Javier Milei llegó a Río de Janeiro como una voz disonante del G20 y discute los ejes del documento que impulsa Lula
Brasil quiere incluir en la declaración de la cumbre la lucha contra el hambre, la política para afrontar el cambio climático y la igualdad de género; esa agenda no es la que lleva el presidente argentino
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RÍO DE JANEIRO, Brasil.- Javier Milei se prepara para ser una voz disonante en la Cumbre del G20. En la antesala del encuentro, en horas donde los jefes de Estado arriban a Río de Janeiro, uno de los principales interrogantes del foro internacional es si el presidente argentino llevará sus posiciones al extremo de votar en disidencia en la declaración final que viene impulsando el mandatario anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva.
El presidente de Brasil, junto a otros países, busca un consenso en torno a una agenda centrada en la lucha contra la pobreza y el hambre –que tendría como contrapartida el impulso a la creación de un impuesto a los “súper ricos”–, el desarrollo sustentable con políticas sobre el cambio climático y la igualdad de género. Pero el país anfitrión trabajó para que la declaración final del G20 incluya una narrativa emparentada con la Agenda 2030, una línea roja que Milei no quiere franquear. Embanderado en su cruzada “anti-woke” con la que pretende proyectarse al mundo y convencido de que las medidas medioambientales son parte de la agenda “socializante” de la ONU, el líder libertario, en cambio, ve con buenos ojos otros puntos, como aquellos que aluden a la Inteligencia Artificial.
“Están en discusión aspectos centrales”, reconoció a LA NACION una fuente oficial consultada sobre la posibilidad de que la Argentina exija un párrafo aparte en el documento final.
La agenda del G20, además, se vio sacudida en la antesala por el ataque masivo con misiles y drones de Rusia a Ucrania de las últimas horas. Según publicó el diario O Globo, Milei no estaría dispuesto a suscribir un texto que aluda a la guerra sin una condena explícita a Moscú. Y no sería el único líder con esa tesitura. Pese a que su país integra el G20, Vladimir Putin no será parte de la cumbre de líderes mundiales que se desarrollará el lunes y el martes en el Museo de Arte Moderno (MAM) de Río.
Milei llegó a la ciudad carioca y se trasladó al hotel Othon Plaza, de Copacabana, acompañado por su hermana, Karina. Su comitiva se completa con el canciller Gerardo Werthein; el vocero Manuel Adorni; el ministro de Economía, Luis Caputo; el secretario de Finanzas, Pablo Quirno y el secretario de Coordinación de la Producción, Juan Pazo. Según pudo saber LA NACION, el Presidente disertará en las primeras dos de las tres sesiones previstas en la agenda del G20: la del lanzamiento de la “Alianza Global Contra el Hambre y la Pobreza” y la de la “Reforma de la Gobernanza Mundial”.
En el lobby del hotel lo esperaban el sherpa argentino, Federico Pinedo, y Daniel Raimondi, el embajador argentino en Brasil. Al ingresar al edificio, al libertario le gritaron “viva la libertad”.
Dudas
En los últimos días, en Brasil dejaron trascender que el gobierno argentino habría dado instrucciones al cuerpo diplomático de no acompañar una iniciativa promovida por Lula para cobrar impuestos a las grandes fortunas, el gravamen a los “súper ricos”.
Los trascendidos sobre las posturas que los enviados de Milei acercaron a la mesa de debate en la previa a la cumbre tomó por sorpresa a la delegación argentina, que esperaba que las conversaciones se mantuvieran bajo estricta confidencialidad y consideraba que esos rumores quiebran los estándares de las negociaciones internacionales.
Milei y Lula no solo tienen un abismo ideológico respecto a tópicos cruciales de la Cumbre. Sus intereses geopolíticos son divergentes, con el libertario decididamente alineado a Donald Trump e Israel y el brasileño parado en la vereda pro Palestina e integrado a los BRICS. Por eso, ninguno de los dos se movió un ápice para promover un encuentro bilateral. Tampoco se habló, hasta ahora, de fomentar un Pull Aside o algún otro tipo de encuentro informal. Entre ambos jefes de Estado hay un sentimiento de antipatía mutuo.
