Juan Carlos Romero: “La mayoría de dos tercios para nombrar a los jueces de la Corte depende del kirchnerismo”
El senador por Salta aseguró que la llave para nombrar a Lijo y García-Mansilla la tiene la bancada que responde a Cristina Kirchner y le pidió al Gobierno mayor diálogo con el Congreso; crítica al ministro Caputo y elogios para Victoria Villarruel y Guillermo Francos
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Una sonrisa pícara se dibuja en el rostro de Juan Carlos Romero cuando se le pregunta si va a votar a Ariel Lijo y a Manuel Garcia-Mansilla, candidatos del Gobierno para la Corte Suprema de Justicia. “No, yo espero que primero apoye el kirchnerismo; si ellos apoyan, a mí no me cuesta nada sumarme”, afirma y remata su respuesta con una risa cargada de picardía.
Con más de 50 años en la política y transitando su tercer período consecutivo como senador, su mandato vence el año próximo, Romero es hoy un aliado casi incondicional del Gobierno y dice compartir en su totalidad los objetivos trazados por Javier Milei. Tampoco tiene quejas por el modelo económico, aunque sí para su ejecutor. “El ministro no es tan locuaz, no sale a convencer a la gente”, dijo sobre Luis Caputo.
“El Gobierno no va a tener mayoría legislativa el año próximo, por lo que debe cuidar a sus aliados en el Congreso si quiere sacar leyes”, le advirtió a la Casa Rosada antes de elogiar los estilos dialoguistas de la vicepresidenta Victoria Villarruel y del jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
-¿Cómo evalúa al Gobierno?
-Si lo miramos por la propuesta, coincido plenamente. Siempre cualquier gobierno tiene cosas en las que uno no está de acuerdo, pero coincido cien por cien con los objetivos que expresó el Presidente en Tucumán. Por ahí puedo disentir en la metodología o en las formas que él expresa las relaciones internacionales, a veces polemizando. Confió en que, si cumple con el programa, Argentina tiene que salir adelante.
-¿Coincide con algunas de las críticas que se le hacen al Gobierno?
-Muchas de las críticas que se hacen no son referidas a las causas de los problemas, sino que están referidas a los efectos. Claro, pobres hay muchísimos, hay jubilados que están angustiados, hay gente que innecesariamente estaba en el Estado que se tiene que quedar sin trabajo, aunque sea lamentable; la inflación era un problema tremendo que, ahora, es un problema igual grave, pero de menor dimensión. Y van a aparecer otras demandas: la reactivación, la necesidad de que haya confianza para invertir, que haya crecimiento. El tema es que en Argentina el kirchnerismo, que tiene dominado y domesticado al peronismo con su ideología de socialismo del siglo XXI, nunca va a admitir que nos han traído lentamente al desastre en 20 años, porque gobernaron 16, pero cuatro sabotearon y tiraron piedras. Los kirchneristas están convencidos de que hicieron las cosas bien porque sus dirigentes tenían los privilegios del poder, y a la gente pobre la calmaban con planes y programas. Creo que para salir de esa decadencia hace falta hacer algo distinto.
-¿Qué criticaría del modelo económico de Milei?
-Tal vez no es el modelo, sino la comunicación objetiva. El Presidente no tiene muchos voceros del tema económico que desplieguen una acción de convencimiento. Creo que a la gente hay mostrarle esperanza, el camino. Uno ve los titulares y sólo se habla de las consecuencias y eso hace que muchos se equivoquen. Cuando Cristina Kiichner, sin ningún basamento técnico ni científico, dice que el problema de Argentina no es el gasto ni la emisión, sino que no hay dólares, me está contando la consecuencia. ¿Por qué no hay dólares? Porque la gente los quiere guardar y conservar y no quiere el peso. Falta más gente que salga a defender los cambios. El ministro (de Economía, Luis Caputo) no es tan locuaz como debería serlo, tan elocuente para convencernos de lo que está haciendo.
-¿Qué siente cuando el Presidente habla de degenerados fiscales, de “la casta”, que es un nido de ratas. ¿Lo ofende? ¿Lo entiende?
-(Se rie) Obviamente que esas expresiones fastidian, aunque no me doy por aludido y a la palabra casta yo le doy otra interpretación, no la considero peyorativa. La dirigencia política existe en todos los países del mundo y si es una dirigencia política democrática y que, además, no hemos participado jamás en un golpe militar y que hemos tenido posiciones de defensa de los derechos humanos y en defensa de la libertad y de la igualdad, me parece una casta muy buena.
-¿Por qué el peronismo sigue alineado detrás de Cristina Kirchner?
-Hay una crisis de liderazgo, no hay una dirigencia nacional, federal. No hay tantos dirigentes de envergadura en las provincias del peronismo. Hoy día veo que la dirigencia está un poco decaída, pero la representación política tiene una crisis no sólo en Argentina sino en el mundo. Mire el dilema de Estados Unidos, entre dos candidatos que tiene más dificultades que soluciones, no pudieron encontrar una camada de gente joven que renueve. ¿Que tiene que pasar en el peronismo? Tiene que haber una renovación, una generación que sea democrática, republicana y que vuelva a los orígenes del pensamiento peronista y no que sea sólo el afán de llegar a un cargo.
