Javier Milei y un nuevo mapa de poder
Una bofetada para toda la clase política; Sturzenegger, más cerca de Economía; Randazzo y el desafío de sacar leyes; Marín, a YPF; Milei, un fenómeno novedoso del interior del país
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Se corroboró el domingo lo que veníamos viendo. Es muy difícil encontrar una partida de nacimiento a estos fenómenos. Podría decirse que hay un cambio en cámara lenta en la Argentina, en el mapa político, desde la segunda mitad del año 2020. ¿Habrá tenido que ver la cuarentena con este cambio de humor tan acelerado? ¿Cuántos factores inciden? Seguramente, una crisis económica muy larga, un estancamiento demasiado prolongado. Lo cierto es que ya hubo manifestaciones expresivas y contundentes de este cambio no en las figuras del juego sino en el tablero del juego en las elecciones de 2021, cuando empezó a achicarse la representación existente. Pierden votos lo que en aquel momento era el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Lo que sucedió el domingo no termina, pero es una marca muy importante en este proceso de transformación cuyo curso es misterioso. Estamos preguntándonos qué sentido tiene esta configuración nueva, este cambio tan rotundo en la política argentina que se expresó en la abstención en todas las provincias y en el creciente atractivo de una figura inesperada, sorprendente, que es Javier Milei, alguien que hace apenas dos años inspiraba ninguno de los pronósticos posibles de que hoy podía ser Presidente de la Nación.
La contracara de este fenómeno es una derrota importante. Primero, del peronismo. Perdió desde 2015, que es una elección comparable con la de ayer, 600.000 votos. Son una marca del achicamiento que está teniendo esta fuerza política como expresión de un cambio sociolaboral que se viene dando en la Argentina hace décadas y se aceleró con un incremento muy importante no solo en la pobreza sino en la informalidad laboral. Todo eso afecta a la representación del PJ. Pero también Milei representa, no hay que perder de vista este fenómeno, una derrota para Juntos por el Cambio. Hay que pensar en este dato: entre 2019, la elección de Macri contra Alberto Fernández, y las elecciones generales del 22 de octubre, JxC perdió 4.500.000 votos sin gobernar. Es un caso raro, de una fuerza política que sufre semejante contracción desde la oposición. Lo que vino a reemplazar Milei no es solamente al Gobierno. Viene a reemplazar, en buena medida, a la oposición.
Milei expresa un fenómeno inquietante que tiene que ver con una tendencia que no es solo argentina, que se está dando en muchas democracias de Occidente y es el rechazo a la política, derivado de un problema de insatisfacción económica. Hoy se pretende que la democracia garantice un mínimo de prestaciones económicas, un mínimo de bienestar que haga que el sistema se vea legítimo y que la magia de la representación se produzca. Hoy estamos ante una gran crisis de representación en la política argentina, que se expresa con la voluntad de un sector de la sociedad que quiere un cambio, la aparición de alguien novedoso, que tiene el raro mérito de ser un desconocido. Hay un lejano aire de familia, con todas las diferencias que pueda haber entre ambos, entre este Milei que llega a la Presidencia y aquel Néstor Kirchner que arriba en 2003 y también era un desconocido, alguien que venía del sur y al que solo se le conocía la esposa, que era legisladora. Kirchner venía con el atractivo de producir un efecto de que, al final, parecía que se “hubieran ido todos”. Milei se abrazó a la misma consigna de esta campaña: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Esto es lo que representa su aparición en la escena, su éxito en la llegada al poder.
No es solo un problema de desprestigio de la clase política, que obviamente lo tiene. Podríamos hablar incluso de descomposición, de una clase política que ha dado en los últimos años un espectáculo deplorable de acusaciones cruzadas, manipulación de la Justicia, de niveles de corrupción muy altos, manejos muy oscuros de los servicios de inteligencia. Si bien el carácter sistémico de todos estos males hay que imputárselo al kirchnerismo, se extiende a las fuerzas de la oposición.
