Kicillof corre el riesgo de perder poder en la Legislatura y pone en juego su aspiración a 2023
En caso de perder la primera minoría en Diputados y no lograr revertir la mayoría opositora en el Senado, el Gobernador estará obligado a negociar los dos años que le quedan de mandato
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LA PLATA.- El gobernador Axel Kicillof admitió que este domingo se juega el futuro. El resultado del sufragio no sólo definirá un nuevo mapa de poder en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. También el sueño presidencial del mandatario empezará a estar en juego.
El primer golpe será en la Legislatura, si se repite el resultado de las PASO. Todo indica que no logrará arrebatar el control del Senado a la oposición. Tambalea, incluso, la posibilidad de conservar la primera minoría en Diputados, donde hasta ahora el Frente de Todos pudo votar sin negociar consensos. Una Legislatura totalmente adversa es el peor de los escenarios para Kicillof para gobernar los próximos dos años con miras a 2023.
No se trata sólo de números: la Cámara alta es fundamental para nombrar jueces, disponer impuestos y tomar deuda sin pedir permiso a la oposición. Juntos comenzará a delinear su proyecto para 2023, desde ese espacio de poder donde tendrá acorralado a Kicillof.
El candidato a diputado nacional Diego Santilli llegó a la provincia de Buenos Aires para forjar el sueño presidencial del jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. Y ya hay quienes lanzaron al ex vicejefe de la Ciudad como candidato a gobernador en dos años.
Kicillof y Larreta estuvieron lado a lado del presidente Alberto Fernández para delinear los destinos del país en pandemia: este domingo se juega el futuro para determinar quién tiene más peso electoral en aquella foto, en una línea de largada a la sucesión.
En ese triángulo de poder Kicillof tiene la responsabilidad de aportar una victoria en la provincia -que reúne 17 millones de habitantes- para el Frente de Todos. En cambio, una derrota lo consagrará como artífice de un gobierno debilitado. En lo inmediato lo obligará a negociar con la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner y con los intendentes nuevos cambios en su Gabinete, donde quiso mantener férreo control.
Una debacle por más de cuatro puntos, tal como fue en las PASO, afianzará las aspiraciones de sus competidores internos en el Frente de Todos. No sólo para poner en duda su proyecto presidencial. Más aún, pondrá en duda la aspiración de mínima de reelección como gobernador en dos años.
La elección de este domingo definirá el peso de Kicillof en otro triángulo de poder que formó con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y el presidente del bloque Máximo Kirchner. Los tres tienen aspiraciones presidenciales en el oficialismo. El gobernador intentó despegarse de la campaña electoral antes de septiembre, para hacer foco en la gestión. Pero finalmente entendió que la gestión está en plebiscito.
Kicillof ya adelantó el discurso para exculparse ante una resultado adverso: “En las elecciones legislativas el electorado puede hacer otras cosas porque no vota a quién va a gobernar”, dijo a modo de anticipo.
No obstante, empieza a reconocer que el voto lo condicionará en la gestión. El Frente de todos ha elaborado una serie de proyectos de ley para gestionar la Provincia: un programa para el empresariado del futuro, la adhesión a la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos, de Infancias Respetadas y la ley provincial de Humedales son algunas de las iniciativas que pretende impulsar el oficialismo.
En las próximas semanas deberá ´presentar el Presupuesto y la Ley Impositiva 2022. Hay mucho más que leyes en juego: Kicillof siempre aspiró a tener mayoría en el Senado para forzar un juicio político al procurador Julio Conte Grand, propuesto por la exgobernadora María Eugenia Vidal.
El Senado tiene, además, que aprobar los pliegos de tres ministros de la Suprema Corte provincial que están vacantes. Además hay que renovar ocho asientos en el Banco Provincia y el pliego del Defensor del Pueblo. No es un dato menor: Guido Lorenzino, que fuera senador del Frente de Todos, jugó a favor del gobierno en los controles de precios.
Kicillof aún no mandó las propuestas para los cargos que deberá renovar: espera tener un mayor respaldo en las urnas para designar a los jueces de la corte sin negociar con sus adversarios. Hasta diciembre, al no contar con quórum propio en Diputados y al ser Juntos mayoría en el Senado, el destino de estas propuestas se encuentra sujeto a negociaciones con la oposición.
Si se repitiera el resultado de la votación en las PASO, la oposición quedaría aún en mayoría por un voto en el Senado, donde ahora tiene 26 senadores sobre 20 del oficialismo.
En el Frente de Todos miran con especial interés la Cámara alta, donde se definirá mucho más que leyes desde diciembre próximo. “Ellos van a crecer, nosotros un poco menos”, reconoció una fuente en la Gobernación. La expectativa está centrada en la séptima sección. Lo ideal sería meter un senador por esa sección donde perdió por más de veinte puntos en la primera vuelta. El milagro sólo podría llegar en caso de lograr un 33 por ciento de los votos allí, para quedar empatados en el Senado, según expresan en el oficialismo.
En la Cámara baja también se esperan movimientos tectónicos: en caso de perder la primera minoría -si se repite la diferencia de las PASO- la oposición podría reclamar la presidencia del cuerpo. El Frente de Todos querrá imponer a Mariano Cascallares, exintendente de Almirante Brown, para reemplazar a Federico Otermin, pero Juntos podría quedar en condiciones de reclamar a un hombre propio, a riesgo de paralizar las votaciones de presupuesto y Ley Impositiva para el año próximo.
“Tenemos que llenar las urnas de votos para el Frente de Todos”, casi suplicó en las últimas horas el Gobernador. Le habló a 17 millones de habitantes, que desde este domingo comienzan a marcar su futuro.
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