Juntos por el Cambio: la vuelta a clases cristalizó las tensiones internas entre "moderados" y "duros"
Desde que Mauricio Macri abandonó la Casa Rosada, dos modelos de Juntos por el Cambio conviven en permanente tensión. Las diferencias entre "duros" y "moderados" de la coalición opositora se consolidan a medida que se acercan las elecciones. En la última semana, las internas volvieron a quedar expuestas a raíz de la disputa con el kirchnerismo por el regreso a las clases presenciales.
Como había ocurrido con la discusión por el pliego de Daniel Rafecas o los banderazos contra el Gobierno en medio de la cuarentena, los principales exponentes de ambas líneas internas, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, exhibieron diversas estrategias y estilos para abordar el reclamo por la vuelta de la presencialidad.
Hace ocho días, horas antes de la movilización convocada por la cúpula de Juntos por el Cambio para exigir la vuelta a las aulas en todo el país, el jefe de gobierno porteño recibió al ministro de Educación, Nicolás Trotta, en la sede de Uspallata y ratificó el inicio del ciclo lectivo.
En la cúpula del Ejecutivo porteño consideran que el anuncio de Larreta le quitó "relevancia" a la movilización impulsada, sobre todo, por Bullrich. "Perdió interés. Por eso, la convocatoria fue tan baja y tuvo poca repercusión. Entendemos que para ellos era difícil bajarla", comenta un alto funcionario de la Ciudad.
La foto de Larreta con Trotta generó lecturas disímiles en la coalición. "Sabíamos que se iban a juntar y decidimos seguir adelante igual con la marcha. No fue contradictorio. La lucha por la educación es más global que una reunión con Trotta", aseguran cerca de Bullrich.
En cambio, otros integrantes del ala dura no ocultaron su malestar con Larreta. "Los tres partidos nos manifestamos frente del Ministerio de Educación y él va y se junta con Trotta. Fue como una contra cumbre", señala un dirigente macrista.
Tensiones
Mientras que Bullrich, apadrinada por Macri, se muestra hiperactiva como presidenta de Pro, Rodríguez Larreta no se corre un centímetro de su libreto: se enfoca en la gestión, teje para ampliar el espacio y pide postergar las discusiones electorales. No descuida su proyecto presencial, pero camina con pies de plomo en la carrera hacia 2023. Esa actitud inquieta a varios de sus aliados que demandan definiciones más nítidas y acciones más claras, sobre todo a aquellos que pretenden alejar a la oposición de los extremos del macrismo duro. "Yo vengo con esto, no me da lo mismo que se rompa", les responde el alcalde a los que le piden "jubilar" a Macri.
En el larretismo le quitan relevancia al enfrentamiento con la presidenta de Pro, pero admiten que las tensiones podrían crecer a la hora de armar las listas para las legislativas. Es más, fogonean delfines propios -desde María Eugenia Vidal hasta Fernán Quirós- para obstaculizar la posibilidad de que Bullrich encabece la lista de diputados nacionales en la Ciudad. "Al no tener un rol de gestión, ella puede tener un perfil extremista y tirar de la cuerda. No sabemos a qué va a apuntar", dice un estrecho colaborador de Larreta. "Tenemos distintas miradas o diferencias tácticas, pero en lo estratégico estamos de acuerdo", señala un armador del alcalde.
En tanto, Bullrich, quien se mantiene muy cerca de Macri -dialogan con mucha frecuencia- y exhibe sintonía con Alfredo Cornejo y Miguel Ángel Pichetto, aspira a influir en el armado de las listas en la Ciudad de Buenos Aires. "La lapicera no la va a tener Larreta en la Capital. Él es el jefe de gobierno", avisan cerca de la exministra. Según un dirigente que la frecuenta, Bullrich cree que un triunfo contundente en las legislativas la posicionaría como potencial candidata a presidenta en 2023.
"Con Larreta tienen visiones distintas sobre cómo hay construir la nueva unidad. Hay un sector que trata de armar un panperonismo", afirman desde el ala dura. Un dato curioso: en ese punto existe una coincidencia entre Bullrich y Elisa Carrió, escudera del proyecto de Larreta.
El tablero bonaerense
La ausencia de un liderazgo claro en Juntos por el Cambio también aviva la interna del espacio en la provincia de Buenos Aires, epicentro de la batalla con el kirchnerismo. Frente a la indefinición electoral de Vidal, el tablero bonaerense de la coalición opositora luce desordenado.
Los referentes de Pro esperan que Vidal acepte encabezar la boleta de Juntos por el Cambio de diputados nacionales en las próximas legislativas. Creen que su eventual postulación ordenaría la interna, facilitaría un acuerdo con Emilio Monzó y permitiría sumar a Margarita Stolbizer (GEN). Pero Vidal duda entre volver a competir en la provincia, una apuesta de riesgo, o regresar a la Ciudad. "No está definido y lo va a decidir más adelante, pegado al cierre de listas", aventura un dirigente muy cercano a Vidal. Y advierte: "Si María Eugenia juega, juega en la provincia".
La incógnita sobre el futuro de Vidal comienza a impacientar a intendentes y concejales de Juntos por el Cambio en el distrito. "Hay que evitar fugas de gente que venía trabajando con nosotros. Joaquín de la Torre ya se fue con Monzó", comenta un dirigente de Pro.
Frente a las dudas de la exgobernadora, Diego Santilli, Jorge Macri y Cristian Ritondo buscan posicionarse para pelear por la provincia en 2023. El vicejefe de gobierno porteño tiene el aval de Larreta para caminar el territorio bonaerense, mientras que Ritondo es apadrinado por Vidal. Ambos comparten una mesa con el intendente de Vicente López y jefe de Pro en el distrito, quien se muestra reticente a las incursiones de dirigentes porteños, como Santilli, en Buenos Aires.
En la provincia también juegan sus fichas Pichetto y Elisa Carrió. La líder de la CC ya avisó que pretende ser candidata a diputada en los próximos comicios y no descarta ir por la gobernación en 2023. "Sabe que la provincia es vital para el proyecto nacional", afirman cerca de Lilita, que trabaja en tándem con el dúo Larreta-Vidal.
En los últimos días Carrió recibió en su chacra de Exaltación de la Cruz a Jorge Macri y al intendente de Lanús, Néstor Grindetti, para analizar el armado bonaerense. "Hablamos de ampliar, pero con límites. No podemos ir a un panperonismo. No hay que caer en las trampas de los heridos que deje el kirchnerismo", señalan desde la CC. Hace poco, Carrió también se juntó con Bullrich para limar viejas asperezas. "Fue una charla personal y política. A nosotros nos preocupan los extremos, eso nos diferencia de Patricia", explican.
La irrupción de Carrió en el terruño bonaerense complica un eventual acuerdo de Larreta con Monzó, otro dirigente peronista que aspira a pelear por el sillón de Axel Kicillof, y Rogelio Frigerio, quienes tejen un armado propio en la provincia. "Puede haber una interna, pero hay margen para construir consenso", confían en el larretismo.
El senador nacional Martín Lousteau volvió a irrumpir la semana pasada en la provincia para apuntalar a Gustavo Posse, rival de Maximiliano Abad en la interna por la conducción de la UCR bonaerense. La definición de esa disputa será clave para el futuro perfil del espacio en la provincia.
Mientras Larreta y Bullrich miden fuerzas, Macri se muestra preocupado por la ofensiva del kirchnerismo sobre la Justicia.
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