La alianza entre Massa y el kirchnerismo sobrevive a las urgencias económicas y se proyecta al decisivo 2023 electoral
El ministro de Economía envía representantes a los actos de Cristina; ella le contiene las críticas internas; el juego de necesidades mutuas que podría desembocar en una “lista de unidad”
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Basada en el pragmatismo político antes que en las coincidencias ideológicas de fondo, la alianza entre Sergio Massa y el kirchnerismo sobrevivió a los primeros cinco meses de una gestión económica signada por las urgencias cotidianas. Y el cierre del año que implosionó el “modelo albertista”, con el portazo de Martín Guzmán, proyecta para 2023 la continuidad de esa relación de necesidades mutuas entre Cristina Kirchner y el jefe del Palacio de Hacienda.
Según pudo saber LA NACION, esa es la corriente de opinión mayoritaria en el Frente de Todos, donde sin embargo no abundan las definiciones en el plano electoral. Mientras Cristina anunció que no sería candidata a nada, tras el shock que le provocó la condena en la causa Vialidad, el presidente Alberto Fernández aun no dio de baja su proyecto reeleccionista y Massa insiste en que no tiene “ni un minuto” disponible para dedicarle a ese tipo de “especulaciones”.
De todos modos, el jefe del Frente Renovador -la fuerza con la que en 2019 se unió a la reunificación peronista- entiende que los propios depositan en él sus expectativas políticas. Así se lo hicieron saber los renovadores en una cena previa a la Navidad, en el pueblo de Las Heras, donde Massa tomó la palabra para hacer un balance de gestión y soltó una definición que no pasó inadvertida: “Para cualquier evaluación, tengo que llegar a marzo o abril”, sostuvo.
Entre los dirigentes más cercanos a Massa existe una comprensión lógica de su actitud reacia a hablar de temas políticos y menos aún, de una eventual candidatura presidencial. “Mirá lo que pasó con el dólar (la última semana). Nos tuvo bailando hasta que aflojó”, admitió uno que tiene el ingreso habilitado al despacho principal del Palacio de Hacienda. Allí se analizó que la imagen del Gobierno y la del propio ministro “mejoró varios puntos” tras el colapso de junio.
El propio Massa enumera, ante los distintos factores de poder, que durante su gestión económica consiguió “bajar un 40% la inflación, crecer un 1,9 adicional para llegar a 5,6 (puntos del PBI), recuperar 2,9 puntos de ingreso, cerrar acuerdos con el BID, el Banco Mundial, el Club de París y el FMI, renovar toda la deuda en pesos del sector público y pasar de -476 a 8.000 millones las reservas de libre disponibilidad” del Banco Central. “Que la cuenten como quieran”, ironiza.
Ese discurso se reproduce cuando algún dirigente kirchnerista -sobre todo los que abrevan en el progresismo de centroizquierda- cuestiona medidas como la del “dólar soja”, considerado por ese sector como una rendición ante los grandes jugadores del mercado agropecuario. En el massismo dicen tener en claro que esas críticas no son promovidas por Cristina ni por Máximo Kirchner. “Con Sergio están bien, es para otro lado la cosa”, afirman. Y miran en dirección a la Casa Rosada.
La presencia de la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, en la primera fila de la platea de dirigentes ante el escenario desde el que habló Cristina Kirchner en Avellaneda, en su última aparición pública de 2022, confirmó la vigencia de la alianza entre el massismo y el kirchnerismo. La hija de Leopoldo Moreau estuvo rodeada de camporistas como Andrés Larroque y Mayra Mendoza. Y de recién llegados a esos ámbitos, como la extitular del Inadi Victoria Donda.
Según confirmaron fuentes partidarias, la presencia de Cecilia Moreau en el acto de Cristina fue avalada por Massa. Si bien la titular de la Cámara baja se mueve a gusto con esa compañía, la posibilidad de que la vicepresidenta embistiera con dureza contra Alberto Fernández pudo haber comprometido al ministro de Economía. Pero eso no sucedió: en un medio tono, la jefa del Senado se limitó a caracterizar al albertismo como la “agrupación amague y recule”.
Ocurrió luego de que el Presidente anunció que pagaría con bonos la deuda de coparticipación que, según un fallo de la Corte Suprema, tiene el gobierno nacional con la ciudad de Buenos Aires, pese a que en una primera instancia había desconocido la sentencia. La paradoja es que el propio Massa se enojó con la mesa chica de la Casa Rosada -que había cedido a la presión de los gobernadores del PJ- por las implicancias jurídicas y económicas que tenía el desacato al máximo tribunal.
En las encuestas que maneja el oficialismo se verifica un escenario desfavorable para el Frente de Todos ante Juntos por el Cambio (JxC) y también ante el “libertario” Javier Milei. “Si Alberto fuera el candidato, hasta nos podemos quedar afuera del ballotage”, admitió ante este diario un referente afecto a los sondeos de opinión pública. Tal vez por eso el propio Presidente comenzó a instalar la idea, en las últimas semanas, de que el postulante del peronismo debe ser “competitivo”.
Por eso los dirigentes que aún se nuclean con Fernández alientan las candidaturas alternativas del embajador en Brasil, Daniel Scioli, o del jefe de Gabinete, Juan Manzur, si el FDT define la boleta presidencial en unas PASO. Por su parte, el kirchnerismo habilitó al ministro Eduardo “Wado” de Pedro, aunque dirigentes afines Cristina reconocen que puede ser “un buen compañero de fórmula”. La misma aspiración tendría, por el albertismo, la ministra Victoria Tolosa Paz.
Massa se mantiene en silencio, pero en caso de que alumbre una candidatura presidencial, sería a la cabeza de una “lista de unidad”. En el Frente Renovador admiten que su jefe político tiene una “imagen sedimentada” hace años, al igual que Cristina Kirchner y Mauricio Macri, porque el electorado “ya los conoce”. Pero advierten que las posibilidades de llegar a la Casa Rosada se incrementarían en caso de competir “por una de las grandes escuderías” de la política argentina.
Los conocedores de la lógica política del massismo anticipan que un elemento para determinar si el ministro de Economía se arriesgará a lanzarse a la aventura presidencial pasa por las decisiones de su familia, pero no en el sentido que deslizan en su entorno. “Malena (Galmarini) quiere jugar en Tigre, está decidida, pero eso no pasará si Sergio va por la Presidencia”, afirman. El mismo razonamiento cabe para Sebastián Galmarini, con aspiraciones políticas en la Provincia.
En ese punto entran a jugar las necesidades mutuas con Cristina. La vicepresidenta avaló el desembarco de Massa en Economía cuando se rumoreaba la posibilidad de que Alberto Fernández no terminara su mandato. Los gobernadores del PJ también lo entendieron de ese modo y por eso presionaron al mandatario. Y ahora, que el peronismo buscará no resignar su continuidad en el poder, requerirá de los servicios electorales de la jefa del kirchnerismo en territorio bonaerense.
“Cristina tiene que ser candidata en la Provincia, no hay otra alternativa”, aseguran en el FDT, pese a que la vice se considera “proscripta”. Y agregan: si ella aceptara postularse, restaría entidad a quienes la acusan de preparar el terreno para ser la “jefa de la oposición”. La actitud de Cristina podría incidir en las decisiones que adopte, en un futuro cercano, su aliado Massa. “Ella es la más pragmática de todos. Y con Sergio se conocen mucho a esta altura”, aseguran en el massismo.
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