terminó resolviendo por decreto.
Fernández, en tanto, buscó tener espalda política antes de anunciar la cuarentena y nuevamente cuando definió extenderla el pasado fin de semana. Hizo, en ambas oportunidades, una puesta en escena con los gobernadores.
El clima de concordia se quebró esta semana cuando asomó de nuevo la grieta. El tema que dividió aguas fue el reclamo para que los funcionarios se bajen los sueldos para destinar ese dinero al coronavirus. El pedido fue acompañado por un sector de Pro, en particular por su presidenta, Patricia Bullrich, y derivó en cacerolazos. Fernández se llamó a silencio con el tema. Rodríguez Larreta puso una vez más a prueba su posicionamiento y decidió alinearse con Nación.
Más allá de algunos tuits, Cristina Kirchner no hace apariciones públicas desde el inicio de la cuarentena.
El acatamiento de la cuarentena
El DNU que fijo la cuarentena nacional obligatoria dejó solo a algunas actividades exceptuadas, vinculadas a servicios esenciales. El resto de los argentinos debió quedarse en casa. Y solo se les permitió pisar la calle para abastecerse de alimentos o medicamentos, sacar a las mascotas o por razones de fuerza mayor.
Se desplegó un operativo inédito en el país, con retenes para controlar la circulación, detenciones ejemplificadoras y una vigilancia permanente sobre toda la ciudadanía.
Hasta ayer, en los operativos de seguridad se contabilizaban 728.862 personas controladas, 21.642 infractores del DNU que fueron denunciados en la Justicia, 560.923 vehículos controlados en los retenes y 1.701 vehículos secuestrados.
El día uno de la cuarentena, el viernes 20 de marzo, todavía había varias dudas y mucha gente corrió a los supermercados por miedo al desabastecimiento. Con el correr de los días se registró mayor acatamiento, sobre todo en los fines de semana largos.
Día tras día, sin embargo, el Presidente pidió a la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, que se fortalecieran los controles en la calle. Algunos personajes asomaron como los exponentes de lo que no había que hacer, como el "surfer" que llegó de Brasil y escapó a Ostende, o el famoso Alex Caniggia detenido dos veces en el mismo peaje.
El día crítico fue el 25 de marzo, el día 5 del confinamiento, cuando la Ciudad cerró 56 ingresos a la Ciudad. En la Panamericana se observaron largas colas de hasta seis kilómetros. Fue un caos. "Lo que no entra con la razón, va a entrar con la fuerza ", dijo ese día Fernández.
Finalmente la Ciudad dispuso carriles exclusivos para médicos, enfermeros y personal sanitario, para el transporte de bienes esenciales y para el transporte público. Hoy se necesita un permiso oficial para circular.
El problema de los varados
Desde el pedido de una cuarentena voluntaria para los viajeros provenientes de zonas afectadas hasta el cierre total de las fronteras argentinas. Las medidas vinculadas a las restricciones para evitar la importación del virus fueron de menos a más, al punto de que hubo horas donde no había claridad sobre la repatriación de los argentinos varados en el exterior.
Hoy, según las estimaciones oficiales,hay unos 10.000 argentinos en los principales destinos fuera del país, que fatigan los teléfonos de embajadas y consulados para poder regresar o para obtener ayudas en sus estadías inesperadamente prolongadas.
Las primeras medidas obligaban a cumplir una cuarentena domiciliaria a los recién llegados de zonas afectadas. Más tarde se prohibió el ingreso de los extranjeros al país. Y paso seguido, se prohibieron por 30 días los vuelos desde países afectados, una nómina que se extendió con el correr de los días.
En un primer momento, y según estimaciones de Cancillería, quedaban en el extranjero alrededor de 23.000 argentinos varados y el Gobierno dispuso que sean traídos de regreso por Aerolíneas Argentinas. Sin embargo, el gran volumen de personas que pedía ayuda a las embajadas para regresar al país -en Cancillería señalan que llegaron a ser 45.000 personas en la lista- el Gobierno se vio obligado a sumar al "operativo regreso" a las aerolíneas privadas. Así, la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) habilitó la operación de más de 100 vuelos, que se sumaron a los 42 dispuestos por la aerolínea de bandera. Hubo, incluso, vuelos de repatriación con el avión Hércules de las Fuerzas Armadas.
La Ciudad desplegó un operativo para trasladar desde Ezeiza y aislar en hoteles porteños a los recién llegados.
El 26 de marzo, súbitamente, Alberto Fernández anunció que se suspenderían las repatriaciones. "Por ahora hemos decidido no ingresar más gente al país hasta que nos organicemos", dijo el Presidente de forma inesperada en una entrevista televisiva.
La frase presidencial se terminó de comprender pocas horas después, cuando, por decreto, se cerraron todas las fronteras argentinas. Hubo varias horas de zozobra porque desde el Gobierno informaron que solo se permitiría el ingreso de los pasajeros en tránsito, para luego hacer vuelos "excepcionales" por alguna situación urgente de salud. El resto de los varados debía esperar.
El Gobierno tomó esa medida extrema, porque por Ezeiza venían ingresando unas 4000 personas por día, muy por encima de la capacidad del dispositivo para aislarlos.
Finalmente, el Gobierno anunció un"Plan de Reapertura Gradual, Planificada y Segura" para el regreso de los argentinos. Los vuelos serán solo los autorizados por ANAC para asegurar que no se supere el ingreso de más de 700 personas por día en Ezeiza.
Con la colaboración de José María Costa y Delfina Torres Cabreros.
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