Jorge Sarghini, sobre la reforma de la movilidad jubilatoria: "Nos resistimos a seguir emparchando sistemas que ya no admiten parches"
En medio de los planes de reforma tributaria y la media sanción del proyecto de ley de movilidad jubilatoria –a través del cual el oficialismo pretende introducir una fórmula similar a la que rigió durante el gobierno de Cristina Kirchner–, el diputado Jorge Sarghini dijo a LA NACION que el sistema previsional "no cierra" y que es urgente "agrandar la masa de contribuyentes".
En Consenso Federal, el bloque al cual pertenece el exsecretario de Hacienda de Eduardo Duhalde, ya adelantaron que no acompañarán el plan previsional del Ejecutivo. "Nos resistimos a seguir emparchando los sistemas que ya no admiten parches. Hemos fijado esto casi como una ley de hierro", sostuvo Sarghini, quien, además, fue crítico con la coalición gobernante: "El oficialismo no tiene una visión uniforme respecto de la negociación con el Fondo, y no ha dado señales claras acerca del rumbo de la economía".
–¿Hacia dónde cree que debería estar orientada la reforma tributaria que el ministro de Economía, Martín Guzmán, contempla para 2021?
–La reforma tributaria debería combinar distintos aspectos. Desde el punto de vista teórico, tiene que apuntar a mejorar la eficiencia y la equidad. En el caso argentino, en el que la presión tributaria ha crecido un 60% en los últimos 20 años, y supera el 50% para quienes están en la economía formal, debería incluir una reducción de esa presión. Pero resulta complicado bajar los impuestos con este nivel de déficit. Ese es el centro de la cuestión: ya no hay forma de pensar en una reforma tributaria sin pensar en un mecanismo para formalizar a quienes están fuera del sistema.
"Hay que encontrar la forma para agrandar la masa de contribuyentes. El sistema ya no cierra"
Hoy tenemos una evasión en IVA que se estima, con mucha prudencia, en el 35%. No todos los evasores lo son porque tienen una voluntad de esquivar las leyes impositivas. Ser evasor, para muchos (fundamentalmente, pequeños y medianos empresarios), es una decisión económica en base a un análisis de beneficio-costo. Si cumplen rigurosamente con la carga tributaria, se funden. Hay que encontrar la forma para agrandar la masa de contribuyentes. Con esta informalidad, el sistema ya no cierra.
–En esta línea, ¿cómo evalúa la eficiencia de los alrededor de 14 impuestos creados o ampliados desde que asumió el presidente Alberto Fernández?
–Van en contra de esta idea. Además, tienen ese error que se viene cometiendo, que es seguir emparchando sistemas que ya no admiten más parches. Hay que repensar el Estado y encontrar una nueva forma de optimizar la relación entre los mercados y la sociedad. En ese marco hay que discutir las reformas tributaria y previsional. De lo contrario, estamos pensando en una Argentina en donde el 50% está afuera.
–Y la reforma jubilatoria, ¿qué características debería tener?
–Lo mismo. Hay que partir de la base de que hoy el 50% de los trabajadores privados están en la informalidad. El sistema está quebrado por el nivel de informalidad de la economía, que no está incorporado en el debate político. La informalidad ha pasado a ser el talón de Aquiles, la restricción central para encontrar una estabilización macroeconómica y para encarar el crecimiento.
–El bloque de diputados de Consenso Federal ya anticipó que no acompañará el proyecto de reforma previsional del oficialismo. ¿Hay algo de la propuesta que pueda ajustarse para tener su aval?
–No, no. Nos resistimos a seguir emparchando los sistemas que ya no admiten parches. Hemos fijado esto casi como una ley de hierro. Esto no quita que, naturalmente, alguna fórmula se votará, pero nadie puede decir, en este nivel de inestabilidad macroeconómica, cuál es la mejor fórmula para que los jubilados y pensionados no pierdan su mínima capacidad de compra. Cualquier componente que se fije finalmente dependerá de lo que pase con la economía.
"El sistema está quebrado por el nivel de informalidad de la economía, que supera el 50% de los trabajadores"
–Entonces, ¿cuál es el margen de acción?
–El margen de acción se ha agotado. Hay que revisar las fórmulas, pero eso no puede hacerse sin reconocer que tenemos que abordar las cuestiones de fondo. No hay solución fiscal si no hay solución en el sistema previsional, y no hay solución en el sistema previsional con el 50% de los trabajadores privados afuera. Es necesario tener un diagnóstico común acerca del objetivo final, para empezar a diseñar cuestiones de transición. Finalmente, llegamos a la conclusión de que siempre se termina ajustando sobre los sectores más débiles.
–¿Cuáles son las expectativas de poder debatir esta cuestión de fondo en el Congreso, y que no avance el proyecto en los términos que está previsto?
–Tenemos la obligación de creer que es posible empujar el debate hasta donde nuestras fuerzas den. No veo el mejor clima. Veo las dos primeras minorías que no pueden mostrar éxito en sus respectivos gobiernos, tirándose responsabilidades sobre el pasado. Veo que la agenda está dominada por los sectores más extremos, más "pro-grieta". Eso quita espacio al diálogo, a los consensos y a la moderación, que son necesarios para empezar a encontrar estos acuerdos.
–El lavagnismo, si bien está en el medio, es una pieza fundamental para apalancar al oficialismo o bajarle el pulgar. ¿Cómo funciona el bloque?
