“Junio bisagra”: el Gobierno acelerará la vacunación con la pandemia al límite
En Casa Rosada aseguran que dejarán atrás los problemas de suministro y que el mes entrante llegarán entre siete y diez millones de dosis; alarma por los contagios en invierno
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El Gobierno asiste a una carrera de larga distancia, mano a mano, entre la campaña de vacunación y la pandemia. Por ahora, la inoculación corre muy de atrás, frente a un nivel de contagios y de ocupación de camas de terapia intensiva que avanza muy veloz. Pero el gabinete de Alberto Fernández apuesta a acortar posiciones a partir de un flujo de vacunas que termine con los enormes baches de aprovisionamiento de los últimos meses. En la Casa Rosada todos coinciden: junio será un “mes bisagra” y por ahora tiene final abierto.
El objetivo que se trazó el Gobierno este mes es inocular con una dosis a las casi 15 millones de personas que integran los grupos de riesgo antes de que empiece el invierno. Es decir, antes del 21 de junio. Si eso ocurre, la gestión de Fernández lo presentará como un hito.
La ministra de Salud, Carla Vizzotti y la asesora presidencial, Cecilia Nicolini -las dos funcionarias designadas por Fernández para negociar las dosis- consiguieron, de palabra, un compromiso de los dos proveedores principales de la Argentina. Rusia prometió remitir “entre tres y cuatro vuelos mensuales” y “un millón de dosis de Sputnik V cada dos envíos”. Astrazeneca, que debe cumplir con un contrato de 22,4 millones de dosis, apalabró también un flujo de tres a cuatro vuelos por mes. Y, según el último acuerdo con Sinopharm, habría dos millones de dosis del producto chino el mes entrante.
“En junio tendremos entre siete y diez millones de dosis a las que podrían sumarse las de Covax y las de Richmond, si terminan exitosamente su producción”, aseguró una importante fuente de la Casa Rosada.
Desde el inicio del confinamiento, en tanto, llegaron 2,7 millones de vacunas y mañana arribarán 2,1 millones más.
Claro que podrían haber incumplimientos. En cada envío hay dos procesos de último minuto que pueden fallar: la prueba de calidad final de los lotes y la cuestión logística, que debe calibrar el trabajo de los forwarders en origen (que hacen el traslado que realiza Andreani acá) y la disponibilidad del vuelo.
Aún así, en la Casa Rosada confían en dejar atrás los problemas de suministro de dosis y en cambio “exigirle” velocidad a los centros de vacunación provinciales. Antes de la pandemia, en la Argentina se aplicaban 3 millones de vacunas por mes. El Gobierno y los gobernadores esperan elevar ese ritmo a 5,5 millones de aplicaciones mensuales. “Ahora se pone a prueba con qué ritmo puede vacunar la Argentina”, dijo una fuente oficial.
Curva ascendente
Algunos especialistas advierten que hace falta inocular al 70% de la población (mayores de 18) para “dar vuelta la página” de la pandemia con una inmunidad de rebaño, como se vio en los Estados Unidos, el Reino Unido o Israel. La meta, sin embargo, está muy lejos por el alto nivel de transmisibilidad que tiene hoy la Argentina y la llegada del invierno. En el Ministerio de Salud advierten que, si no se baja la circulación, la curva seguirá creciendo.
Un importante funcionario que mira todos los días el tablero de la pandemia advirtió a LA NACION: “Es imposible saber cuándo vamos a poder ganarle a la pandemia con la vacunación. Nos quedan tres meses duros, de cuidado intensificado. Porque el invierno favorece la transmisión del virus por los espacios cerrados y la poca ventilación. Y las curvas también dependen del cumplimiento de las medidas sanitarias en las provincias”.
Además de los cruces con Horacio Rodríguez Larreta por las clases presenciales, en la Casa Rosada también hay enojo con las provincias de Córdoba, Mendoza y Santa Fe. El gobernador santafecino, Omar Perotti, por caso, le pidió más respiradores a Fernández. “Yo te los doy, pero vos no podés fabricar terapistas”, le respondió el jefe de Estado.
Aquellos que solo leen curvas epidemiológicas, le recomiendan al Gobierno un lock down permanente durante el plan de vacunación. Pero después del nivel de cierre que tuvo el 2020 (algunos en Casa Rosada reconocen, con el diario del lunes, que fue un error) a Fernández le resulta impracticable.
Lo que sí aventuran en el Gobierno es que el cierre de nueve días (que culmina hoy) no será el último. No existe un “masterplan” de cierres intermitentes, sino más bien un “vamos viendo” de acuerdo a los datos epidemiológicos. La variable que suscita mayor atención oficial es el nivel de ocupación de las camas de terapia intensivas sobre todo en el interior donde hay menos capacidad de derivación.
“No sabemos cuándo lo haremos, lo que sabemos es que hay que hacer cierres focalizados, intensivos, intermitentes y tempranos. Esto último es lo más difícil, por la resistencia de las autoridades locales. Hay un mensaje que no termina de permear”, se quejó un importante funcionario que trabaja mano a mano con el Presidente la cuestión sanitaria.
Los datos de los últimos días, que superaron los 40.000 casos diarios, no torcieron la decisión de reabrir actividades a partir de mañana. El Gobierno tiene poco margen político y social para ir en contra de la letra del DNU, a pesar de la imprevisibilidad que adquirió la toma de decisiones. Un importante colaborador oficial resumió: “Junio es nuestro mes bisagra para ver la incidencia de la vacunación y tratar de evitar el colapso”.
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