Juego pendular: los senadores “swing” que le permitieron a Milei salvar la Ley Bases con alianzas circunstanciales
Son los legisladores de la oposición que hicieron movimientos oscilantes según la votación, con aportes decisivos para aprobar pero también para rechazar artículos clave para el Gobierno
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Javier Milei supo admitir que su meteórico ascenso en el poder se produjo a raíz de una “triple carambola”. O suele predicar que “la victoria no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo”. Desde ahora, el Presidente también podrá utilizar esos aforismos para graficar las razones que le permitieron al Gobierno alzarse con su primer triunfo en el Congreso, a seis meses del recambio de mando.
Después de semanas de apuros, peleas internas y negociaciones frustradas, Milei consiguió salvar la Ley Bases con un agónico desempate que obligó a intervenir a la vicepresidenta y titular del cuerpo, Victoria Villarruel. De esa manera, el líder de LLA evitó asomarse al precipicio en el arranque de una fase crucial de su gestión. Es que un escenario de derrota podía desembocar en una grave crisis institucional o un estremecimiento en los mercados.
La noche en que la Cámara alta aprobó el set de leyes económicas de Milei estuvo cubierta de sorpresas, intrigas y desplantes. La conquista libertaria no solo se explica porque el Gobierno se vio forzado a hacer decenas de concesiones –hubo cambios estratégicos en el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) y el blanqueo– para cerrar trajinados acuerdos, sino porque Milei contó con apoyos inesperados de aliados circunstanciales en el Senado.
Una radiografía de las votaciones refleja que Martín Lousteau (UCR), Maximiliano Abad (UCR), Natalia Gadano (Alianza por Santa Cruz), José Carambia (Alianza por Santa Cruz), Carolina Moisés (UxP), Lucila Crexell (JxC), Mónica Silva (Juntos Somos Río Negro), Carlos Espínola (Frente Todos), Edgardo Kueider (Unidad Federal), Guillermo Andrada (FDT) y Pablo Daniel Blanco (UCR), entre otros, fueron jugadores pendulares.
Todos ellos no tuvieron un patrón de voto definido. En otras palabras, apelaron a un doble juego para fijar sus posicionamientos políticos y graduar el nivel de acercamiento o alejamiento de la Casa Rosada.
Dependiendo el tema a consideración o la etapa del debate, los senadores pendulares le asestaron un duro golpe a la Casa Rosada, donde los lamentos se echaron a rodar por el revés que sufrieron capítulos centrales de la reforma fiscal, como ganancias, moratoria previsional, bienes personales. En cambio, en otras batallas de la extensa sesión, los aliados “swing” ayudaron a Milei a reunir una mayoría ajustada de adhesiones, ya sea por acción u omisión. Por eso, la foto de los resultados es confusa.
El juego de Lousteau y Abad
Por caso, Lousteau, quien votó en contra de la Ley Bases y, así, se desmarcó del resto de la bancada radical, colaboró con Milei con un aporte decisivo en la construcción del quorum, la primera batalla trascendental que ganó el miércoles el oficialismo. Allegados al jefe de la UCR se jactan de que rechazó los sondeos del kirchnerismo para pergeñar una estrategia orientada a “voltear” la aprobación de las reformas. “Si hacíamos un acuerdo con el kirchnerismo, Milei hoy no tenía ley”, señalan un interlocutor habitual de Lousteau, quien choca con los gobernadores Alfredo Cornejo o Gustavo Valdés, propulsores del ala cooperativa de la UCR. Pese a ese gesto, Lousteau, que había elaborado un dictamen propio, votó en contra de la delegación de facultades, las emergencias o el RIGI. Eso sí: aprobó en general el paquete fiscal. Luego rechazó Bienes Personales y Ganancias. Sus detractores en la UCR creen que dio quorum o acompañó en general el paquete fiscal para preservar el vínculo con el santafesino Maximiliano Pullaro, el único gobernador alineado con Evolución. También especulan que piensa en el armado porteño en 2025 y evalúa una alianza con Leandro Santoro, a través del PJ capitalino. Los radicales leales al jefe del radicalismo lo niegan.
En los últimos días, Lousteau masculló bronca con el Gobierno por la filtración de la reunión con Francos y el giro de fondos a la UBA, donde el radicalismo porteño mueve los hilos. ¿Quedó en un callejón sin salida tras ese frustrado acercamiento o apostó a confrontar con Milei con la mira en la esquema electoral de las elecciones de medio término?
