Javier Milei refuerza el ala política del Gobierno para sortear trabas y blindar las reformas
Convocó a Omar de Marchi, exarmador de Larreta, para reforzar la articulación con la oposición ante la resistencia al megadecreto en el Congreso; quejas entre sindicalistas y legisladores por la falta de interlocutores tras los anuncios
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Con su decisión de firmar un megadecreto con drásticas reformas de leyes y regulaciones, el presidente Javier Milei ratificó que está dispuesto a jugar fuerte para poner en marcha su programa de gobierno y lograr un cambio de régimen económico en el país. La apuesta a la metodología del borrón y cuenta nueva está anclada en una premisa fundamental para Milei: está convencido de que es el momento de marcar el nuevo rumbo, no solo por la profundidad de la crisis económica y social, sino porque considera que sus ideas liberales cuentan con un acompañamiento social mayoritario después de haber sido consagrado con el 55,6% de los votos en el balotaje.
En paralelo, la apuesta de Milei, que ya desató una incipiente guerra con sectores de la oposición y los sindicatos, expuso las limitaciones de su arquitectura política y la falta de interlocutores para construir consensos en torno a las transformaciones estructurales que pretende implementar durante su mandato. Está claro que ahora requerirá de una dosis de destreza y pericia política para sortear los obstáculos que tendrá su ofensiva reformista en el Congreso y en los tribunales.
Hasta ahora, el hombre fuerte del Gobierno en la tarea de tejer acuerdos con gobernadores, empresarios y referentes de la oposición es el ministro del Interior, Guillermo Francos, protagonista de las negociaciones complicadas del Presidente. Sin embargo, los puentes de diálogo con los jefes de la oposición en el Congreso, donde Milei camina en un terreno hostil y enfrenta un escenario hiperfragmentado, aún no tienen cimientos sólidos. Y las poleas de transmisión entre la agenda de la Casa Rosada y los bloques siguen trabadas.
Referentes de espacios que tienen un mayor espíritu de colaboración que el PJ y el kirchnerismo, como Pro, la UCR y el bloque de Miguel Ángel Pichetto, se quejan de que no son llamados para discutir los temas y explorar acuerdos. Incluso Martín Menem y Victoria Villarruel navegaron a ciegas las últimas dos semanas a la espera de que Milei les diera letra sobre el paquete de proyectos de ley que enviará al Congreso para tratar en sesiones extraordinarias.
“Nos dicen que no saben qué les van a mandar”, señala un referente opositor que mantuvo contactos con Villarruel y Menem. Es más: el diputado de San Luis Carlos D’Alessandro hizo explícito su enojo con la Casa Rosada porque la bancada oficialista, que conduce Oscar Zago, no estaba al tanto del alcance del decreto de necesidad y urgencia (DNU) con el que Milei activó una profunda desregularización del Estado.
“El diálogo es permanente”, afirman en la cartera de Francos, quien repite que la responsabilidad de la labor legislativa de cosechar adhesiones para aprobar las leyes es de los jefes de los bloques de Diputados y el Senado. El jueves Francos intensificó esos contactos tras la visita a Villarruel.
Desde hace semanas, el ministro del Interior teje para sumar adherentes entre los gobernadores, sobre todo, los que tienen vocación reformista y necesitan un diálogo fluido con la Casa Rosada para cuidar sus arcas y asegurarse la gobernabilidad en sus territorios. La pelea por la restitución de Ganancias, una jugada con la que Milei intenta apaciguar el reclamo de los mandatarios por el recorte de fondos que implicó la reforma de Sergio Massa, abrió la primera grieta entre los gobernadores. Esa división dificulta la negociación que encara Francos. Ocho peronistas se abroquelaron para rechazar la vuelta de Ganancias, en sintonía con el reclamo de la CGT, y pidieron compensar esa pérdida vía la coparticipación del impuesto al cheque, mientras que la liga de gobernadores de JxC mostró disposición a acompañar. Los más colaborativos se sorprendieron por la magnitud del decreto. Nadie del Gobierno les adelantó el contenido, pese a que asistieron el martes pasado a una cumbre con el Presidente en la Casa Rosada.
Con ese trasfondo, Milei enfrenta ahora el desafío de construir una mayoría en el Congreso y sumar voluntades para defender el megadecreto y evitar que los sectores más intransigentes de la oposición reúnan una cosecha de votos para declararlo nulo. El Congreso lo trataría recién en marzo, por lo que el oficialismo tendría un lapso para negociar durante el tratamiento del paquete que Milei envió para debatir en sesiones extraordinarias. La primera batalla será en la estratégica Comisión Bicameral de DNU, que en las últimas horas terminará de conformarse. El mapa de la integración de esa comisión era la principal inquietud entre los libertarios, dado que el kirchnerismo ya dio señales de que intentará frenar el megadecreto en el Congreso.