–Esto trasciende a lo que uno podría denominar "lavagnismo". Tanto en la sociedad como en las dos fuerzas políticas a las que hago referencia, hay sectores que privilegian la moderación y el diálogo, pero no son los sectores que manejan la agenda dentro de su propia fuerza. Creo que es necesario constituir una suerte de acuerdos básicos para tener un diagnóstico común a los problemas de la Argentina. En los últimos diez años, la economía estuvo estancada o cayendo. Si se cumpliera el pronóstico de las proyecciones a 2023, el producto bruto por habitante caería un 15%, el punto más bajo desde 2011, habiendo pasado tres gobiernos.
–¿El Presupuesto votado podría dar una respuesta a esa situación?
–No. En el primer trimestre no había pandemia e igual el producto cayó, y Guzmán dijo que iba a supeditar su plan económico a la negociación con el FMI. Vino la pandemia, la negociación se postergó. Yo le reconozco mérito a la negociación, pero terminó y nada cambió; esta semana se emitió deuda en dólares al 16%, cuando los países están colocando deudas entre el 1% y el 3%. Ahora, el ministro dijo que el inicio de la recuperación se encuentra dentro de las proyecciones del Presupuesto 2021. Yo no las veo. Insisto, las propias proyecciones nos estarían diciendo que, en promedio, los argentinos vamos a ser el 15% más pobres a fin de este Gobierno. Es un claro llamado a hacer un cambio de raíz respecto del rumbo y la organización económica.
"El Gobierno no da señales acerca de la existencia de una voluntad de diálogo y un rumbo económico"
–Respecto de esta negociación con el FMI, ¿genera una mejor expectativa la promulgación de la ley de fortalecimiento de la sostenibilidad de la deuda pública, que hará pasar esas decisiones por el Congreso?
–Podría ser el disparador. Pero, lamentablemente, yo observo que hay contradicciones dentro de la propia fuerza gubernamental. No tienen una visión uniforme de hacia dónde se debe orientar la negociación con el Fondo. A nadie le puede escapar que en el medio de la negociación, a sabiendas de la importancia que tiene el régimen previsional dentro del sistema fiscal argentino, el Ejecutivo envíe una fórmula que no esté mínimamente conversada, y el Senado, que tiene mayoría oficialista, cambió esa la fórmula. Entonces, hay elementos para pensar, seriamente, que el oficialismo no tiene una visión homogénea respecto del acuerdo al que hay que llegar.
–Usted fue crítico respecto de la falta de diálogo y de consenso durante el discurso que pronunció al debatirse la ley de paraísos fiscales…
–Sí. Porque me he convertido en un militante antigrieta. Si no hay acuerdos políticos respecto del diagnóstico de los principales problemas estructurales de la Argentina, es muy difícil avanzar.
–¿Cómo resumiría el balance económico del año?
–Lo más negativo del balance es que no hubo señales que generasen la confianza de que, más allá de los problemas preexistentes al Gobierno y los problemas propios de la pandemia, hubiera voluntad de establecer condiciones políticas para el diálogo y de tener un rumbo económico que mostrase un horizonte de buenas expectativas. Esto no sucedió; por algo, estamos viendo las últimas proyecciones del FMI, que está diciendo que la región va a caer el doble de lo que va a caer el mundo, y que la Argentina va a caer un 50% más que el promedio de la región. Respecto de las medidas iniciales, el Gobierno hizo lo que tenía que hacer. Contención de familias y empresas, con el IFE, el ATP y los programas sociales. En cuanto al financiamiento, la responsabilidad no es propia de este Gobierno. La Argentina no tenía instrumentos, siendo la emisión la única posibilidad. El tema es que tampoco se ha determinado cómo se iban a proyectar esas medidas que se tomaron, sin más remedio, durante la pandemia. Esto es el tema de la confianza.
"El diálogo de Lavagna con el Presidente está cargado de razonabilidad, y no influye en el comportamiento del bloque"
–La quita de la coparticipación a la ciudad de Buenos Aires, para transferir fondos a la Provincia, fue una de estas medidas, ¿sirvió de algo?
–Va en contra del diálogo político y el federalismo de concertación. Yo creo que, en su momento, fue un exceso el porcentaje de coparticipación que recibió la Ciudad, pero también considero que fue un error el decreto del presidente Fernández. Al Congreso debería haber llegado un acuerdo para votar una ley convenio, pero ya era tarde, porque el conflicto interjurisdiccional se había generado y la instancia ahora es la Corte. Hubo excesos en un sentido y en el otro.
–¿Consenso Federal tuvo lugar para presentar en la Legislatura los proyectos que tenían en agenda?
–Hemos presentado proyectos, pero la verdad es que cuesta mucho que el oficialismo trate los proyectos de diputados opositores, salvo que estén en el marco de mucho acuerdo con otros proyectos similares presentados por ellos. La expectativa que tengo es que haya más respeto con los proyectos de los legisladores que, aunque expresemos minoría, representamos un sector de la población y deberíamos ser mirados con más atención.
–Aún con un Lavagna que dialoga con Fernández, ¿no hay posibilidad de que se mire más al bloque?
–Hay un diálogo del Gobierno con [el excandidato presidencial] Roberto Lavagna que está cargado de razonabilidad, siendo que él es uno de los hombres de Estado de la Argentina. El bloque discute dentro del bloque las cosas que cree que debe hacer, y por una razón de respeto, ni nosotros le preguntamos a Roberto qué hacer, ni él nos da indicaciones. Los que integramos el bloque estamos en el sector de la moderación, somos todos dirigentes que tratamos de romper la lógica de la grieta y la falta de diálogo. Roberto fue candidato a Presidente expresando esas ideas, allí están las coincidencias de fondo, pero de ninguna manera esto significa que su diálogo personal con el Presidente influya en el comportamiento del bloque.
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