Kicillof, el soldado de Cristina que mantuvo el bastión principal del kirchnerismo
El gobernador, que logro la reelección, reporta a la vicepresidenta como única jefa; el vínculo con Máximo Kirchner y con los intendentes
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El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, consiguió retener con su victoria de este domingo el territorio clave del kirchnerismo, donde basa su sustento político, por cuatro años más. Incondicional de la vicepresidenta Cristina Kirchner, a quien responde sin medias tintas, es el representante del kirchnerismo duro que quedó mejor parado, tras transitar un período de gobierno en el sillón de Dardo Rocha que no estuvo exento de polémicas y momentos bisagra.
Kicillof, economista recibido en la Universidad de Buenos Aires que tuvo un vertiginoso ascenso a los primeros planos de la mano de Cristina Kirchner, fue ministro de Economía entre 2013 y 2015, los dos últimos años de gobierno de la actual vicepresidenta.
La estatización de YPF, que aún hoy tiene consecuencias para el Estado argentino, es uno de los puntos más calientes de su papel en ese cargo estratégico.
Su relación con Máximo Kirchner, diputado nacional y presidente del Partido Justicialista bonaerense, no es de la misma fidelidad que la que caracteriza su vínculo con Cristina. Con el diputado y jefe de La Cámpora tiene períodos de cercanía y otros de mayor distancia. Durante buena parte de la campaña, un rumor persistente fue que el hijo de la vicepresidenta guardaba cierto enojo para con el mandatario provincial por su vocación por eludir una posible candidatura presidencial que resumía destinada al fracaso.
En lugar de la postulación al cargo máximo nacional que suponía inmolarse por el proyecto kirchnerista, Kicillof siempre prefirió la apuesta por su reelección, una jugada más al alcance de la mano. Dentro del universo camporista, tiene vínculos cercanos con Eduardo “Wado” de Pedro y Mariano Recalde, pero nunca perteneció a la estructura de La Cámpora.
El mandato de Kicillof como gobernador (período que inició luego de transitar el gobierno de Mauricio Macri en una banca de diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires) tuvo un punto clave desde lo político en septiembre de 2021 cuando, después de la derrota bonaerense del Frente de Todos en las PASO ante Juntos por el Cambio, debió aceptar una reformulación de su gabinete que incluyó el corrimiento de su mano derecha, Carlos Bianco, de la Jefatura de Gabinete para que ingresara Martín Insaurralde. En ese movimiento de nombres, que incluyó la llegada al equipo bonaerense también de Leonardo Nardini y Cristina Álvarez Rodríguez, se evidenció la influencia total de Cristina Kirchner: Kicillof viajó a El Calafate para cerrar esas incorporaciones en una reunión con la expresidenta.
Un año antes, una rebelión policial había puesto a Kicillof contra las cuerdas. Para afrontar un aumento de sueldo para los efectivos, el presidente Alberto Fernández le quitó un punto de coparticipación a la Ciudad de Buenos Aires. El conflicto, que llegó a las puertas de la quinta de Olivos, fue uno de los momentos álgidos que vivió Kicillof con Sergio Berni, el ministro de Seguridad que sostuvo en el cargo durante todo su mandato.
Si bien tuvo el respaldo de los intendentes peronistas, que se alinearon con su candidatura a la reelección, los caciques territoriales no lo consideran uno de su tribu. El gobernador tampoco destinó esfuerzos a construir un armado político bonaerense que aglutine a los jefes comunales del PJ. Con los opositores, tuvo numerosos cruces por cuestiones como el reparto de fondos. Cultiva una mejor relación con los intendentes radicales que con los enrolados en Pro.
Kicillof basó su campaña en el slogan “Derecho al futuro”, con el que buscó contrastar con sus competidores. En sus filas igualaban a Néstor Grindetti (Juntos por el Cambio) y Carolina Píparo (La Libertad Avanza), al considerarlos exponentes de proyectos de achique del Estado.
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