Hay también un cambio cultural. Algo central en la política, consustancial, ha cambiado: son las formas de comunicación. ¿Cuánto tienen que ver las redes sociales en la evolución de Milei, en su despliegue electoral? Hablamos de un candidato que no solamente prescindió de un partido. También prescindió de algo que a Mauricio Macri en su momento lo tuvo atado y es la inserción territorial. ¿Cuánto tiene que ver en este cambio la mutación de las comunicaciones por la revolución del teléfono celular y el acceso de la información? Esta mutación, que es muy profunda y le pone otra velocidad y nivel de ansiedad a la política, están en la base de este fenómeno nuevo. Es importante advertirlo porque ahora Milei tiene que gobernar, ya no llegar al poder. Y las cosas cambian.
Para los que analizamos la política en términos convencionales, para los que se mueven en la política en términos convencionales, como el derrotado Sergio Massa, los miembros de “la casta”, esta nueva escena nos y los obliga a observar las cosas como en un espejo invertido. Lo que parece prestigioso lleva a la derrota. Lo que parece articulado y muy profesional, como lo fue Massa en el debate, no gusta. Gusta lo otro. Gusta el antihéroe, el que no parece político y aparenta no tener apego por el poder. Lo que le gusta a “la casta” no genera consenso. ¿Qué es lo que genera consenso? Es difícil saberlo. Gusta en Milei que no tenga los rasgos convencionales del poder.
Las imágenes también nos dan indicios del funcionamiento actual de la política. Si vemos fotos de Javier Milei, podemos notar que siempre tiene cosas en la mano. Un cuaderno o un estuche con lentes. ¿Qué significa esto para alguien que vive metido y observa la política? Es la imagen de un cuatro de copas. Nadie poderoso lleva cosas en la mano. Basta mirar al resto de los políticos. Cuando más asciende en el escalafón, menos cosas en la mano. Pasa a tener a uno que le lleva los lentes, otro que le lleva la valija y un último que le lleva el cuaderno. En el caso, por ejemplo, de Massa, si uno lo ve llegar a una reunión de empresarios, viene con diez subordinados. Eso es el poder. Yo no sé si lo de Milei es estudiado o espontáneo. Pero uno lo ve y subliminalmente piensa: “Éste es un tipo común que no tiene quien le lleve las cosas”. Y creo que, en este detalle, que exagero con una lectura arbitraria, se puede cifrar el atractivo de este hombre al que no le gusta o no le gustaría, en teoría, el poder. Ahora, ¿cuál es el problema? Que todo esto, su discurso, su vehemencia, la experiencia de que él no nos cuenta cómo estamos sino que “está como nosotros”, eso que lo lleva al poder, ¿lo sostiene? ¿O para administrar, gobernar o dar satisfacción a las cosas que prometió se requieren otras artes? Posiblemente sí. De tal manera que ahora aparece todo un sistema cada vez más visible que a este señor, que llega porque parece encarnar la idea del “contrapoder”, se le pide gobernabilidad. Y esto genera una enorme expectativa que él trata de resolver todavía no sabemos cómo. Lo estamos observando. Pasaron 24 horas desde que se lo consagró presidente.
Hubo este lunes un comunicado de la Oficina del Presidente Electo donde plantea Milei dos novedades. Primero: no va a haber más anuncios sobre designaciones hasta el 10 de diciembre. Segundo: la política económica es responsabilidad absoluta de Alberto Fernández y Sergio Massa. Es un comunicado que, para quien entiende la escena y accede a cierta información de estas horas, parece pensado para Mauricio Macri. Hubo alguna tensión con Macri en las últimas 24 horas porque trascendieron una cantidad de nombres en torno al armado del Gabinete sin la consulta previa a Macri. Algo que molesto para Macri, que tiene un mérito en toda esta saga: los integrantes del equipo de campaña de Sergio Massa creen que la proximidad de Macri le aseguró a Milei por lo menos seis o siete puntos de los que sacó en las elecciones. Por lo tanto, Macri tiene derecho a pedir ciertas reglas de juego. Las pide y aparentemente no se han cumplido del todo. ¿En qué sentido? Aparecen nombres no consultados. Y lo que es probablemente más irritante para Macri, figuran nombres del Pro que no pasaron antes por él. Pero hay un segundo mensaje: “la economía es de Massa, nosotros no vamos a hacer nada por las condiciones económicas desde acá hasta el 10 de diciembre”. Es un mensaje que es difícil explicitar del todo, pero que traduciría de este modo: si las cosas se complican, si hay una disparada de alguna variable, miren a Massa, no me miren a mí. No me voy a hacer cargo de las condiciones generales de la economía desde acá hasta el 10 de diciembre. Es una idea parecida a las que ha tenido Macri este último año respecto de la situación económica.