En la Casa Rosada confían en que lograrán sortear la prueba de fuego en el Congreso, pese a la ola de rechazos del PJ, referentes de la UCR, como Martín Lousteau, el bloque de Pichetto o los gremios que integran la CGT. Mientras tanto, Milei se alista para otro reto político: lograr el aval del Congreso a su primer paquete de proyectos de ley, que Ganancias, una amplia reforma en el Estado y modificaciones en el sistema electoral –la eliminación de las PASO y la implementación de la boleta única–.
En la cúpula del Gobierno asumen el riesgo de no priorizar la construcción de acuerdos. Saben que Milei gestiona con poco sustento legislativo y sin una red de contención en los gobernadores, pero apuestan a ganar la “batalla cultural” en la discusión pública. Si la sociedad apoya las medidas, especulan, el Congreso y la política no tendrá más remedio que acompañarlas. Por eso, refuerzan la comunicación para explicar los alcances de los anuncios.
“Había que marcar el cambio de rumbo. Estamos frente a una crisis formidable y se necesitaba un conjunto de medidas para sacarle trabas a la economía. Ahora será momento de construir acuerdos y hablar en el Congreso para garantizar la validez del DNU”, advierte un alto funcionario del Gobierno.
Refuerzos
Hasta el jueves el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, no había designado al funcionario que funge como enlace entre la Casa Rosada y el Poder Legislativo. Finalmente, Milei se inclinó por Omar de Marchi, exdiputado de Pro y exarmador de Horacio Rodríguez Larreta, quien enfrentó al radical Alfredo Cornejo en las elecciones en Mendoza y ya tenía lazos con Milei. En lo formal, De Marchi estará al frente de la Secretaría de Relaciones Parlamentarias y con la Sociedad Civil, pero su función será netamente de acción política. Fue contactado directamente por el Presidente, según fuentes al tanto de las conversaciones.
La idea de Milei es que De Marchi refuerce la tarea de Francos y ayude a las autoridades de las cámaras en el Congreso en la compleja misión de recolectar votos para las reformas de Milei. “Queremos colaborar y acompañar, pero nos mandaron el bombazo del DNU. Tienen que armar una ley espejo para debatir cada tema”, apunta uno de los referentes radicales en el Congreso. En la bancada de Pichetto también se quejan por el mecanismo que empleó el Presidente para desregular la economía. A su vez, le reprochan a Milei que profundice su ofensiva discursiva contra la “casta”. “No nos hablan, no hay contactos. Y encima nos tiran piedras”, se quejan un dirigente del sector de JxC que luce más proclive a acompañar al Gobierno.
Este lunes de Navidad, Milei reforzó sus críticas a los sectores de la oposición que piden respetar la división de poderes con un proyecto de ley espejo del DNU que sea tratado en el Congreso. “Pareciera que algunos por sadismo y otros por corruptos quieren mantener encadenados a los argentinos que desean salir de la miseria”, asestó el Presidente, no sin recordar que estaba citando una frase de Arturo Frondizi.
En el ala dura de Pro también se alarman por la falta de conducción política. “Queremos salir a defender al Gobierno por el DNU y no tenemos herramientas ni interlocutores”, desliza un diputado amarillo.
En la Casa Rosada alegan que la situación económica es terminal y que el DNU era la herramienta más eficiente para actuar con eficiencia antes de que “se muera el paciente”. Creen que el tratamiento legislativo habría demorado y trabado la puesta en marcha de las reformas para eliminar las trabas económicas. Y argumentan que el Presidente opera con otra lógica. Su prioridad es hablarle a la sociedad y no a la política. Esa estrategia quedó en evidencia cuando evitó expresarse ante la Asamblea Legislativa y dio su discurso inaugural en las escalinatas del Congreso. “Es ahora o nunca. Milei va a ir a fondo, no tiene miedo de pagar costos o de irse en helicóptero como Macri. Estamos dispuestos a dar la batalla cultural”, resume un funcionario de La Libertad Avanza que trajina los pasillos de la nueva estructura de poder.
Tras el anuncio del megadecreto para desregular la economía, que incluyó modificaciones en materia laboral, los jefes de los sindicatos también se quejan por la falta de diálogo del Gobierno. No obstante, la cúpula de Milei afirma que sí hubo contactos informales con los gremialistas en los que les adelantaron la mayoría de los cambios. “Esperábamos la reacción, sobre todo, al incluir la revisión de la ultraactividad en los convenios y las cuotas solidarias. Eso se había conversado y nos dijeron: ‘los vamos a salir a matar’”, señala un funcionario que participó de las tratativas.
En el oficialismo insisten en que no les torcerán el brazo y que no planean dar marcha atrás con el DNU. Envalentonados con el aval que detectan en las encuestas a la política para combatir los piquetes, colaboradores de Milei especulan que la CGT no activará un paro porque, suponen, los gremialistas están atentos a la legitimidad social que goza el Presidente en el arranque de su gestión. “La gente no los va a seguir y el paro va a ser un fracaso”, aventuran cerca del secretario de Trabajo, Omar Yasín.
El rival que Milei eligió para enfrentar es “la casta”, a la que acusa de defender un modelo estatista e intereses corporativos. La incógnita es si podrá sortear las trabas para impulsar las reformas sin garantizarse un colchón político.
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