Javier Milei, un presidente católico que consulta un rabino
Desarrolló una devoción pública inusual para un mandatario de un país donde predomina el catolicismo
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The New York Times
El presidente argentino Javier Milei es un católico que lidera el país natal del papa Francisco.
También estudia la Torá con regularidad, asiste a la cena de Shabat y ha dicho que su rabino probablemente sea su asesor más importante.
En años recientes, Milei ha mostrado un intenso interés por el judaísmo, algo poco común entre la mayoría de los líderes mundiales.
Ha publicado versículos de la Torá en hebreo en sus redes sociales, viajado a otros países para conocer rabinos, dicho que admira a Moisés y declarado que, de no ser por lo complicado que sería observar el Shabat al tiempo que es presidente, se convertiría al judaísmo.
Su creciente devoción por la fe judía también ha comenzado a influir en las políticas de Argentina. El país se ha convertido en el más feroz defensor de Israel en América Latina, declarando a Hamas, el grupo armado palestino, una organización terrorista. Milei se comprometió a trasladar la embajada argentina en Israel a Jerusalén. Y nombró a Shimon Axel Wahnish, su rabino personal, embajador de Argentina en Israel.
También ha prometido renovar los esfuerzos por buscar justicia para las 85 víctimas del atentado con bomba en un centro comunitario judío ocurrido en Buenos Aires en 1994. El 30 aniversario de ese ataque es el 18 de julio.
“No venimos a hacer más de lo mismo. Venimos a plantear un quiebre con lo que hicieron los distintos gobiernos”, dijo Milei el miércoles en la noche durante un acto conmemorativo en Bueno Aires, refiriéndose al atentado con bomba.
Ese atentado ha sido una herida abierta en la comunidad judía de la Argentina por mucho tiempo, pues nadie ha rendido cuentas legalmente.
Los tribunales argentinos han encontrado que Irán se encontraba detrás de ese ataque y que el grupo militante Hezbolá lo había llevado a cabo. Los tribunales mencionaron a personas específicas, pero los sospechosos continúan prófugos, a pesar de las órdenes de arresto de la Interpol. Los tribunales argentinos y La Corte Interamericana de Derechos Humanos también han descubierto que funcionarios argentinos de gobiernos anteriores entorpecieron las investigaciones en torno al ataque.
En abril, cuando un tribunal superior de Argentina reiteró los hallazgos anteriores relacionados con la participación de Irán, el gobierno de Milei aplaudió la decisión, diciendo que “puso fin a décadas de postergación y encubrimiento”.
La creciente conexión de Milei con el judaísmo como líder de un país mayoritariamente cristiano refleja su enfoque poco convencional ante la política, que lo ayudó a alcanzar la presidencia el año pasado.
Milei fue elegido luego de decirle a los argentinos que debían soportar más penurias a fin de arreglar la crisis económica del país. Y si bien eso hasta ahora ha resultado ser cierto —al menos la parte sobre las penurias, ya que la pobreza está por los cielos y el peso colapsa— sus índices de aprobación han seguido elevados y rondan el 50 por ciento.
Milei incluso ha llegado a insinuar que el judaísmo podría traer las respuestas para resolver el desastre económico argentino. “El rabino que me ayuda a estudiar dice que yo debería hacer la lectura de la Torah desde el punto vista del análisis económico”, le dijo a El País el año pasado.
Los argentinos se han habituado al caos económico pero no están tan acostumbrados a un líder que parece tener un vínculo más fuerte con el judaísmo que con el cristianismo, la fe que dice profesar casi el 80 por ciento del país.
Carlos Menem, presidente de Argentina de 1989 a 1999 fue criado como musulmán pero se convirtió al catolicismo al ingresar a la política nacional. A Milei lo criaron como católico pero ha tachado al papa Francisco de “imbécil”, y de “zurdo asqueroso”. Luego se disculpó.
En abril, cuando recibía el premio de “embajador de la luz” en una sinagoga hasídica cerca de Miami, Milei dijo que sus “valores del judaísmo” le venían de un abuelo que, poco antes de morir, descubrió que era judío.
