Jujuy, una provincia sitiada por las protestas que respira una calma incómoda después del caos
Continúan los piquetes y los cortes de calle y se espera un nuevo reclamo de los opositores a la reforma de la Constitución que impulsó Gerardo Morales; destrozos y vandalismo
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SAN SALVADOR DE JUJUY.– En el centro de la capital jujeña se espera una doble tormenta. La llovizna intermitente augura lluvias para la tarde, a la vez que, sobre las calles próximas a la Legislatura provincial -donde ayer se desató el mayor conflicto entre uniformados y manifestantes- policías, empleados municipales y vecinos respiran una calma incómoda, mientras esperan la próxima protesta, prevista para dentro de unas horas.
En el Puente Gorriti, que cruza el río Xibi y separa al microcentro jujeño del barrio Bajo Gorriti, decenas de barrenderos municipales limpian los restos de las protestas de ayer, rodeados por el doble vallado policial. “Ayer arrancaron pedazos de asfalto de las calles para tirar cascotes. Encontramos tiradas las cadenas de motos que se usaron para romper autos. También saquearon negocios. El nivel de violencia fue terrible”, cuenta Ezequiel Torres, barrendero, mientras junta con su escoba piedras, latas, cáscaras de mandarinas y vidrios rotos.
Ayer, por esas calles pobladas de casas bajas y comercios minoristas, se desarrolló durante varias horas la disputa cuerpo a cuerpo entre la policía y los manifestantes. Los efectivos de seguridad intentaron neutralizar la protesta con balas de goma y gases lacrimógenos. Los militantes respondieron con piedras y proyectiles de metal. El choque se extendió desde la Legislatura hasta el Parque Xibi Xibi, que cuenta con un río casi seco que atraviesa el centro de la ciudad. De allí los manifestantes se absastecían de las piedras para atacar a los efectivos de seguridad.
Como consecuencia, esta mañana, un auto totalmente incinerado y varios con las ventanas y las puertas rotas reposan sobre la playa de estacionamiento de la Legislatura. Marta Cristina (59, empleada administrativa) es la dueña de uno de los vehículos dañados, un Fiat Siena que compró junto a su hermano con todos sus ahorros en 2015 y que ayer fue utilizado como barricada por los manifestantes. “Casi me muero cuando me enteré. No paraba de llorar. Luché toda mi vida por tener un autito. No estoy con Morales, odio a todos los políticos de la provincia. Pero la verdad es que desde que está él finalmente estábamos en paz en esta zona”, cuenta, desde la puerta de su casa, que heredó de sus padres, frente a sede legislativa jujeña.
La vecina todavía recuerda a Milagro Sala parada en las escalinatas del edificio público, desde donde coordinaba las protestas de la Organización Barrial Tupac Amaru. “Más de una vez por semana la calle se llenaba de manifestantes. Hacían acampes y asados acá, abajo de mi casa. Yo tenía que pedir permiso para poder poner un pie afuera. Eso dejó de pasar cuando la Milagro fue presa. Y la situación de ayer fue parecida a las que vivíamos antes”, suma. A diferencia de las antiguas movilizaciones, ayer, dice, la mayoría de las personas que expresaban su repudio a la reforma de la constitución provincial eran jóvenes.
A las afueras de la capital, las principales rutas de Jujuy continúan con tramos cortados por grupos piqueteros, algunos de ellos sin identificación política. La reforma de dos artículos que afectaban a los pueblos originarios y su posesión de tierras fue momentáneamente suspendida ayer, antes de la firma de la versión final de la constitución provincial. Pero ello no implicó la mitigación de la violencia. Todo lo contrario: las manifestaciones en el centro de la capital y los bloqueos de los principales accesos recrudecieron. Hoy, las retenciones del tráfico siguen, aunque cada unos 30 minutos los manifestantes permiten la circulación de vehículos. Rodeados por llamaradas de goma, los activistas piden la renuncia del gobernador Gerardo Morales.
A metros del aeropuerto, sobre la ruta 66, que conecta la ciudad de Perico con la capital, el líder de uno de los cortes recién se entera de que las modificaciones de los dos artículos que más resistencia generaban entre los pueblos originarios -el 50 y el 36- fueron suspendidas, pero de todas formas no muestra gran alivio. ”Si no han tratado ese tema, estamos contentos, pero pedimos la renuncia de Morales. No nos quieren dejar manifestar. De a poco nos van sacando todos los derechos”, dice el hombre, que prefiere no dar su nombre, pero se define como un productor de hortalizas de la zona de Perico y afirma no estar afiliado a ningún movimiento social.
Esperan en fila vehículos y camiones que están atrapados en el piquete. Entre estos, un colectivo interurbano con una propaganda del gobernador electo, Carlos Sadir, el delfín de Morales, totalmente destruída. Los cortes se repiten en otras rutas, como en la nacional N°9, a la altura de Tilcara, foco de los desmanes el sábado pasado.
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