La anécdota del desmayo de Alberto Fernández en el parto de Estanislao
Cuando nació Estanislao, tras desvanecerse y abrirse la cabeza, el Presidente tuvo que ser atendido en la sala de parto
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El 16 diciembre, durante el trabajo de parto de Marcela Luchetti, la madre de Estanislao Fernández, su padre, el Presidente, tuvo una fallida participación. “Yo aclaro que yo veo una gota de sangre y la paso muy mal. No soy un tipo preparado para eso”, anticipó el jefe de Estado, al recordar el episodio.
“Pero lo cierto fue que vino una enfermera medio sargentona, me dijo bueno, bueno, vamos a llevar a la mamá a la sala de partos. Usted viene, ¿no? No, no, dije yo no, no lo tenía previsto. ‘¿Cómo que no va a venir? ¿La va a dejar sola?’, me dijo”, relató Fernández, en una entrevista a Filo News.
“Me llevó de prepo al parto. Y la verdad es que creo que el obstetra me vio entrar, creo que el tipo se dio cuenta que lo mío no era eso y me hizo parar atrás del respaldo de la cama. Y vi que el obstetra por ahí empezó a juguetear. Y de repente hizo así y vi que tenía las manos llenas de sangre. Fue lo último que recuerdo. Caí redondo desmayado”, recordó, y agregó que tuvo que vestirse con un “mameluco”.
Lo curioso es que el Presidente no solo se desmayó al ver la escena, sino que se abrió la cabeza y tuvo que ser atendido, mientras Luchetti daba a luz a Estanislao. “Al desmayarme caí sobre esos aparatos, para colgar el suero, que tienen como una pata, y son de hierro duro. Caí, y me partí la cabeza”, dijo.
Luego de desvanecerse, Fernández pudo conocer a su hijo. Recordó: “Me despertaron y ahí me sacaron. Escuchaba al obstetra gritar para qué hacen entrar a los padres si no están para esto. Y bueno. Me sacaron, me cosieron, me pusieron una vendita, y de repente sale una enfermera y dice venga, venga, que ya está saliendo. Y cuando entro lo veo que lo traen a Tani colgando de las patas, con la cabeza para abajo, todo morado”.
Una vez suturado, el Presidente tuvo miedo de perder el conocimiento una vez al ver a su hijo. Sin embargo, la segunda vez no se descompuso. “Lo pusieron en una mesada de acero inoxidable. Le metieron una manguerita para absorber no sé que cosa. Y ahí dije no, no me voy porque me desmayo de vuelta y ahí me fui y estuve media hora hasta que tuvo color y estuvo todo bien. Y ahí volví. Ya lo disfrute”, contó.
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