Wahnish dijo que se reunió con Milei en 2021 para una breve conversación que terminó durando horas. Conversaron sobre textos y valores judíos, y eso pronto resonó con Milei.
“Es como que sabía, pero no sabía que eran del judaísmo”, dijo Wahnish. Ahora ambos conversan frecuentemente, y Milei ha calificado al rabino como su asesor espiritual y lo ha llevado consigo a viajes internacionales, entre ellos una oportunidad en la que conocieron al multimillonario Elon Musk.
Argentina, un país de 46 millones de habitantes, tiene la población de judíos más numerosa de América Latina. Alrededor de 200.000 personas en el país se identifican como judías. Muchos, que llegaron en oleadas migratorias que comenzaron hacia finales del siglo XIX, buscaban refugio durante la Segunda Guerra Mundial. Argentina también se convirtió en un refugio de nazis fugitivos.
La acogida del judaísmo expresada por Milei ha suscitado reacciones contradictorias en la comunidad judía argentina.
Daniel Avruj, el rabino que dirige una sinagoga conservadora en Buenos Aires, comentó que Milei era un cambio bienvenido. Cuando, en 1992, los terroristas detonaron una bomba en la embajada de Israel en Buenos Aires, y en el centro comunitario judío dos años después, dijo, “no había un presidente que hablara de judaísmo y de Moisés”.
Comentó que la defensa de Israel por parte de Milei después del ataque de Hamas del 7 de octubre lo ha hecho sentir “orgulloso, no como judío sino como argentino”.
Algunos otros judíos argentinos difieren. El director del Museo Anna Frank de Buenos Aires ha expresado públicamente su preocupación de que la crítica de Milei a Hamás pueda provocar que Argentina vuelva a ser un blanco. Hamás describió la clasificación que le asignó Argentina como grupo terrorista como un intento de justificar “el genocidio y la limpieza étnica” en la franja de Gaza.
Otros observaron que Milei se ha alineado con un sector particularmente ortodoxo del judaísmo. En su primer viaje al exterior como presidente electo el año pasado, fue a Nueva York y visitó la tumba del rabino Menajem Mendel Schneerson, un líder hasídico influyente conocido como el Rebe.
Otros acusan a Milei de interesarse en el judaísmo porque se considera una suerte de Moisés, libertador de los oprimidos.
“El judaísmo le permite pensarse a él como alguien apoyado por las fuerzas del cielo y como alguien enviado para salvar a la Argentina”, comentó Pablo Gorodneff, líder del grupo judío de izquierda Llamamiento Argentino Judío.
“Fuerzas del cielo” fue una suerte de eslogan de campaña para Milei. También ha llamado a Moisés “el máximo libertador de toda la humanidad” y uno de sus referentes más importantes.
Milei asistió hoy a un servicio conmemorativo del 30 aniversario del bombardeo al centro comunitario, la Asociación Mutual Israelita Argentina, o AMIA, donde sonó una sirena al mismo tiempo en que ocurrió el ataque.
El gobierno de Milei está impulsando una ley que daría luz verde a los juicios en ausencia para los ciudadanos libaneses e iraníes que, a decir de las cortes argentinas, estuvieron involucrados en el ataque. En el pasado, los esfuerzos por aprobar juicios en ausencia no lograron ser aprobados en el Congreso y algunos en Argentina cuestionan si es una medida correcta.
Amos Linetzky, actual presidente de la AMIA, dijo que históricamente la organización se había opuesto a este enfoque porque preferirían que los responsables sean castigados y no solamente condenados en ausencia. Sin embargo, dijo que le complacía el claro interés de Milei en buscar la justicia.
“Milei ha mostrado total predisposición y preocupación y deseo de priorizar el tema”, dijo.
En febrero, Milei visitó al papa Francisco en el Vaticano. Los dos mandatarios argentinos, a pesar de sus tensiones anteriores, se abrazaron y pasaron una hora juntos. El Vaticano calificaría más tarde la reunión como “cordial”. Milei le dijo a la televisión italiana “yo soy católico aunque soy un casi practicante del judaísmo”.
Milei también se hizo acompañar de varios asesores, entre ellos su rabino.
Por Jack Nicas y Daniel Politi
Por The New York Times
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