Javier Milei regresa de Davos con un balance mixto, entre la fascinación y las dudas
Su discurso público provocó reacciones duales, con algunos fanáticos y otros críticos; mejor recepción tuvo entre los empresarios que mantuvieron reuniones con él y sus ministros
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ZURICH (enviada especial) – Suiza despidió esta noche con frío y nieve a Javier Milei, que puso así punto final a su primera gira internacional. Ese viaje lo llevó esta semana a la ciudad suiza de Davos, donde pronunció su primer discurso ante la elite de la política y las finanzas planetarias.
Una intervención que provocó reacciones contrastadas entre aquellos que, cuando advirtió sobre los peligros que corre Occidente debido al avance del colectivismo, sintieron que el presidente estaba hablando de una realidad desconocida para ellos, mientras otros se entusiasmaron con su propuesta ultraliberal, muy fuera de lo común. Y los primeros sorprendidos fueron los mismos organizadores del Foro.
“Tironeados entre el estupor y cierta fascinación, la sala que lo escuchaba hesitó y también aplaudió la performance del actor que, no obstante, acababa de arruinar en 30 minutos, más de 50 años de esfuerzos del Foro Económico para dar forma a un capitalismo inclusivo, responsable y bien educado”, reconoció este jueves un responsable del Foro que pidió el anonimato.
“Cantidad de propuestas del presidente argentino están en completa contradicción con las defendidas por el Foro Económico Mundial”, dijo otro de sus colegas, señalando, como ejemplo su afirmación, que “el hombre no es responsable del cambio climático”.
Desde luego también hubo reacciones positivas. “En una intervención enérgica, el presidente argentino fustigó a aquellos que quieren justificar el papel creciente del Estado mediante conflictos imaginarios. Por ejemplo, entre los hombres y las mujeres o entre el hombre y la naturaleza. Para él, esas ideas son propagadas por universidades, los medios, las organizaciones internacionales y los gobiernos”, anotó el sociólogo rumano Petro Schant, partidario de las ideas libertarias de Milei.
Las miradas positivas hacia el Presidente fueron especialmente distinguibles entre los empresarios y funcionarios que compartieron reuniones con él y con sus ministros Luis Caputo, Nicolás Posse y Diana Mondino.
Y si bien su propuesta ultraliberal recogió numerosas simpatías, su ataque en regla contra el Estado dejó a muchos dubitativos.
“¿Cómo haría Europa, si fuera eventualmente invadida por Rusia, para defenderse sin fuerzas armadas? ¿Cómo hubiéramos hecho para sortear, como lo hicimos, la pandemia sin el Estado? Y podría seguir listando ejemplos sin fin. Pero no hace falta. Hay sectores de la sociedad en los que el Estado no solo es imprescindible, sino una obligación”, opina el economista y pensador liberal francés Philippe Dessertine.
Para algunos, este balance dual no evitó la sensación de cierta ocasión perdida. Después de la curiosidad despertada durante la campaña presidencial —y gracias a su extraordinaria capacidad de comunicador— muchos esperaban que el Presidente aprovechara su presencia para hacer pasar sus ideas con más facilidad ante aquellos con quienes tendrá, obligatoriamente, que negociar, desde apoyo en el FMI hasta inversiones en la Argentina.
En ese sentido la frase que puso en el mismo saco a la socialdemocracia y la democracia cristiana (creadores de la Unión Europea, el espacio de democracia, riqueza y libertad más grande del mundo) con los nazis y a los fascistas, fue la que generó más reacciones negativas en una audiencia europea que, en general, mira con respeto y afecto a la Argentina y a sus habitantes.
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