Javier Milei suma a un lobista de Nayib Bukele a su campaña para aceitar vínculos en EE.UU.
Se trata de Damián Merlo, quien suscribió un acuerdo con Fernando Cerimedo, a cargo de la estrategia digital del libertario; fue el enlace con Tucker Carlson
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WASHINGTON.- Javier Milei sumó a su campaña a un lobista en Estados Unidos, Damián Merlo, quien coordinó su entrevista con Tucker Carlson y ahora buscará acercarlo al poder político en Washington y darle más visibilidad en los medios norteamericanos durante la campaña electoral y, eventualmente, en la transición política. Merlo, miembro de la firma Latin America Advisory Group, y ya tiene un cliente en la región: el presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
“A Tucker y a su equipo los conozco desde hace tiempo, cuando estuvo con el presidente Bukele, con quien también trabajo, y me dijeron que tenían mucho interés en la figura de Milei y querían entrevistarlo”, relata Merlo a LA NACION. “A Milei lo conocí ahora cuando fui a la entrevista. Lo vi como una persona mucho más tranquila y centrada de lo que se ve en los clips en Internet –continúa–, de esa personalidad más colorida que tiene, que creo es el atractivo para gran parte de la gente en la Argentina, esa forma que tiene de hablar y decir lo que muchos piensan, pero nadie dice. Como decimos acá, ‘the silent majority’.” La “mayoría silenciosa” es una referencia que usó en 2016 la campaña de Donald Trump.
Merlo intercala de tanto en tanto frases en inglés durante la charla. Su nexo con Milei fue Fernando Cerimedo, dueño de la agencia de publicidad Numen, quien tiene a su cargo de la estrategia digital de la campaña de Milei, y a quien conoció en Estados Unidos. Merlo lo seguía a Milei, pero no lo conocía. Le trasladó a Cerimedo el interés de Carlson por la entrevista, y terminó viajando a la Argentina, donde finalmente conoció a Milei y a su equipo, incluida Diana Mondino, eventual canciller del libertario.
Merlo terminó firmando un acuerdo con Cerimedo y Numen para colaborar con la campaña de Milei, un trabajo, aclara, ad honorem. El acuerdo, al que accedió LA NACION, fue presentado al registro de “agentes extranjeros” del Departamento de Justicia. Allí figura un memo con la firma de Merlo y Cerimedo que especifica dos áreas de trabajo: “realizar evaluaciones con medios” con foco en la prensa norteamericana para hacer entrevistas o publicar columnas de opinión, y construir “relaciones y apoyo político” con miembros del Senado y la Cámara de Representantes y una lista de think tanks: The Heritage Foundation, CSIS, Council on Foreign Relations y el Atlantic Council. Una de las primeras gestiones que Merlo está intentando concretar es una conversación entre Milei y el senador republicano Ted Cruz, particularmente interesado en la Argentina. “Todavía no exploramos la posibilidad de una charla con Trump”, aclara.
Merlo también está intentando cerrar una entrevista con la agencia de noticias AP, y mantuvo contactos con la cadena de televisión CNN por la entrevista que, finalmente, no se hizo.
El acuerdo es hasta el 10 de diciembre, día fijado para el cambio de gobierno. Si Milei gana, Merlo tiene la expectativa de sumarlo como cliente, al igual que a Bukele, fuertemente criticado en Washington por las violaciones de derechos humanos de su política de seguridad y sus tendencias autoritarias. De concretarse el vínculo, Milei no sería el primer presidente argentino que contrata lobistas en Washington. El gobierno de Alberto Fernández contrató a Tom Shannon, de la firma Arnold & Porter, al inicio de la gestión, durante las negociaciones con los acreedores y el Fondo Monetario por la deuda. Por su trabajo para el Gobierno, la firma cobró una tarifa mensual de 125.000 dólares, y recibió otros 36.000 dólares que destinó a una agencia de comunicación estratégica, Glover Park Group. “Es un carnet de conducir”, graficó en ese momento una fuente oficial, en referencia al papel que cumple el bufete para transitar los pasillos del poder político y económico en Estados Unidos.
“La palabra lobby es una cosa, y el trabajo que realmente hago yo es advocacy, que ni siquiera sé bien cómo es esa palabra en español. El lobby tradicional busca influenciar leyes, mi trabajo no es eso, es explicar a asesores y congresistas qué se está haciendo, es lo que estoy haciendo con El Salvador. Con Diana Mondino hablamos y le dije que en el momento en el que fuera ideal podría apoyar con organizar una visita a Washington. Eso quedó pendiente a ver qué sucede con las elecciones del 22 de octubre”, detalla.
–¿Cómo se explica a figuras polémicas como Bukele o Milei?
–En el caso de Bukele, y si Milei llega y si me toca hacer el trabajo, muchas veces empiezo hablando de que la democracia funciona así y el que llega a ser presidente es porque la gente lo elige. Uso la frase de Barack Obama, elections have consequences (las elecciones tienen consecuencias). Gané, puedo hacer las cosas a mi manera. En el caso de El Salvador, gran parte de mi trabajo es explicar lo que se está haciendo sin la distorsión de muchos opositores que tratan de pintar una realidad distinta. En la Argentina, imagino que sería algo parecido dependiendo de las propuestas de Milei si llega a ser presidente.
–Milei tiene posturas antagónicas a Biden, ¿eso complica el vínculo?
–Yo creo que los problemas que tiene la Argentina y el trabajo bilateral que se puede hacer con Biden o quien esté en la Casa Blanca son mucho mayores que cualquier diferencia que puedan tener los líderes a nivel personal. Es en el interés de Estados Unidos que a la Argentina le vaya bien, y Milei nunca ha hablado mal de Estados Unidos aunque pueda tener diferencias con quién está en la Casa Blanca. Creo que Milei, por más diferencias que haya, va a tener que trabajar con la administración Biden porque es quien está en la Casa Blanca. Tendrá que trabajar con él, yo lo he aprendido en varios países. No le conviene a nadie pelear con el país más poderoso del mundo. Milei es un showman para algunas cosas, pero para otras tiene una seriedad que si le toca llevar la relación con Estados Unidos se pondrán de acuerdo.
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