Javier Milei rezó y cumplió una promesa en la tumba del rabino de Lubavitch en Nueva York
Junto a su hermana Karina y los empresarios Werthein y Elsztain, el presidente electo agradeció ante los restos del sabio judío por su triunfo en el balotaje
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Eran las 9.20 de un lunes soleado y frío en Nueva York cuando Javier Milei bajó de su camioneta, en la puerta del cementerio Montefiore, en Queens. Casi sin hablar, el presidente electo cumplió con su promesa y visitó, junto a su hermana, colaboradores y empresarios, la tumba del rabino Menachem Mendl Schneerson, conocido como el rebe de Lubavitch, un venerado maestro fallecido en 1994 que revolucionó el mundo judío desde su adhesión al jasidismo, corriente ortodoxa centenaria que promueve la alegría como ingrediente sustancial de la fe y las prácticas judías.
En la primera parada de su breve estadía en Estados Unidos, Milei hizo una recorrida rápida por el cementerio, donde están enterrados no sólo el rebe de Lubavitch sino además miembros de su familia y miles de judíos de la comunidad norteamericana. Luego ingresó al denominado Ohel, que significa tienda, una construcción especial dentro mismo del cementerio donde además de una sinagoga y espacios para el estudio de la torá (Biblia hebrea), están los restos del rabino de Lubavitch y su suegro, Iosef Itzjak, dos tumbas repletas de papeles con pedidos que acercan los cientos de judíos y no judíos que llegan cada día para venerar al que consideran un “Tzadik” (justo), un ser especial por sus enseñanzas y la profundidad de su legado.
En el caso de Milei, que había pasado por allí en julio, el pedido fue hacia el alma del rabino (no hacia su tumba), según cuentan. Fue claro y se cumplió: ser presidente de los argentinos. “La verdad es que no llegué a conocer al Rebe personalmente, pero apenas en el último año tuve el privilegio de visitar la tumba del Rebe dos veces. Allí pedí su santa bendición para poder ser elegido presidente de la Argentina y esta bendición se hizo realidad esta semana”, declaró Milei a Kfar Jabad, un periódico de esa misma corriente en Israel, a quien dio una entrevista días atrás, luego de su triunfo electoral sobre Sergio Massa. El sábado por la noche, Milei había participado de la ceremonia de Havdalá (fin del shabat) con el rabino francés-marroquí David Pinto, líder de una rama del judaísmo sefaradí, como parte de su proceso de conversión al judaísmo, iniciado unos dos años atrás junto al rabino Axel Wahnish, su líder espiritual.
Al llegar al Ohel, y luego de caminar por un largo pasillo en el que incluso tuvo tiempo para algunas selfies, Milei compartió unos quince minutos de oración (en la que suelen recitarse salmos de alabanza a Dios, compuestos por el rey David y parte del denominado Viejo Testamento) junto a sus anfitriones y el empresario Eduardo Elsztain, titular de la constructora IRSA y también él parte activa de la corriente Jabad Lubavitch en el país luego de un pasado ya lejano en el laicismo. En el Ohel hay, además, fotos del rebe en las paredes, pantallas de video con sus prédicas y discursos más destacados, y un espacio para Tzedaká (donaciones de ayuda social).
A pocos metros de Milei, compartió la vivencia religiosa el embajador de Estados Unidos en Buenos Aires, Marc Stanley, y el también empresario Gerardo Werthein, extitular durante más de una década del Comité Olímpico y número puesto para ser el reemplazante de Jorge Argüello como embajador argentino en los Estados Unidos. “Es un momento de mucha emoción, gracias”, dijo Werthein cuando LN+ le preguntó sobre la experiencia. Milei y su hermana Karina habían partido, segundos antes, hacia Washington, rumbo a las reuniones en busca de apoyo del poder político y económico, vitales para los primeros pasos de su gestión.
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