Juntos por el Cambio: el ala moderada se desmarca de los “halcones” de Pro y busca tender puentes tras el llamado al diálogo de De Pedro
Manes, Lousteau y Morales coinciden en la necesidad de bajar la confrontación; escepticismo por las idas y venidas del Gobierno sobre el eventual llamado al diálogo
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La pretensión del ministro del Interior, Eduardo De Pedro, de activar una convocatoria a la oposición para preservar la convivencia democrática después del atentado contra Cristina Kirchner vuelve a exponer las tensiones entre el ala dura y el sector dialoguista de Juntos por el Cambio (JxC).
Hastiados de ser arrastrados por las posturas intransigentes de los “halcones” de Pro, representantes moderados de JxC perciben que el ataque que sufrió la vicepresidenta podría ser un punto de inflexión, que genere un escenario propicio para saltear la grieta y buscar consensos básicos entre las principales fuerzas políticas. “Muchos en Pro también creen que es momento de bajar un cambio y están incómodos”, dice uno de los referentes parlamentarios del espacio.
Si bien desconfían de la Casa Rosada por la reacción de los altos mandos del Frente de Todos ante el intento de homicidio a la vicepresidenta -acusaron a la oposición, medios y la Justicia de haber sido los instigadores del hecho por los “discursos del odio”-, Gerardo Morales, Martín Lousteau, Emiliano Yacobitti y Facundo Manes coinciden en la necesidad de bajar el nivel de confrontación y, con matices, se muestran dispuestos a lograr una mayor articulación entre los distintos actores políticos. Con la excepción de Lousteau, todos ellos dialogaron con De Pedro durante los últimos días. En esos contactos reservados el ministro les transmitió su intención de convocar al diálogo a opositores para “reencauzar la convivencia democrática”.
Antes de que el referente de La Cámpora pusiera en marcha una ronda de llamados para tantear un eventual acercamiento, varios dirigentes de JxC intercambiaron mensajes con representantes del cristinismo. Por caso, Morales le hizo llegar a Cristina Kirchner, a través de Mariano Cabral, secretario de la vicepresidenta, un recado para solidarizarse por el intento de atentado. Lo propio hizo la funcionaria larretista María Migliore, quien se comunicó con Andrés Larroque, otro de los jerarcas camporistas que llamó “a parar la locura”.
En su cruzada por alejar a Juntos por el Cambio de los extremos del macrismo, Manes -quien ya se diferenció cuando evitó firmar el pedido de juicio político al Presidente por sus polémicas declaraciones sobre el fiscal Diego Luciani- está dispuesto a tender puentes entre la oposición y el oficialismo. En sus últimas intervenciones públicas, el médico dijo que el atentado contra la vicepresidenta fue un “llamado de alerta” y que los “fanatismos y el odio nos pueden llevar a ser un país inviable”. En ese marco, llamó a dialogar “más allá de las diferencias”. “Sin diálogo vamos a tener más pobreza, violencia y desigualdad. Los problemas de fondo de la economía son la falta de confianza y de políticas de Estado”, dijo a CNN Radio. En el entorno de Manes repiten que la sociedad está “harta de la grieta” y subrayan que la única forma de estabilizar la economía es que la política se ordene. El propio médico aseguró que percibe que, tras el atentado a la vicepresidenta, hay una “oportunidad” y un “caldo de cultivo para generar algo nuevo”. Manes imagina una coalición transversal, que le brinde sustentabilidad a un plan a largo plazo. Por caso, coquetea con un eventual acuerdo con Juan Schiaretti.
Pese a su predisposición a “tender la mano”, los laderos del médico no ocultan su desconfianza por el llamamiento del oficialismo. Temen que la invitación del Gobierno sea una apuesta coyuntural. Por eso, Manes se mueve con prudencia y no piensan cortarse solos. De hecho, en su contacto telefónico con De Pedro, el médico le pidió al ministro que hiciera la convocatoria por los canales institucionales. Y se excusó de participar en la misa porque viajaría al sur del país.
“Los que piden bajar un cambio son los primeros que tienen que bajar un cambio y todos tenemos que tranquilizar los ánimos. La gente la está pasando muy mal y la política se tiene que ocupar de los problemas de la gente”, sostuvo ayer Morales en diálogo con radio Mitre.
En Evolución Radical, la fuerza de Lousteau y Yacobitti, también respaldan la idea de “bajar los decibeles” y lograr una mayor articulación del sistema político. Fue uno de los temas que hablaron Lousteau y Yacobitti con Schiaretti en su última visita a Córdoba. Los referentes de la UCR porteña consideran que la dirigencia podría mostrar una reacción en conjunto para “mejorar la discusión pública”. Yacobitti habló con De Pedro sobre la necesidad de encontrar un formato (ya sea a través de los partidos o en el ámbito universitario) para que la política “se siente a dialogar”. Eso sí, el diputado entiende que el oficialismo y la oposición deben mostrar señales claras para construir un campo de entendimiento. “Los dichos de Mayans no ayudan. Tienen que hacer una autocrítica”, dicen.
La improvisada convocatoria del Gobierno, sin una hoja de concreta, generó confusión entre los jefes opositores. El chat que comparten los jefes partidarios de JxC se activó poco después de que trascendió que De Pedro había sondeado a dirigentes del espacio. “El nivel de locura es total. Ellos no están en una arena democrática. Yo no voy a ningún lado”, bramó Patricia Bullrich.
A diferencia de Morales, que se mostró proclive a explorar un acercamiento tras el atentado, aunque su escepticismo en torno a la convocatoria de De Pedro creció con el correr de las horas, Bullrich considera que no hay clima para que exista un diálogo con el oficialismo después de que Fernández y La Cámpora apostaran por un discurso “faccioso” y “antidemocrático”. En el ala dura de JxC sospechan que el kircherismo busca dividir a la oposición.
En el larretismo insisten en que el Gobierno desperdició la chance de hacer una convocatoria por la pacificación y unidad nacional apenas se conocieron las imágenes del intento de atentado. La radicalización del discurso de Fernández y la amenaza de una ley contra los discursos del odio, aseguran en Uspallata, dinamitan cualquier acercamiento. “Es una agenda distractiva”, aseguran. Hasta ahora, el jefe porteño no recibió ningún llamado del oficialismo.
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