Kirchner se despide del superávit
No hace falta seguir descifrando las declaraciones de Amado Boudou sobre el Fondo Monetario Internacional para advertir la distancia que todavía separa a la Argentina de ese organismo. Pasado mañana, la Cámara de Diputados aprobará cuatro reformas de la ley Nº 25.917, conocida como ley de responsabilidad fiscal, que volverán más problemático cualquier examen del Fondo sobre la economía local.
Son cambios hechos a la medida de Cristina Kirchner, ya que sólo regirán para 2010 y 2011. Están referidos a la Nación, las provincias y la ciudad de Buenos Aires. El primero modifica el artículo 10 de la ley y permite que el gasto público aumente a una tasa superior al PBI. En rigor, sincera lo que viene ocurriendo: en 2007, el gasto creció el 50% y el PBI nominal -es decir, sin descontar la inflación- lo hizo el 25%.
El segundo levanta la prohibición (art. 12) de endeudarse para solventar gastos corrientes.
La tercera modificación permite que la Nación, las provincias y la ciudad de Buenos Aires sacrifiquen el equilibrio financiero de sus presupuestos, es decir, que puedan gastar por encima de sus recursos, en contra de lo que establece el artículo 19. El kirchnerismo entrega así, en los papeles, la bandera del superávit fiscal, que arrió hace tiempo.
La cuarta corrección quita una barrera que sólo regía para las provincias (art. 21) y les permite endeudarse por encima del 15% de sus recursos.
El proyecto lleva la firma de Patricia Fadel, secretaria del bloque del Frente para la Victoria, la cara más ortodoxa del Gobierno en la Cámara baja. A Fadel la secundan otros ultras, como Patricia Vaca Narvaja o Gustavo Marconato. Además, el viceministro de Economía, Roberto Feletti, y el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa, bendijeron el proyecto ante la Comisión de Presupuesto y Hacienda.
También Silvina Augsburger (socialista de Santa Fe), Genaro Collantes (Frente Cívico de Catamarca) y Nélida Belous (ARI de Tierra del Fuego) firmaron la iniciativa. Esas adhesiones revelan la genética de esta reforma, promovida por el gobernador mendocino, Celso Jaque. Lo siguió Alejandro Arlía, ministro de Economía bonaerense. Al final, se sumó Hermes Binner, el gobernador de Santa Fe. Hay que acostumbrarse a que la política parlamentaria ya no esté estructurada en torno a grandes bloques partidarios. Su geometría cambia según los temas. Aquí se trata de relajar el régimen fiscal y, por lo tanto, los socialistas y numerosos radicales juegan como aliados del Gobierno.
Los cambios que se aprobarán en Diputados son una manifestación elocuente de la crisis fiscal que atraviesan la Nación y las provincias. Pasado mañana van a liberarse de un corset que se calzaron en agosto de 2004, cuando se sancionó la ley 25.917. Había sido resultado de un compromiso de Néstor Kirchner con el Fondo. Por eso, su abandono tiene un valor simbólico especial, ya que va en el sentido contrario del marketing de Boudou en Estambul.
Boudou, como antes Martín Lousteau o Sergio Massa, está poniendo a prueba los límites de Kirchner. El ministro no pudo traer de Turquía lo que su jefe le había encomendado: que la revisión prevista en el artículo IV de la Carta Orgánica del FMI no contuviera evaluación alguna y que, en lo posible, se realizara a distancia. Es que el Fondo no es el Gran Bazar, donde se consigue casi todo.
Las revisiones del artículo IV son exámenes rutinarios a los que se somete la mayoría de los países. En silencio, Lousteau había pactado una con Strauss-Kahn para el tercer trimestre de 2008. Boudou, en cambio, instaló en la primera página de los diarios las idas y venidas del Gobierno frente a esa revisión. Acaso haya provocado un doble daño. Para el mercado, la reticencia confirma que los números de la Argentina -en especial los del Indec- están diseñados para embaucar inversores. Para la izquierda adosada al kirchnerismo, en Estambul comenzó a negociarse una rendición.
Es cierto que quedaron atrás los tiempos en que Cristina Kirchner, dramática, le decía a Massa: "Antes del volver al Fondo, me pego un tiro". Sin ir más lejos, en la cumbre que el G-20 celebró en abril en Londres, ella firmó una declaración que en su párrafo 12 dice: "Apoyaremos, ahora y en el futuro, la supervisión sincera, equilibrada e independiente por parte del FMI de nuestras economías y nuestros sistemas financieros [?]". No vaya a ser que ahora, por no cumplir con la palabra, el país sea despedido de esa agrupación, como pretende Silvio Berlusconi. Sería una frustración para la Presidenta, fascinada con que la escuchen en esos foros.
Además de la reforma de la ley de responsabilidad fiscal, los diputados aprobarán el presupuesto 2010 y las prórrogas de los impuestos al cheque, a las ganancias, a los cigarrillos y a la renta mínima presunta. Los gobernadores no han forzado modificaciones que mejoren el reparto de recursos con las provincias. Se conformaron con que les quitaran los límites para gastar y endeudarse. Una renuncia al federalismo casi suicida. Las necesidades de financiamiento de las provincias son, para el año que viene, cercanas a los $ 14.000 millones. Esas provincias le aportan a la Anses $ 12.000 millones. La Anses se jacta de un superávit de $ 15.000 millones.
No sólo el Fondo, sino también los holdouts, deberán esperar a que Boudou convenza a Kirchner de la bondad de sus estrategias. "La Argentina se está volviendo cansadora. En Estambul tampoco se hizo el anuncio que nos habían prometido", dijo a LA NACION el representante de un gran fondo estadounidense. Agregó: "No deberían demorar tanto, porque tal vez un día veamos que es más negocio esperar a otra administración".
Si en vez de prestar atención a los fuegos artificiales de Boudou, los bonistas observaran el comportamiento de funcionarios más ligados a Kirchner, tal vez ajustarían sus expectativas. En la misma reunión de Presupuesto y Hacienda a la que asistieron hace 15 días, Feletti y Pezoa fueron interrogados por el diputado Jorge Sarghini: "¿Cómo piensan financiar el déficit del presupuesto que enviaron?". "Con recursos domésticos", contestaron los dos. Es decir, al menos por ahora, antes que en colocar un bono en el mercado, en Economía están pensando en obligar a Martín Redrado a emitir más pesos simulando ganancias que sólo se registran en los libros; en extraer más recursos del Banco Nación y de la Anses; en hacer un uso extremo de los saldos líquidos de las cuentas del Estado; y, llegado el caso, en tomar excedentes del sistema financiero a cambio de un título. Recordatorio: Feletti está en el cargo por Julio De Vido. Pezoa, por Kirchner. Ninguno fue designado por Boudou.
A Kirchner se le pueden achacar muchas desviaciones. Pero hay que reconocerle que está cumpliendo con el mandato que recibió de las urnas: no piensa en otra cosa que en "profundizar el modelo". La inflexibilidad que se observa en el sector financiero se advierte en la política agropecuaria.
Es cierto que Aníbal Fernández, que se sueña gobernador bonaerense, pretende llegar a un acuerdo con el campo. Hasta puso a su principal asesor económico a elaborar un programa para salir de los controles de precios. Se ve que no teme a los muchachos de Guillermo Moreno.
Sin embargo, la reunión del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, con la Comisión de Enlace, la semana pasada, fue tan engañosa como la de Boudou con Strauss-Kahn. Domínguez propuso encerrar la negociación en una serie de encuentros técnicos en el INTA. Los cuatro líderes del campo no terminan de creer lo que han escuchado. Otro acercamiento a punto de frustrarse.
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