Kicillof se reunió con la expresidenta y esquivó el debate financiero
No quiere que el Gobierno pueda usar una definición suya para culparlo de la crisis cambiaria
"Queremos llevar tranquilidad a la gente y esperamos que el Gobierno actúe con mucha responsabilidad". Parado en la puerta de su casa, rodeado de micrófonos y cámaras, Axel Kicillof midió cada palabra y se escurrió en cuanto pudo. Todavía faltaban dos horas para que abrieran los mercados.
La cautela no fue improvisada. Fue una primera muestra de la estrategia que el candidato a gobernador bonaerense se trazó para el día después de la derrota aplastante de Mauricio Macri ante Alberto Fernández y de su victoria, también rotunda, con casi el 50 por ciento de los votos, sobre María Eugenia Vidal en las PASO.
"La decisión fue hablar lo menos posible, justamente para que no dijeran que el mercado reaccionó a algo que dijimos nosotros. Está claro que acá el que tiene que hacerse cargo es el Gobierno. Si sostuviste el dólar artificialmente durante meses, cuando la realidad te explota en la cara, tenés que hacerte cargo", explicaron la estrategia a LA NACION cerca de Kicillof. Esa forma de manejarse en público se extenderá a la campaña para las elecciones del 27 de octubre. "Vamos a extremar la prudencia. Esa es una de las ideas claves para lo que viene", resaltaron.
En el entorno de Kicillof dicen, fuera de micrófono, lo que Alberto Fernández brama en público: "Es el Gobierno el que tiene que responder por la falsa calma [cambiaria] de las últimas semanas y el que tiene que gobernar los próximos cuatro meses. Cogobernar no se puede".
En línea con la estrategia de comunicación, Kicillof intentó ayer mantener la rutina. Por la mañana, después del encuentro breve con la prensa en su casa de Agronomía, llevó a sus hijos a la escuela. A la vuelta, contestó algunos de los mensajes de WhatsApp que tenía acumulados, unos 500, y las llamadas a los intendentes bonaerenses del PJ. Anteayer había hablado con casi todos (son 65 en total) para intercambiar números y análisis antes de la difusión de los datos oficiales.
Por la tarde participó de la reunión con Fernández, Cristina Kirchner y Matías Lammens en el Instituto Patria. "Fue como un festejo más, pero más íntimo", contaron cerca del exministro de Economía. Además de la alegría por la victoria, evaluaron los próximos pasos y se decidió seguir de cerca la situación económica. También en ese ámbito se acordó que lo mejor, para Kicillof al menos, es hablar lo menos posible y reforzar su perfil de candidato a gobernador. "Tiene que quedar claro que las variables macroeconómicas son responsabilidad del gobierno nacional, de este y del que venga, y que, si se repiten los resultados de ayer [por el domingo] Axel va a ser gobernador".
El bajo perfil supone no acordar entrevistas para los próximos días. Esa es la premisa de partida, pero puede cambiar. "Esto es día a día, hora a hora a veces. Por ahora, no va a hacer nada. Mañana [por hoy] recalculamos", graficó un integrante de su equipo de comunicación.
Terminada la cumbre en el Instituto Patria, Kicillof buscó a sus hijos en la escuela, en otro intento de sostener la vida cotidiana lo más inalterada posible.
Para retomar la campaña, el exministro esperará por lo menos dos semanas. En su equipo de campaña creen que no solo él necesita descansar. También el electorado necesita un buen respiro de la campaña antes de que vuelva a empezar. La dinámica será la misma: acumular kilómetros en el Clío de su amigo Carlos Bianco, pero aprovechando la información que dejaron las PASO.
"Hoy tenemos claro dónde nos fue mejor, dónde podemos mejorar y dónde nos fue mal. Y son datos, ya no suposiciones. Vamos a usar ese mapa preciso para afinar la estrategia y hablarles, sobre todo, a los que no nos votaron", explicaron a LA NACION desde el entorno del candidato.
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