Lo único que podría unir a los mandatarios vecinos es su interés por promover el acuerdo del Mercosur con la Unión Europea, que todavía tiene la firme oposición de París.
Emmanuel Macron hizo este domingo una avanzada a Buenos Aires antes de la cumbre para intentar sumar a Milei a las prioridades del G20 en cuestiones medioambientales. Pero ratificó que Francia no firmará el acuerdo con el Mercosur tal como está. París pretende, de mínima, que los países sudamericanos se comprometan a respetar el Acuerdo de París sobre el clima y las normas sanitarias europeas para evitar la competencia desleal.
Milei transita un punto de inflexión con este tema. Antes del triunfo de Trump, el Presidente -que en la campaña había mostrado poco interés por el Mercosur- había empezado a reconocer las ventajas comerciales del acuerdo entre bloques. Pero días atrás, apenas ganó el republicano, el líder libertario expresó su anhelo de suscribir un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos, algo que entraría en colisión con el Mercosur, que no permite a sus miembros cerrar acuerdos en solitario. Además, se empezó a barajar la posibilidad de que la Argentina, directamente, se retire del Acuerdo de París, lo que boicotearía aún más un acuerdo con la Unión Europea.
En las decisiones que tome Milei se verá el impacto que tuvieron sus conversaciones mano con Trump el jueves en Palm Beach y con Macron este fin de semana en Buenos Aires.
China e India
Más allá de las tensiones en la agenda, el plato fuerte de la estadía de Milei en Río será la bilateral que mantendrá con Xi Jinping, que tendrá lugar el martes a las 10.20. En menos de cinco días, el Presidente habrá pasado de formar parte de la exclusiva gala celebratoria del triunfo de Trump en Mar-a-Lago a encontrarse mano a mano con el presidente de China, el otro polo de la principal guerra comercial del mundo.
Hace varias semanas que la Casa Rosada viene exhibiendo interés en un encuentro con Xi Jinping, al margen del claro alineamiento geopolítico del libertario con Estados Unidos. El Presidente fue mutando su discurso. Si en la campaña prometió no hacer negocios con “comunistas”, en sus últimas apariciones públicas dijo que China es “un socio comercial muy interesante”. “No exigen nada, lo único que piden es que no los molesten”, apuntó y comenzó a mostrar interés en viajar a Pekín.
Finalmente, el encuentro bilateral de Milei con Xi Jinping se dará aprovechando la cita que los reúne a ambos en Río de Janeiro.
El triunfo del republicano, que podría profundizar la prédica anti-China en ese país, representa un desafío para la diplomacia argentina. En Washington ven con preocupación que las cadenas de valor en muchos países de América Latina son muy dependientes del gigante oriental y que hay inversiones chinas en infraestructura estratégica que pueden implicar vulnerabilidades en términos de seguridad nacional para los países de la región.
La economía, sin embargo, fue la clave en el cambio retórico del Presidente. La decisión de China de renovar el swap de monedas (vigente hasta 2026), las compras de soja y el posible nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) son las razones que llevaron a Milei a hacer un giro pragmático.
En el G20, Milei orientó sus reuniones bilaterales con los países que no están en el eje occidental. El martes al mediodía, Milei se reunirá con el Primer Ministro de la India, Narendra Modi, en una conversación donde los intereses son eminentemente comerciales. Para el Gobierno es imposible soslayar a Asia como cliente de los productos argentinos.
Durante la Cumbre Milei también se reunirá con la directora del FMI, Kristalina Georgieva y con el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga. Más allá de ratificar su posicionamiento ideológico ante el Mundo, el Presidente también aprovechará la vidriera que le ofrece la Cumbre en Río de Janeiro para trabajar por los intereses económicos de la Argentina.
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