Más allá del comunicado, todavía no hay un ministro de Economía designado. Pero sí hay un 90% de probabilidades de que ese ministro sea Federico Sturzenegger. Sturzenegger viene hablando con la gente que rodea a Milei desde hace tiempo, sobre todo con quien va a ser el presidente del Banco Central, Emilio Ocampo. Con Ocampo estuvo bastante próximo un colaborador de Federico Sturzenegger que es el economista Mariano Flores Vidal. Hay interrogantes en Juntos por el Cambio acerca de si Sturzenegger finalmente va a ser el ministro de Economía de Milei y, en todo caso, con quiénes se va a hacer acompañar. Él tiene un núcleo de gente que lo acompañó en su equipo como presidente del BCRA en su momento. Hablamos de Andrés Neumeyer, Demian Reidel y Lucas Llach. Es decir, los que están cerca de Milei hoy miran a Sturzenegger como quien tiene que hacerse cargo de la política económica. Los que conocen a Sturzenegger, si uno les pregunta qué significa como ministro de Economía, dirían “flotación del dólar, del tipo de cambio, desde el día uno”. ¿Para qué?, ¿Flotación en el marco de una política de fortalecimiento del peso? Es un camino. ¿O flotación en una política de reemplazo del peso por el dólar? Es otro camino. Son niveles de inflación muy distintos, niveles de desprendimiento de pesos muy distintos. Es el gran signo de interrogación que plantea el proyecto Milei y que él nos avisó que no va a despejar hasta el 10 de diciembre.
Todos los profesionales coinciden con lo que Domingo Cavallo planteó hace tres semanas durante una reunión reducida en la Asociación Empresaria Argentina junto a los titulares de las principales empresas del país, cuando les dijo: “Piensen en un 2024 convulsionado. Si las cosas se hacen como deben hacerse, debería haber más inflación. Es una inflación sana, provocada porque se están corrigiendo variables. El déficit fiscal, el problema de multiplicidad de tipos de cambio, el problema que va a ligado al financiamiento de ese déficit fiscal”. La estabilización, el plan austral o el de convertibilidad, el plan estabilizador, hay que esperarlo -explicaba Cavallo- para 2025. Eso se cruza con las expectativas electorales del Gobierno y habrá que ver cómo se maneja.
Este es uno de los capítulos: el manejo de la economía. El equipo que esté al frente de los enormes problemas que tiene la economía empezaría a resolver la cuestión de la gobernabilidad.
Hay otra cuestión central para la gobernabilidad que tiene que ver con cómo este señor Milei -que llega impulsado por una oleada medianamente anárquica- logra un sistema de poder que le permita resolver las cosas que le piden desde esa oleada. Más allá del equipo económico, el segundo tema es el manejo del Congreso.
