Javier Milei y Robespierre, a los decretazos para la revolución
Santiago Caputo le tocó la puerta al supremo Rosatti antes de avanzar con los pliegos de Lijo y García-Mansilla; el internismo que no cede y la renovada tensión con Pro
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-Recibimos la peor herencia de la historia. Venimos al dar vuelta el país. Necesitamos apoyo... apoyo al DNU y a los decretos que vengan...
-Pero… ¡Esto es una república!
-Esto es la Revolución Francesa… ¡y yo soy Robespierre!
Promediaba marzo y todavía hacía calor en el ocaso del verano porteño. En el cuarto piso de la Corte Suprema, su titular, Horacio Rosatti, defendía la división de poderes, descolocado. No podía creer lo que estaba escuchando. Su interlocutor -“Robespierre” en ese diálogo- era Santiago Caputo, el asesor sin cargo que mueve los hilos en las sombras del Gobierno. La audiencia había sido pedida por el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, un joven que conoce al dedillo los pasillos del Palacio porque trabajó como prosecretario letrado en la secretaría encargada de las temáticas penales. Ahora, cuando deja a su esposa en los tribunales, Amerio aprovecha para seguir en contacto con los supremos.
Pero ese día el funcionario cayó al despacho de Rosatti acompañado, sorpresivamente, por Caputo. El estratega de Javier Milei quería verificar si la gestión libertaria podía ir a fondo, a decretazo limpio, sin que el máximo tribunal le pusiera un freno. El mismo sondeo había hecho, semanas antes, el propio Milei con otro ministro de la Corte, Carlos Rosenkrantz, en una reunión secreta que reveló LA NACION. Ni Milei ni Caputo encontraron cabida en los supremos. Entonces, aceleraron con la postulación de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla.
Casi seis meses después de aquella nominación, el Gobierno no tiene claro si sus dos candidatos pasarán la prueba en el Senado, aunque está lejos de resignarse. Hace tres semanas que los papeles circulan por la Cámara alta sin juntar las firmas necesarias para que haya dictamen en la Comisión de Acuerdos. En principio, Lijo aparece con más chances que García-Mansilla. La Casa Rosada quiere que se vote en el recinto (necesitan dos tercios de los presentes) antes de que termine septiembre.
Lo curioso es que, pese a que el tiempo apremia, el Gobierno sigue escondiendo las cartas para negociar los votos. “Hablaremos con todos cuando sea oportuno”, dijo a LA NACION una figura clave del gabinete, muy empapada en el tema.
El kirchnerismo es la contraparte ineludible de Milei y sus secuaces judiciales. “Si acordamos con los 33 senadores de Unión por la Patria más los seis libertarios estamos en 39. Nos faltan nueve votos en caso de que todos bajen al recinto. Ahí contá a (Edgardo) Kueider y “Camau” (Espínola)... No estamos tan lejos”, calculó en el aire un importante colaborador oficial.
Hasta hace algunos días, la prenda de negociación era una ampliación de la Corte. Desde el Instituto Patria hicieron saber que querían postular a dos mujeres. Y se llegó a hablar de un tribunal de nueve miembros, para contar con el favor del radicalismo. Durante días, la política hizo un brainstorming telepático, sin que hubiera nada en concreto. Ahora parece que el plan de un tribunal de nueve, al estilo estadounidense, se pinchó. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, enterró el tema el pasado miércoles. “No está en análisis la ampliación de la Corte”, dijo en televisión. Justo él, que -junto al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona- es de los más entusiastas con esta idea.
El operativo seducción hacia el kirchnerismo, finalmente, pasará por otro lado. El Gobierno tiene en su poder unas 140 ternas para completar juzgados federales de todo el país. Son más de la mitad de los cargos vacantes. También está pendiente la designación del Procurador General (el jefe de los fiscales) y del Defensor del Pueblo. Con esas figuritas, la Casa Rosada pretende atraer a los K y, eventualmente, a algunos gobernadores como Alfredo Cornejo (Mendoza) y Gustavo Valdés (Corrientes).
¿Javier Milei va a completar el álbum del Poder Judicial junto con el kirchnerismo? ¿Va a haber un acuerdo entre la Casa Rosada y el Instituto Patria para poblar los juzgados? Eso puede ser un plato muy difícil de digerir para Mauricio Macri, a quien Milei, en Olivos, le viene haciendo promesas que quedan en el aire.
Toda la estrategia judicial del Gobierno quedó expuesta gracias a los “sincericidios” en el Senado. García-Mansilla reveló en la audiencia pública que el asesor estrella de Milei fue quien le ofreció la postulación. “Me lo ofreció Santiago Caputo en una reunión con Sebastián Amerio”, dijo el decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral. Al parecer, la dupla Caputo-Amerio estuvo muy activa en el verano. Nada superó, sin embargo, a Cúneo Libarona. “(Ricardo) Lorenzetti recomendó a Lijo”, dijo el ministro de Justicia, como si fuera algo normal o deseable.
Lorenzetti está en minoría en la Corte Suprema frente a la mayoría que conformaron Rosatti, Rosenkrantz y Carlos Maqueda, el “triángulo de hierro judicial”. En los tribunales hay mucho escepticismo sobre el pliego de García-Mansilla. “Nadie entiende cómo Ricardo convenció a un economista que dos son mayoría en una Corte de cinco”, bromeó un juez en las últimas horas.
