Kirchner pidió remociones en la Corte
Reclamó al Congreso que acelere los enjuiciamientos contra algunos miembros del máximo tribunal; críticas a Nazareno El Presidente exigió que cualquier remoción se haga "dentro de la ley" Calificó las declaraciones del titular de la Corte como "impropias" Tiro por elevación al menemismo
El presidente Néstor Kirchner se puso anoche al frente de un pedido público y enérgico al Congreso para que ponga en marcha el juicio político a algunos miembros de la Corte Suprema, denunció maniobras de algunos ministros de ese tribunal para establecer negociaciones espurias y sugirió que existieron amenazas de alterar la gobernabilidad.
Kirchner respondió así, con críticas lapidarias, las declaraciones de anteayer del presidente de la Corte, Julio Nazareno, que había insinuado que el Gobierno pretende un tribunal "adicto".
"Pedimos con toda humildad, pero con coraje y firmeza que los señores legisladores, que el Congreso de la Nación, marquen un hito hacia la nueva Argentina preservando a las instituciones de los hombres que no están a la altura de las circunstancias", dijo el Presidente en un discurso leído por cadena oficial.
"El aporte a la calidad institucional que pedimos como ayuda es la instrumentación urgente de los remedios al mal que enfrentamos", agregó el jefe del Estado, serio y firme. Su discurso fue emitido cerca de las 21, pero fue grabado unas dos horas antes.
"Son los remedios de la Constitución. No queremos nada fuera de la ley. Es la puesta en marcha de los mecanismos que permitan cuidar a la Corte Suprema como institución de la Nación, de alguno o algunos de sus miembros, la tristemente célebre "mayoría automática"", dijo Kirchner.
Ese remedio, claramente, es el juicio político. Para el caso de los miembros de la Corte, ese proceso debe iniciarlo la Cámara de Diputados, como cuerpo acusador, y termina en el Senado, que es la cámara que juzga.
"Separar a uno o varios miembros de la Corte Suprema no es tarea que pueda concretar el Poder Ejecutivo", aclaró el Presidente.
"No es nuestro deseo contar con una corte adicta, queremos una Corte Suprema que sume calidad institucional y la actual dista demasiado de hacerlo", atacó, en respuesta a los dichos de Nazareno.
Con nombre y apellido, Kirchner acusó al presidente de la Corte y denunció un intento del máximo tribunal de buscar entablar una negociación por fallos económicos que amenazarían la gobernabilidad, a cambio de garantías de inmunidad para sus miembros.
"Es escandaloso y constituye el más grande agravio a la seguridad jurídica el sólo hecho de que algunos especulen con tomar de rehén a la gobernabilidad para la obtención de ventajas o garantías personales o institucionales", dijo Kirchner.
Sin negociaciones
En ese sentido, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, dijo luego a la agencia Télam: "No tenemos ninguna intención de negociar ninguna sentencia con la Corte, sino de hacer un llamado a las instituciones de la República, en este caso, el Poder Legislativo".
Añadió que el Presidente se propone "un cambio de la lógica argentina, que muchas veces ha funcionado como un juego de pesos y contrapesos, y amenazas y contraamenazas".
Kirchner fue muy duro con Nazareno cuando recordó que "ayer (por anteayer) hemos escuchado con asombro las impropias afirmaciones del señor presidente de la Corte Suprema, Julio Nazareno".
El titular del máximo tribunal había acusado al Gobierno de pretender conformar una Corte "adicta", al sugerir: "Si ahora sacan a esta Corte, ¿qué cree usted que van a poner? ¿A jueces enemigos?"
Un ministro de estrecha confianza de Kirchner confió a LA NACION que el Gobierno está "preocupado por buscar un mecanismo transparente de designación de jueces".
Kirchner calificó las declaraciones de Nazareno de "impropias por el cargo que ostenta". Además, las juzgó de "impropias por lo que sugieren, impropias por la presión que tratan de esconder".
Otra muestra de que el Presidente insinuó intentos de negociar la inmunidad por parte de la Corte fue el párrafo en el que dijo que Nazareno era "el pasado que no entiende lo nuevo, que se resiste a encarar cambios, no entiende que no estamos dispuestos a negociar el resultado de cuestiones que la Corte Suprema tiene que resolver y que largamente exceden las cuestiones económicas que se explicitan para confundir a los ciudadanos".
Algarabía
En el momento de la emisión del mensaje en la Casa Rosada todavía se vivía un clima de algarabía porque el Presidente había tomado juramento, minutos antes, al secretario de Turismo y Deportes, Germán Pérez, y al procurador del Tesoro de la Nación, Carlos Sánchez Herrera, y al síndico general de la Nación, Alberto Iribarne, en una breve ceremonia en el Salón Sur del palacio gubernamental.
Pero el conflicto abierto entre la Casa Rosada y la Corte Suprema de Justicia dominó toda la jornada de ayer.
El secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, previamente, había minimizado la posibilidad de que el Gobierno convocara a un plebiscito para conocer la opinión de la ciudadanía. "Lo que Kirchner dijo es que no descarta hacer un plebiscito, no que tiene la decisión tomada de hacerlo", dijo a LA NACION.
Pero advirtió: "Se puede haber empezado a estudiar, porque falta una reglamentación, pero no hay precisiones".
Parrilli agregó que "la posición del Gobierno es no poner obstáculos de ningún tipo para que el Congreso avance y mantenernos firmes en no aceptar negociaciones a espaldas de la sociedad".
Fuentes calificadas del Gobierno interpretaron que el discurso de Kirchner fue una acusación directa y muy dura a los miembros de la Corte Suprema. "Kirchner resolvió abrir varios frentes al mismo tiempo, pero todos ellos son el menemismo", dijo la fuente consultada, en relación con la depuración de las cúpulas en las Fuerzas Armadas, la remoción en la Policía Federal, el PAMI y, ahora, en la Corte Suprema.
La decisión, aseguran, sigue siendo atacar "al menemismo hasta sacarlo de los lugares que solía frecuentar".
El enemigo, dicen, sigue siendo el mismo: el ex presidente Carlos Menem.
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