La imagen nos muestra esta composición: Unión por la Patria tiene 108 bancas, es decir, no tiene quórum propio; Juntos por el Cambio, 93 pero en ese sector hay una enorme incógnita para la política que viene. Porque JxC es UCR, más sectores ligados a Larreta del PRO; JxC es el Pro de Macri, JxC era la Coalición Cívica porque ayer Elisa Carrió anunció formalmente que se aparta de esa coalición. No es algo homogéneo. Porque dije JxC- UCR, pero no es lo mismo la UCR de Ernesto Sanz y Mario Negri que la UCR de Martín Lousteau, Emiliano Yacobitti y Gerardo Morales; incluso se está librando una lucha dentro del radicalismo entre Lousteau y Gustavo Valdés, el gobernador de Corrientes, para la conducción del Comité nacional a fin de año. Eso, tal vez, serviría como ordenador. La política argentina y el propio Milei se encuentran con un problema que es que Juntos por el Cambio estalló a partir de la derrota.
Los diputados libertarios son 38, eso es lo puro de Milei y le falta mucho para el quórum; después está la izquierda con cinco diputados, Tercera Vía con ocho, y hay otros, desperdigados, que suman cinco.
El Senado tiene otra composición. Unión por la Patria está más cerca de tener la mayoría propia porque tiene 35 bancas; Juntos por el Cambio, en la misma complejidad que en diputados, tiene 24; los libertarios son siete, Tercera vía son tres y, otros, también tres.
Milei va a necesitar una estrategia política muy inteligente para manejar el Congreso. Por ejemplo, Sturzenegger tiene un diagrama de Excel con infinidad de reformas administrativas para desregular sectores de la economía que dependerían, algunos, de leyes del Congreso. En la cabeza de Milei sería lindo borrar todo eso de un plumazo, pero está el problema de la complejidad del Estado para alguien, para un presidente, que no se ha manejado dentro del Estado y que por eso gusta. Tal vez no hubiera llegado sin ese defecto, que es una virtud para la forma en que llegó.
Para manejar este problema - el déficit parlamentario- se requieren dos figuras coordinadas: un ministro del Interior, que va a ser Guillermo Francos, alguien que viene de la política y ligado en sentido muy amplio al universo de Daniel Scioli; y un presidente de la Cámara que constituya un eje con el ministro del Interior. ¿Por qué tiene que constituir un eje? Porque las leyes no se negocian sólo en el Congreso, sino que también en diálogo con los gobernadores.
Entonces, para la gestión de leyes y la marcha de las reformas, y el funcionamiento de la administración es muy importante la figura del ministro del Interior asociada a la figura del presidente de Diputados. Para ese lugar Milei piensa en Florencio Randazzo. Ya lo dijo. Piensa en un peronista que le abra un camino en otra dirección de la coalición muy provisoria que tiene armada con Macri. Así, retrocede varios casilleros Cristian Ritondo, que era el hombre que quería ver Macri al frente de la Cámara.
Randazzo, que tiene una enemistad muy grande con el kirchnerismo, proviene de una bancada de ocho diputados. Quiere decir que, para llegar a la mayoría que lo tendría que designar presidente de la Cámara necesita que Milei la constituya desde la presidencia. Randazzo sería un presidente de Milei, no de los diputados, sería inducido y sostenido por Milei, y eso le daría a la presidencia de la Cámara un perfil especial. No sería un representante del Congreso delante del poder Ejecutivo, sino que sería el gestor de las leyes de Milei en la Cámara de Diputados.
¿Es Randazzo alguien que está convencido del tipo de orientación económica que quiere imprimir Milei a su gestión como para gestionar esas leyes dentro del peronismo y en combinación con el ministro del Interior y los gobernadores? Es un tema importante que no es de forma, es de contenido.
Randazzo tiene una buena relación con Milei forjada en que los dos convivieron en la Cámara de Diputados y hablaron mucho más de lo que se sabe durante todo este tiempo. -Sobre todo por la campaña de Milei en la provincia de Buenos Aires. Es una figura clave hoy.