Tener de aliado a Lorenzetti por ahora no le trajo rédito al Gobierno. Hace más de un mes que la Casa Rosada quiere nombrar a un juez federal en la División de Asuntos Internos (DAI) de la SIDE. Es un cargo clave que debería prevenir el espionaje ilegal. La gestión de Milei había convencido a un magistrado de que diera el salto a la SIDE. Sin embargo, su nombramiento se trabó: para asumir en la DAI, el juez tiene que pedir licencia, y ese es un trámite que debe contar con el permiso de la mayoría de los ministros de la Corte. Los mismos que se escandalizaron cuando Milei pidió respaldo para gobernar por decreto.
“Reunionismo”
Así como pretendió tener carta blanca de la cúpula judicial, el Gobierno también esperó que el Congreso se rindiera ante “las fuerzas del Cielo” y ante el apoyo popular que La Libertad Avanza obtuvo en las urnas y aún goza en las encuestas. El “triángulo de hierro” de la Casa Rosada, integrado por los hermanos Milei y Caputo, parece mucho más cómodo en el relato épico que lo exhibe a Milei solo contra el mundo -o contra la “casta”- que buscando acuerdos políticos duraderos.
Milei ensayó un gesto al inaugurar la “mesa parlamentaria” con los bloques aliados (Pro y el MID), pero enseguida volvió a correr los límites al acotar por decreto el acceso a la Información Pública. No le importó ir a contramano de una ley sancionada durante la gestión de Macri, ni que innumerables ONG manifestaran su repudio. “Cambiemos quiso copiar la Freedom of Information Act (FOIA) de los Estados Unidos y la copió mal”, dijeron con desdén en la Casa Rosada. Pese a que Francos insinuó que el decreto se revisaría, lo cierto es que nunca estuvo en los planes cambiar una coma. En el libreto libertario, dar marcha atrás no suele ser opción.
El Gobierno pasó a una fase extrema. Si el Congreso sanciona leyes que no le gustan (principalmente por su costo fiscal), Milei las vetará. Pasó con la ley de jubilaciones y volverá a ocurrir si se aprueba la ley de financiamiento universitario. La Casa Rosada recurrirá todo lo posible a decretos y DNU para avanzar con su programa. “Esto fue lo que siempre esperamos”, reconoció un ladero de Milei.
El lunes, en principio, fueron convocados por segunda vez los bloques aliados a la Casa Rosada. Se desconoce si Milei será de la partida. El Pro va a asistir muy mal predispuesto. Macri esperaba que su espacio fuera integrado a una mesa donde se toman decisiones estratégicas, no a un mitín de diputados para fijar la agenda parlamentaria. También pretendía que Milei finalmente convocara a sus cuadros para segundas líneas en áreas como Energía y Transporte. Pero eso tampoco avanzó.
Si hacia afuera Milei no forja sociedades políticas estables, hacia adentro del oficialismo la toxicidad avanza. En los altos mandos hay múltiples desconfianzas cruzadas, sin bandos claros. Caputo (que se ausentó a la última reunión de gabinete) está enemistado con Sandra Pettovello (Capital Humano) y recientemente sumó roces con Patricia Bullrich (Seguridad) por los asuntos de inteligencia. Los Menem -Martín y “Lule”- también tensionan con el asesor presidencial en el reparto del poder. Manuel Adorni y el equipo de comunicación digital, encabezado por Juan Pablo Carreira (Juan Doe en X), tienen intereses cruzados en los medios públicos (hay quienes dicen que se viene Dragon Ball Z al canal infantil Paka Paka). Sebastián Pareja -armador bonaerense de Karina Milei- tironea con Agustín Romo, flamante titular del bloque de diputados de LLA en la Legislatura bonaerense. Y los tres miembros del “triángulo de hierro” (los Milei y Caputo) levantaron un muro con Victoria Villarruel.
La vicepresidenta ya apuesta a su construcción de corte nacionalista y a un estilo político propio. “No se confundan, yo no soy libertuda”, dijo días atrás a legisladores opositores en el Senado.
A eso se suma el circo de los bloques libertarios en el Congreso. El oficialismo pasó sin escalas de la oscura visita a los represores en Ezeiza al barro entre entre las diputadas Lilia Lemoine y Marcela Pagano. Y del apartamiento del senador librepensante Francisco Paoltroni al sincericidio en televisión del presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, sobre sus asesores parlamentarios dedicados a su campaña a gobernador en San Luis. Nadie logra poner orden allí.
En un rol que le queda antinatural, Milei inauguró una mesa de “cúpula política” (la que hubiera querido integrar el macrismo) que se reunió dos martes seguidos bajo un fuerte hermetismo. Allí, Caputo avisó que se va a empezar a correr de la mayoría de las negociaciones con el Congreso. “No es mi tema”, habría dicho frente al titular de Diputados, Martín Menem. Francos, que quedó pivotando ante todos los actores, también se mostró hastiado por los papelones en el Congreso. “Yo estoy para hacer acuerdos políticos en serio”, transmitió días atrás.
La mesa de los martes no termina de ordenarse y todavía no comenzó la discusión por el armado para 2025. En principio, ya asoman tres ideas muy distintas. Karina Milei quiere reclutar (junto con los Menem) una tropa de dirigentes violetas puros y leales. Patricia Bullrich pretende sumar a los referentes que la apoyaron en su carrera presidencial. Y Santiago Caputo quiere conformar think thanks para atraer a figuras de la sociedad civil, sobre todo empresarios y emprendedores. Sueña con convencer a los CEOs de las tecnológicas más importantes, aunque los privados por ahora no mostraron interés.
Este fue el telón de fondo del discurso que dio Milei el jueves en el exCCK. Allí, en una de sus presentaciones más enardecidas, el jefe de Estado pidió “organización y disciplina” en su partido y reclamó terminar con las “peleas intestinas”. Nadie sabe cuánto le durará el reunionismo al Presidente. Si hay algo que él detesta es perder tiempo en discusiones políticas.
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