Juan Martín Mena, el alfil de Cristina Kirchner que también busca la nulidad en el caso del pacto con Irán
El viceministro de Justicia es otro de los acusados en el expediente. En su paso anterior por el Ministerio comandó la Unidad AMIA y fue querellante en primer juicio por el encubrimiento del mayor atentado terrorista de la historia local.
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Juan Martín Mena es el viceministro de Justicia, pero en rigor es mucho más que eso. Auténtico hombre fuerte de la cartera de la calle Sarmiento, es la persona de mayor confianza de Cristina Kirchner en materia de estrategia judicial. Y es, además, junto con Carlos Zannini, los únicos funcionarios actuales procesados en la causa por el Pacto de Entendimiento con Irán. Con argumentos casi idénticos a los de la exmandataria hoy también pidió la nulidad del caso.
Mena habló durante cincuenta y ocho minutos desde uno de los despachos del Ministerio, en la audiencia frente al Tribunal Oral Federal (TOF) 8. Vehemente, con su exposición cerró la audiencia que empezó alrededor de las 13 con la declaración de la vicepresidenta y sostuvo que la causa es parte de una “persecución judicial” que encabezó en su momento el expresidente Mauricio Macri.
A diferencia de Fernández de Kirchner, Mena no estuvo entre los denunciados por el ex titular de la UFI AMIA, Alberto Nisman, el miércoles 14 de enero de 2015, cuando la presentación desató un cimbronazo general. Por entonces era el flamante segundo de la Inteligencia local, a la que había llegado apenas un mes antes, luego de que la entonces presidenta descabezara la cúpula integrada por Héctor “Chango” Izcazuriaga y Francisco “Paco” Larcher.
Su llegada al edificio de la calle 25 de Mayo fue desde el Ministerio de Justicia al que había entrado más de una década antes y en el que llegó a convertirse en subsecretario de Política Criminal y a la par, jefe de Gabinete del entonces ministro, Julio Alak. Allí también conoció al propio Nisman, con quien tuvo un trato fluido por la causa AMIA.
Es que por aquellos días en el ministerio tenía bajo su órbita la Unidad AMIA, que fue querellante por parte del Estado en el primer juicio por el presunto encubrimiento del atentado ocurrido en julio de 1994. Fue en lo que se conoció como “el desvío de la pista Siria”, que dejó al descubierto las promiscuas relaciones entre la política, la justicia y los servicios de Inteligencia.
Ese debate comenzó el 6 de agosto de 2015 y entre los 13 acusados tuvo a otro expresidente: Carlos Menem. Esa mañana, Mena arribó a los tribunales de Comodoro Py, atestados de prensa local e internacional. Fiel a su bajo perfil, apenas se dejó ver y casi no hizo declaraciones. Saludó a varios familiares, con muchos de los cuales aún hoy guarda buena relación, y dejó el protagonismo a la entonces abogada de la Unidad, la hoy ministra Elizabeth Gómez Alcorta.
Junto a ella, tras la salida del kirchnerismo del poder, abrirían un estudio jurídico sobre la avenida Rivadavia, a pocos metros del Congreso de la Nación. Mena combinó esa actividad con el asesoramiento a Cristina Kirchner en el Senado y consolidó así un vínculo que había comenzado cuando él estaba en el Ministerio y se encargó de coordinar la reforma del Código Penal durante el segundo mandato de la vicepresidenta.
Fue en 2017 cuando la causa por el Pacto con Irán se reactivó que el impulso del fallecido juez Claudio Bonadio y el fiscal Gerardo Pollicita, llegó hasta él. Bonadio lo procesó en diciembre de ese año, pero a diferencia de lo que sucedió con varios de los otros involucrados, no le dictó la prisión preventiva. Gómez Alcorta fue su primera abogada y luego, tras su designación como ministra en el gobierno de Alberto Fernández, renunció a la representación. Asumió en su lugar Marcos Aldazabal, socio de ambos y quien hoy estuvo en la audiencia virtual.
Mena es mencionado por varios quienes conocen por su paso en el caso AMIA como una de las personas que “más y mejor conoce” ese complejo entramado judicial. De hecho fue él mismo quien encabezó la delegación enviada a la sede de la Secretaría General de Interpol, en la ciudad de Lyon, Francia. Un punto que se tornó en un elemento para la acusación judicial que hoy se busca derribar.
“Esta causa fue una farsa desde el día en que nació. Todas las resoluciones judiciales estaban prescritas, predestinadas y en nada interesaba lo que teníamos para decir o las pruebas que se realicen”, afirmó hoy tras asegurar que cuando asistió a su indagatoria se ofreció a responder preguntas del juez pero le dijeron que no tenían ninguna para hacerle.
A la hora de pedir la nulidad, la defensa de Mena consideró que “la conducta que se le atribuye fue completamente apegada a la ley, no constituye un delito”. En tanto apuntó que consideró que la reapertura de la denuncia de Nisman “fue propiciada por dos jueces que debieron haberse excusado de intervenir en el trámite y que, sin embargo, no lo hicieron”. Fue en referencia a los camaristas Gustavo Hornos y Mariano Borinsky, blanco también de la vicepresidenta, por las visitas a la Quinta de Olivos y Casa Rosada durante la gestión de Macri.
Durante la jornada de hoy, Mena siguió atento toda la audiencia. La primera hora fue de Cristina Kirchner, luego fue el tiempo de la defensa de Andrés “el Cuervo” Larroque y más tarde el de la suya. Durante 58 minutos habló del caso y lo hizo con vehemencia. Mostró el perfil más exacerbado que construyó en el último tiempo, en el que dejó el perfil más bajo por uno que implica mayor confrontación y declaraciones de alto voltaje.
Ese perfil contrasta con el que reconocen en privado amigos y no tanto. Quienes lo tratan tanto de la justicia como de la política resaltan que en su personalidad radica gran parte de su capital político. Incluso quienes se ubican en sus antípodas reconocen sus formas y su dedicación full time al trabajo.
Señalado como el hombre detrás de la estrategia judicial para mejorar el escenario judicial de Fernández de Kirchner, son varios los que le adjudican logros a Mena. Sostienen que lentamente ese derrotero acumula gestos y buenas noticias, como el cierre de “dólar futuro” y la posibilidad que entusiasma al cristinismo que con Pacto con Irán se siga ese mismo camino.
Otros creen que son “gestos” de la Justicia, más que nada, “de tiempo”. Aluden así que se trata de causas más políticas que judiciables. “Solo que se acortaron los plazos”, afirman.
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