No es solamente Randazzo, es también Juan Schiaretti porque fue su candidato a vicepresidente. Ahí Milei está mirando un distrito clave: Córdoba. Schiaretti y Martín Llaryora, el nuevo gobernador. En esa provincia, Milei sacó el 75% de los votos y Massa sacó 25. Massa suponía que para ganar la elección debía llegar a un 32 o 35 % en Córdoba. Le confió esa tarea a Juanjo Álvarez ¿Fracasó Juanjo Álvarez? Según como se miren los números, no. Porque Massa en esta elección, respecto de lo que sacó en la general, subió 12 puntos en Córdoba. En términos aislados, tuvo un éxito en Córdoba. Ahora, en relación con lo que necesitaba para ganar, se quedó corto. Ahí está Milei mirando Córdoba y buscando en su mapa ubicar en algún lugar a Randazzo y, a través suyo, a Schiaretti y a Llaryora.
Hay otro problema en cuanto a la gobernabilidad: las reformas. ¿Hay que mandar muchas leyes o hay que mandar, similar a aquel Roberto Dromi de fin de los años 80 con Menem, una ley ómnibus? Una gran reforma del Estado donde se reforma todo: temas tributarios, de administración, cuestiones de regulaciones.
Los que asesoraron en su momento a Macri para un proyecto reformista consideran que es un problema el de la ley ómnibus. Porque se abre otro frente para la gobernabilidad, que es el frente judicial. Milei ya nominó a su ministro de Justicia: Mariano Cúneo Libarona, un penalista. En términos irónicos, “el penalista de la casta”. Tiene un vínculo con Milei forjado en el lugar donde Milei pareciera haber realizado su experimento de socialización más importante: la Corporación América de Eudardo Euernekián. Durante muchísimos años, hasta ahora, Cúneo Libarona fue el principal abogado penalista de la familia Eurnekián.
Él va a tener un problema central, que no es el Fuero Penal Federal, que conoce como la palma de su mano, sino que el problema va a estar en el contencioso administrativo. Son nombres de jueces que uno no registra demasiado, pero son los que deciden, ante una medida determinada de estabilización económica, de reforma de un mercado, de modificación de un sistema monetario, si le da la razón o no a esa ONG desconocida que se presenta reclamando un derecho. Vamos a ver mucho de esto. ¿Hay alguien al lado de Milei estudiando algo que parece muy cifrado pero puede ser estratégico, que es la viabilidad judicial de todo ese gran paquete de reformas que tiene pensado Sturzenegger?. No sabemos, pero sería clave, porque uno de los frentes que tiene que enfrentar cualquier programa de reforma y estabilización de la economía en la Argentina - y mucho más uno tan ambicioso como el de Milei, que hoy prometió privatizar todo el sistema de medios públicos- es el frente judicial, no solamente el frente parlamentario. Ahí va a haber otro abogado muy controvertido: Santiago Viola. Es el apoderado de La Libertad Avanza - alguien que ha tenido problemas penales muy graves- a quien le piensan dar la Secretaría de Legal y Técnica o la procuración del Tesoro, es decir, la jefatura de los abogados del Estado, el lugar desde donde hay que litigar en Tribunales cuando se traban esas reformas administrativas.
Está definido otro cargo: Guillermo Ferraro, ministro de Obras Públicas, muy importante para el esquema de poder de Milei porque es a quien el libertario le debe todo el proceso de fiscalización del balotaje en todo el país. Ferraro es un hombre que viene de la política, era una figura muy relevante en el entorno de Antonio Cafiero. Y fue el dirigente político de San Isidro que le dijo a esa pareja de jovencitos que estaban desesperados por obtener el poder y querían saber, recién casados, donde radicarse para que la carrera sea más rápida: “Vayan a vivir a Tigre, donde no hay peronismo, hay vecinalismo y ustedes pueden reemplazarlo”. Ferraro fue el hombre clave para que Milei le gane a ese jovencito Massa ya crecido en años y candidato a presidente.
Hay una ficha muy importante que está a punto de despejarse, es una carta que probablemente se termine de dar vuelta en las próximas 48 horas: la conducción de YPF, donde va a ir a un experto en petróleo y gas, sobre todo, en producción. Se llama Horacio Marín, es un hombre con mucha trayectoria en el mercado de los hidrocarburos, de la energía. Milei ya le ofreció el cargo, también se lo ofreció Eduardo Rodríguez Chirillo, que sería el encargado de Energía. Y, probablemente, Marín llevaría para el área de finanzas de YPF, que es crucial, a Matías Tamburini, un experto que en su momento tuvo responsabilidades en Estados Unidos en el Deutsche Bank.
