Javier Milei no quiere encabezar actos clásicos ni “cortes de cintas” y Victoria Villarruel tendrá oficina en la Casa Rosada
El Presidente busca mostrarse como un “hombre común”; tiene pensado concentrar su tarea en Olivos, aunque aún no dejó el hotel; ya hubo cortocircuitos con los encargados de su seguridad y el episodio del botellazo no cambió sus protocolos
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El acto típico de gobierno, con el presidente encabezando un anuncio de gestión o una inauguración y brindando un discurso, es cosa del pasado con Javier Milei. Al menos eso es lo que transmiten muy cerca del flamante jefe de Estado, donde dicen que el líder libertario es muy reacio a los típicos “cortes de cinta” de la política tradicional. “No quiere ser un presidente que se dedique a encabezar actos”, dijo un ladero presidencial a LA NACION.
La agenda presidencial tradicional, con actos para exhibir gestión, es de la “casta” a los ojos de la cúpula libertaria. Además, como viene repitiendo Milei, “no hay plata” para hacer grandes inauguraciones. Lo que se viene de aquí en más es una gestión de crisis, con trabajo puertas adentro y con la reducción del gasto público como máxima rectora. Hoy, la vicepresidenta Victoria Villarruel dijo a la prensa acreditada tras la reunión de gabinete: “Lo que estamos encontrando que es una situación realmente devastadora”.
Antes de asumir, Milei dijo en varias oportunidades que quiere trabajar todo el día adentro de la quinta de Olivos y que ve al traslado a la Casa Rosada como una pérdida de tiempo. Cerca suyo hoy dijeron a LA NACION que esa idea “sigue vigente”.
Registro de una modalidad así solo hubo en la época de mayor encierro de la pandemia. Ayer, cuando de forma inédita la jura de los ministros se hizo como un acto privado, quedó en claro que el líder libertario está dispuesto a, deliberadamente, mantener buena parte de su trabajo a puertas cerradas. La vía de comunicación será el del portavoz Manuel Adorni, que dijo que por ahora tiene previsto hablar todos los días y, si es necesario, varias veces por día.
Milei, sin embargo, aún no se mudó a Olivos y la dinámica se define minuto a minuto. El Presidente sigue durmiendo en el Hotel Libertador (allí vive desde agosto) y quienes están al tanto de su logística dicen que “cada día parece ser el último” en ese lugar, pero finalmente termina estirando la estadía una jornada más. El piso 18 del hotel está bloqueado por el jefe de Estado y el edificio está fuertemente custodiado.
La reunión de gabinete de este martes, en principio, se prevé nuevamente en la Casa Rosada. Los ministros, sin embargo, entienden (por lo que se conversó en el búnker libertario antes de la asunción) que es algo transitorio y que en los próximos días deberán arrancar su jornada Olivos. Quien maneja la agenda del grupo es Karina Milei.
La idea detrás de los encuentros matutinos diarios es, según dijo hoy Villarruel “inaugurar una costumbre de que los funcionarios trabajan desde temprano y cumplen como cualquier ciudadano de la República Argentina”.
Como novedad, la vicepresidenta hoy relató que tiene previsto tener un despacho en la Casa Rosada, si bien su lugar de trabajo cotidiano será en el Senado. Hoy ella estuvo recorriendo uno de los sectores del edificio para reconocer el lugar, como un mensaje de que va a estar integrada con el Poder Ejecutivo. Un contraste con Cristina Kirchner, que evitaba pisar los pasillos de la sede de gobierno para no alimentar la versión de que Alberto Fernández era su títere.
Hombre común
Milei asegura que ve a la presidencia como un “trabajo” y que quiere evitar los usos y costumbres de la “casta”. Por eso, el día de la asunción quiso trasladarse del Congreso a la Casa Rosada en un auto descapotable y en el medio del trayecto saltó del vehículo al asfalto para acercarse un poco más a sus seguidores y llegar a la sede de gobierno caminando. La escena intentó alimentar la imagen del “hombre de a pie”.
¿Cómo hará entonces Milei para estar cerca de la gente si a su vez pretende encerrarse a trabajar todo el día en Olivos? Cerca del libertario no dan detalles, pero están pensando en un esquema. Mañana, según pudo saber LA NACION, el Presidente evalúa asistir a una celebración por Hanukkah. Respecto a la comunicación, integró a los equipos de la Casa Rosada a dos de sus más estrechos colaboradores en toda su aventura política: el cineasta y realizador audiovisual Santiago Oría (la única persona que pudo entrevistar Karina Milei) y el influencer Iñaki Gutiérrez, que es el responsable de su cuenta de Tik Tok y tiene total cercanía con el mandatario.
Tensión por la seguridad
La idea de Milei de mostrarse “cercano a la gente”, en tanto, entró en cortocircuito con la seguridad presidencial desde el primer minuto. En el medio del trayecto por Avenida de Mayo, el domingo, un hombre de 51 años le arrojó una botella al jefe de Estado y lastimó a uno de sus custodios, el subcomisario Guillermo Armentano de la Policía Federal. El agresor ya fue identificado por la policía de la Ciudad a pedido del juez federal Ariel Lijo, que interviene en el caso. “El que las hace, las paga”, advirtió la nueva ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
En principio, por el episodio del botellazo no hubo modificaciones en el protocolo de seguridad del Presidente, a cargo de Casa Militar. Lo que sí pidió Milei es que continúen cerca suyo los cuatro custodios privados que lo acompañaron en la campaña. Dos de ellos son profesionales y otros dos, militantes libertarios dedicados a la seguridad, la logística y otros menesteres. En principio, el jefe de ese grupo fue quien condujo el auto que trasladó a Milei y a Karina al Congreso el día de la asunción. Si finalmente quedan fijos, deberán convivir con los oficiales de la División Custodia Presidencial, a cargo del comisario mayor Alejandro Patricio O’Donnell.
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