Abad también jugó su partido e intentó ubicarse en una tercera posición en el mapa radical. Mientras Cornejo y Valdés, que sufren la asfixia financiera por la recesión y la amenaza política de Milei en sus territorios, empujaron al bloque a acompañar a la Casa Rosada, y Lousteau quiso ser un abanderado de la resistencia sin bloqueos, Abad procuró enviar señales al electorado y al Gobierno. Por un lado, exhibió que no pretendía poner trabas y votó a favor en general de la ley bases y el set fiscal. Al mismo tiempo, rechazó delegación de facultades –mantuvo la tradición de la UCR, que solo avaló una prórroga a favor de Mauricio Macri en materia social–, la restitución de Ganancias –por el efecto del ajuste en la clase media– y reclamó cambios en el RIGI –limitaciones y guiños a la industria nacional– o la inclusión del monotributo social. El oficialismo también cedió en el financiamiento de las obras públicas en ejecución en las provincias, ante la presión de Guadalupe Tagliaferri (Pro), quien además consiguió cambios en el blanqueo de capitales.
Carambia y Gadano, aliados inesperados en una batalla crucial
Los movimientos en la mesa de arena de Guillermo Francos, jefe de Gabinete, y Santiago Caputo, el guardián del relato, contemplaban el factor sorpresa. Incluso, horas antes del arranque de la maratónica sesión, Francos reconocía que el oficialismo se enfrentaba a un escenario muy ajustado y no ocultaba su temor a que una jugada imprevista hiciera caer artículos clave. Su inquietud estaba centrada en la delegación de facultades al Presidente.
Pareciera que el Gobierno logró salvar ese artículo trascendental para el programa económico de Milei por un milagro. De hecho, Carambia y Gadano, que responden al gobernador Claudio Vidal, votaron en general de forma negativa, pero se ausentaron de la votación en particular de los capítulos de la ley bases -facultades delegadas, entre ellos-. Esa jugada misteriosa le permitió al oficialismo aprobar las delegaciones, que rechazaron Abad o Lousteau. Las fuerzas del cielo.
En la oposición dialoguista sospechan que Carambia y Gadano negociaron ausentarse a raíz de la discusión con Francos por las regalías mineras -se mantuvo la suba del 3% al 5%-. Luego, ambos volvieron al recinto para avalar el blanqueo y la moratoria. Tiempo y movimiento, variables clave de la ejecución de un voto crucial. “El Gobierno corrió de atrás, pero amenazó con sacarles las regalías por el desplante del quorum; por eso creo que terminaron dando una mano”, aventura una fuente del Senado al tanto de las conversaciones. Escurridizos, Carambia y Gadano apelaron a un silencio estratégico tras la sesión.
Sorpresas
Blanco (UCR) sorprendió al apoyar la delegación de facultades, ya que había anticipado que no acompañaría ese artículo. En su discurso destacó que habían logrado presionar a Milei para que retire Aerolíneas Argentinas, el Correo y Radio y Televisión Argentina (RTA) de la lista de empresas a privatizar. También podrá ofrendar en su distrito la eliminación del artículo 111, que habilitaba al Poder Ejecutivo a incrementar los recursos públicos en hasta un 2% del PBI mediante la supresión o modificación de exenciones y gastos tributarios y de beneficios impositivos. Era una amenaza latente para el régimen de promoción industrial de Tierra del Fuego, que está plagado de recelos e intereses políticos, aunque el Gobierno descarta su eventual eliminación con el argumento de que es un “derecho adquirido”. ¿Los diputados de la Coalición Cívica y Hacemos Coalición Federal insistirán con ese artículo, que presiona a Milei y Luis Caputo? Es lo que descuentan popes radicales. Desafíos para los libertarios en el billar a tres bandas del actual tablero político.
Para armar el colchón de votos que le permitió edificar la primera victoria legislativa, Milei apeló a las conocidas recetas de la “casta”. Negoció acuerdos con gobernadores y referentes provinciales, abrió canales de diálogo para consensuar modificaciones y hasta apeló al aparato gubernamental para persuadir a los indecisos con promesas de puestos codiciados a cambio de ayuda.
Por caso, Lucila Crexell, que tenía encaminada su designación como embajadora ante la Unesco, votó alineada con el oficialismo. Los peronistas Kueider (Entre Ríos) y Espínola (Corrientes) fueron blanco de las críticas de Cristina Kirchner, apoyaron la ley bases y el paquete fiscal, pero rechazaron capítulos clave, como Ganancias. El juego pendular de Silva (Juntos Somos Río Negro) también fue decisivo en la caída de Ganancias o Bienes Personales. La jujeña Moisés, en tanto, sorprendió al respaldar el RIGI, Ganancias, la moratoria y el blanqueo. Se trata de una opositora al radical Carlos Sadir, sucesor de Gerardo Morales.
Milei encara ahora el segundo semestre con el alivio de haber sorteado una prueba de fuego decisiva en la Cámara alta, donde el PJ impuso capacidad de influencia desde el retorno de la democracia. Sin embargo, deberá atar acuerdos perdurables en el Congreso si no quiere depender de una carambola para dar muestras de capacidad para implementar el programa de gobierno. “Estamos ante un gobierno imprevisible y no hay una línea clara para hacer oposición. Es un juego de tres fuerzas, ya no de dos, como ocurrió durante el kirchnerismo”, retrata un experimentado referente del ala dialoguista de la UCR.
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