Otro frente sumamente relevante, con una agenda complicada, es la Cancillería. Ahí va Diana Mondino. Eso está decidido. Es importante porque las relaciones internacionales entre países se han vuelto facciosas. Por momentos prevalecen las simpatías ideológicas, los alineamientos de facción política por sobre los intereses del Estado, y eso complica las relaciones entre estados. Hay dos ejemplos, uno es el vínculo con Jair Bolsonaro y con su hijo Eduardo, y con quien fue canciller de Bolsonaro, Ernesto Araujo, que ayer saludaba desde el búnker de campaña de Milei.
- Segunda-feira
— Jair M. Bolsonaro (@jairbolsonaro) November 20, 2023
- 20/novembro.
- 10h20.
- @JMilei , @jairbolsonaro e @BolsonaroSP pic.twitter.com/4SfFlLE5ep
Vimos un detalle importante: en esa comunicación con su amigo, Jair Bolsonaro lo invitó a la asunción el 10 de diciembre, pero todavía no invitó a Lula. Y esa invitación probablemente complique la invitación a Lula, quien este domingo emitió un tuit muy correcto, muy aséptico. No nombra a Milei ni lo felicita directamente, sino al nuevo gobierno. Un empujoncito más y lo felicita. Lo que hizo Milei felicitando a Bolsonaro es dar un empujón para atrás.
La relación Lula-Bolsonaro no puede ser peor porque Lula le imputa a Bolsonaro, con bastante razón, una movilización a pocos días de su asunción en Brasilia para, prácticamente, voltearlo tomando los tres poderes del estado. Este contexto que estamos reconstruyendo explica esta noticia de quién es la mano derecha de Lula en materia de política exterior en la casa de gobierno: Celso Amorím: “Lula no debe ir a la toma de posesión de Milei y esperamos que la relación de Estado prevalezca”. No dice que no va a venir, habría que apostar a que tal vez venga, pero, en este contexto, Amorím dice que no debería venir. Estamos hablando de una tensión en un vínculo estratégico para la Argentina.
Hoy dije que Guillermo Francos, el futuro ministro del Interior, muy ligado a Daniel Scioli, se está moviendo mucho para que Lula venga y recomponga el vínculo. No me extrañaría que Scioli siga siendo embajador de la Argentina en Brasil. Pero este es un tema importante para Diana Mondino, la nueva Canciller. Habrá que ver si se produce una mejora en este vínculo y qué papel juega el argentino que más gravita en la cabeza de Lula: Alberto Fernández. El seis y el siete de diciembre, días antes de irse, Fernández y Santiago Cafiero tienen que participar en Río de Janeiro de una reunión de presidente y cancilleres del Mercosur. Acá tenemos una película todavía no cerrada, inquietante y abierta.
Algo parecido pasa con Estados Unidos. Es sabido que Milei tiene un alineamiento muy fuerte, en la misma sintonía ideológica que Bolsonaro, con Donald Trump. Todo este juego internacional tiene manifestaciones muy expresivas y enfáticas, por momentos muy por fuera de lo que sería el ritual del Estado. Basta con ver el tuit de los presidentes de Colombia y El Salvador. Gustavo Petro dice: “Ha ganado la extrema derecha en la Argentina. Es la decisión de su sociedad. Triste para América Latina y ya veremos… El neoliberalismo ya no tiene propuestas para la sociedad. No puede responder a los problemas actuales de la humanidad”. Es una afirmación curiosa para decir que ganó en la Argentina. Nayib Bukele le respondió: “Ahora dilo sin llorar”. Este intercambio es un signo del nivel de agresividad y de alineamiento faccioso en el que se encuentra la política internacional. Todo esto es materia para alguien que no conoce de política exterior, que es Diana Mondino, asesorada ahora por un equipo de embajadores ligados a Milei y Macri. Entre ellos, el excanciller Jorge Faurie.