-El Gobierno ya piensa en las elecciones legislativas de 2025. ¿Cómo ve el escenario electoral del año próximo?
-Se va a polarizar la grieta entre los que están a favor y en contra de Milei. Y dentro de los que están a favor seguramente tendrán que sumarse lo que era Cambiemos, sobre todo el Pro, me imagino. Gobernadores de partidos provinciales se podrían sumar a ese modelo. Y va a quedar un peronismo duro, el kirchnerismo, como oposición. Va a ser más complicado recrear la tercera vía, la ancha avenida del medio no va a existir. No van a ser partidos, pero van a ser frentes que van a estar a favor o en contra del gobierno el próximo año.
-¿En ese escenario, dónde se ubica? ¿Prefiere ser “absorbido” por el oficialismo, como diría Patricia Bullrich, o mantener independencia política?
-Va a haber una dilución. Por ejemplo, el radicalismo. ¿Cuál va a ser su posición? Es complicada. No creo que el radicalismo pueda ser una tercera vía. Defenderán sus distritos, sí, pero en orden nacional no creo que haya una tercera opción el año que viene. Así como creo que, aunque al gobierno le vaya muy bien, no va a mejorar su performance legislativa. Por eso, el gobierno tiene que advertir que tiene que hacer un diálogo constructivo con los aliados, sacar del discurso político la agresión al Congreso. Desde el punto de vista de sacar leyes, el gobierno debería cuidar a los aliados a través del diálogo político.
-¿Victoria Villarruel tiene ese perfil dialoguista?
-El estilo de Villarruel es de diálogo y de ponderación de la realidad. Como pasó con el DNU. Por más esfuerzo que hiciéramos todos de frenarlo, cuando usted tiene pedidos de sesión especial de 42 legisladores, de antemano sabe que son 42 votos en contra. Entonces, no hubo otra que tratarlo, no se lo pudo evitar. A eso hay que sumarle que hay muchos nombramientos que requieren dos tercios y, como está dada la naturaleza de la conformación de los cuerpos legislativos, hace años que estamos imposibilitados de hacer muchas cosas que están pendientes. Creo que debe darse este año y el que viene la forma de encontrar un diálogo que permita destrabar esto.
-En el caso de la Corte el kirchnerismo tiene la llave de los dos tercios con sus 33 votos. ¿Habría que sentarlos a la mesa de diálogo?
-Claro, por qué no.
-Porque parece que no quieren saber nada con negociar, al menos a la luz el día, con este Gobierno.
-Pareciera que es difícil, complicado, pero por ahí es necesario llegar a acuerdos. Poco a poco hay que generar las condiciones para que en algunos temas superemos el antagonismo. Por eso hace falta que el discurso del gobierno, la disposición, sea positiva. La capacidad de diálogo que tiene el jefe de Gabinete (Guillermo Francos) parece un cambio positivo.
-¿Cree que podrían alcanzarse los dos tercios para aprobar a los jueces de la Corte?
-Eso depende del kirchnerismo, y nos vamos a dar cuenta después de las audiencias, que van a ser interesantes porque vamos a poder ver los cuestionamientos y las adhesiones que tienen los candidatos; más las preguntas, que van a ser muy profundas. Si el kirchnerismo acompaña los dictámenes, para nosotros es mucho más fácil acompañar. Ahora, hacer un dictamen en minoría, sabiendo que el kirchnerismo no va a acompañar, es asegurar el fracaso de la sesión.
-¿Usted va a votar a los dos candidatos?
-No, yo espero que primero apoye el kirchnerismo (se ríe). Si el kirchnerismo apoya a mí no me cuesta nada sumarme. No tengo opinión porque sería prejuzgar, ni siquiera conozco a las personas y menos las escuché. Tal vez después podemos hacer lo mismo con el Procurador y con otros cargos. Si uno se queja de la grieta, no puedo quejarme cuando se logren grandes consensos. No es que no me quiera definir, sino que lo que va a servir para cubrir esos dos cargos en la Corte va a ser la actitud del kirchnerismo.
-¿Conoce o se reunió con alguno de los candidatos?
-No, de nombre, nada más.
-¿No le parece un problema que no haya una candidata mujer?
-Por supuesto. Si a mí me preguntan, creo que deberían haber enviado una mujer. Es el primer cuestionamiento mío, más allá de los candidatos que, como dije, son personas que no conozco y por eso no puedo objetarlas.
-¿Entonces, el cupo de genero no sería impedimento para votar a los candidatos?
-Habría que acordar algo con el Gobierno. La presencia de la mujer tiene que estar saldada de alguna manera.
-Pero si se votan estos cargos se completa la Corte.
-Bueno, pero se puede acordar que la Procuración sea para una mujer y compensemos de esa manera, con el compromiso de que la próxima vacante en la Corte sea para una mujer.
-¿Qué opina de ampliar la Corte?
-A mí no me gusta. La cantidad no es garantía de agilidad.
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