Este es el mapa del oficialismo que viene, que dialoga con el mapa que queda del peronismo. Con un Massa que sigue siendo un signo de interrogación. Lo que vimos el domingo es un Massa derrotado. Pero lo que vimos durante todo este tiempo es un Massa muy competente desde el punto de vista político y con una voluntad de poder que probablemente supere a la de Néstor Kirchner. No podemos descartar que sea un actor importante en la escena peronista de los próximos años. Sorprendió la dimensión de su derrota. Ninguna encuestadora logró pescar la diferencia entre Milei y Massa, excepto una: la Consultora Wonder. Tuvo fama siempre de ser la consultora de la Embajada de Estados Unidos. Milei 55%, Massa 45%. La pegó días antes de la elección. Esta diferencia es muy importante y produce ruido dentro del peronismo. Estarán haciendo en algún momento el balance, del gobierno de Alberto Fernández y las razones de la derrota. Algunas de cortísimo plazo ya las conocemos. Por ejemplo, la aparición de Gastón Granados como una especie de jefe de barrabravas en Ezeiza para impedir que Milei cierre su acto de campaña. Seguramente Massa se la tendrá que reprochar a la familia Granados, que quiere tener el control físico de ese feudo hasta el punto de buscar que se intervenga la Universidad Provincial de Ezeiza. Están esperando un decreto para que, antes de que se vaya Alberto Fernández, les deje a ellos las llaves de una universidad que no controlan.
Hay otro problema más profundo para el peronismo. Un estudio del Instituto Universitario CIAS, que conduce el jesuita Rodrigo Zarazaga, y compara el balotaje del 2015 y del 2023 nos pone en presencia de algunos datos muy significativos. Según la investigación, en la que trabajaron también Gonzalo Elizondo y Diego Palmero, si comparamos el resultado de Cambiemos en 2015 y La Libertad Avanza en 2023, son aproximadamente 1.573.000 votos los que gana LLA respecto de Cambiemos. Pero lo que tenemos que mirar es la diferencia entre el Frente para la Victoria y Unión por la Patria. Perdió 600.000 votos entre esos ocho años. Interesa ver también de dónde viene el avance de Milei respecto de aquellos números de Macri. Uno diría que viene de Capital Federal y los grandes centros urbanos. Pero no, viene centralmente del resto del país, sin considerar la provincia de Buenos Aires ni la ciudad de Buenos Aires. Las mejores marcas de Milei respecto de Macri en 2015 se producen en Mendoza, en Neuquén y en San Juan. Es decir, Milei es un candidato con una potencialidad muy extraña en el interior del país, no necesariamente es solo un candidato metropolitano.
Acá hay una diferencia con el Pro, sobre todo si uno mira la frustración de Massa. ¿Cuál fue la frustración de Massa? No haber hecho la gran diferencia en el norte del país. No le fue mal, pero esperaba que le fuera mucho mejor para dar vuelta una elección que veía perdida. Él sumó, entre las primarias y lo que obtuvo en la general, 5.000.000 de votos. Sumar más a eso era una tarea ímproba. Milei, por su parte, hizo una muy buena elección en el norte. Estamos entonces ante un fenómeno interesante y novedoso: un candidato no peronista con arraigo en el interior y que le quita votos al peronismo. Es una transformación profunda, un cambio de orientación que tiene que ver con las razones mencionadas al comienzo. No son solo económicas, no son sólo ligadas al desprestigio de la clase política. Es un cambio en la composición sociolaboral de la Argentina y es un cambio en las formas de comunicación. Un cambio, miramos para adelante, muy brumoso. Hay niebla, poca profundidad en la pista. Estamos caminando desde hace un tiempo, pero sobre todo desde este domingo, rumbo a lo desconocido.
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