El aviso israelí a la Argentina; efectos políticos de la caída de la inflación; la diferenciación de Macri; la nueva pirámide social; Santiago Caputo y las profecías de Parravicini
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Como pocas veces, la realidad de la Argentina está muy determinada en estas horas por los vientos del mundo. Encrucijadas que tienen que ver con la política internacional. La más importante está vinculada a la tensión creciente que se registra en Medio Oriente. Todos sabemos que el líder de Hamas, Ismail Haniyeh, fue asesinado recientemente en Irán, como parte de una secuencia que comenzó con el ataque de esa organización terrorista a Israel. Esto ha provocado una reacción por parte del gobierno iraní y de Hezbollah, organización que con la que Irán proyecta su poder sobre el Líbano. El Estado de Israel espera una respuesta y también aguarda por el contraataque. Ha habido movimientos de buques americanos hacia el Mediterráneo para reforzar la capacidad de defensa antiaérea de Israel bajo la suposición de que habrá un gran avance sobre la cúpula que protege a ese país de los misiles de sus enemigos. Estamos en vísperas de una gran conflagración en una zona muy delicada, que tiene un impacto enorme sobre la economía.
Este conflicto tiene en nuestro país una recepción especial debido al alineamiento directo que tiene el gobierno de Javier Milei con el de Benjamín Netanyahu. Esto ha motivado que el Estado de Israel le avisara a la Argentina, a través de la Cancillería, sobre la información que estaba procesando desde el viernes. Los israelíes advirtieron sobre un ataque muy fuerte sobre el Líbano. Eso le permitió a la Casa Rosada poner bajo protección, con un grado muy importante de seguridad y secreto, no solo a los diplomáticos argentinos en el Líbano sino también, eventualmente, a los argentinos que no son funcionarios y puedan solicitar protección. Es una de las dimensiones a través de las cuales el mundo está condicionando la vida de la Argentina.
La otra tiene que ver con la economía. El viernes aparecieron datos preocupantes sobre el empleo en Estados Unidos, que generaron incertidumbre en los mercados y los llevó a temer por un escenario que no sabemos si se producirá o no a ciencia cierta.. No sabemos qué profundidad tiene esta información ni la consistencia de las señales que emite la economía norteamericana. Pero los operadores financieros empiezan a temer por una recesión en EE.UU. Y de esta hipótesis deriva una caída en las acciones, lo que contamina todo el entorno financiero y lleva a que se produzca lo que pudo verse en las últimas horas: caída de la bolsas, en el precio de los bonos, una gran aversión al riesgo, la búsqueda de activos de calidad para destinar los recursos y la devaluación de muchas monedas de países que comercian con la Argentina. Esto le pone un signo de interrogación a la principal estrategia económica del gobierno de Milei, que es mantener el tipo de cambio oficial estable para evitar el retorno de la inflación. La gran conquista de este gobierno en materia política ha sido el retroceso de la inflación, que parece ser consistente y que se profundizaría en los próximos meses. Hay economistas independientes que estiman para septiembre una caída muy fuerte de la inflación.
El dilema de la estabilización de los precios tiene muchas caras. Una cara tiene que ver con una tímida recuperación del salario. A medida que va cayendo la inflación mes a mes, las paritarias mantienen cierta inercia. Pero hay otros efectos de la caída de la inflación, fenómenos que impactan sobre lo político. Son especialmente dos. Uno es conocido por todos: un nivel inquietante de recesión, de caída en el nivel de actividad. Hay una enorme discusión de cuál es el momento actual de ese ciclo recesivo, si se va a mantener, profundizar, o si se verán señales de recuperación.
El otro efecto es interesante, sociológico y político. Lo señaló el año pasado Juan Carlos Torre cuando observó que la caída de la inflación tiene una consecuencia no siempre prevista, que es mostrar la foto real de la pirámide social. Baja la marea y cada uno advierte en qué lugar quedó dentro de la escala social, su nivel de ingresos y capacidad adquisitiva. En su libro Una temporada en el quinto piso, obra que narra de manera ejemplar la experiencia de estabilización del Plan Austral durante la presidencia de Alfonsin, Torre dice: “En un contexto de mayor estabilidad como el que siguió al año y medio posterior al lanzamiento del Plan Austral, se hicieron visibles, las diferencias de precios y salarios. Hasta entonces, esas diferencias estaban opacadas por la alta inflación, que hacía difícil en medio de los cambios constantes de precios y el carácter desordenado de esos cambios saber cuál era el valor de un bien con respecto del otro y saber cuál es el valor de un salario respecto de otros. El descenso de la inflación descorrió el velo que dificultaba la percepción de la distribución del ingreso y cada cual pudo tener una mejor idea de dónde había quedado parado después de los ajustes del Plan Austral”. Este pasaje se podría extrapolar absolutamente al plan Milei. Ese “corrimiento del velo”, esa glasnost, empieza a operar políticamente.
Un artículo que publicó en LA NACION este lunes Guillermo Oliveto, líder de la consultora W, exhibe un gráfico que es revelador ya que muestra una verdad sobre la clase media, su comportamiento y dimensión. La Argentina es un país que se autopercibe como una nación donde la clase media ha sido el principal actor social, el más numeroso, centro de gravedad de la política y de la vida colectiva. Oliveto revisa esta idea. A través de una clasificación, que se basa en fuentes de distinto tipo, describe las distintas clases sociales en el país. Para ello toma niveles de ingreso promedio y un piso de ingresos para cada clase particular. La clase alta comienza con un ingreso familiar de $2.850.000 como base y un promedio de ingreso familiar de $4.800.000. Representa solo al 5% de la población. A partir de $1.350.000 se es clase media alta, con un ingreso promedio familiar de $1.800.000. Este segmento está integrado por un 17% de los argentinos. Desde los $850.000 de ingreso se constituye la clase media baja, que es importante ya que mueve la política y la más afectada por las crisis. Es allí donde hay un mayor nivel de desazón, desamparo y frustración. La clase media baja tiene un ingreso familiar promedio de $900.000. Alcanza al 25% de la población. Por último, la clase baja se divide en dos: la superior, que arranca a partir de $773,500, tiene ingresos promedios familiares por $800.000 e incluye al 16% de los argentinos, y la clase baja de por sí, que ya es pobre. Son $280.000 de ingreso promedio. ¿Qué nos da a entender este cuadro? Que el 53% de la Argentina es clase baja superior y clase baja, y un 47% es clase media, media alta y alta. Es un mapa doloroso del deterioro que ha sufrido la situación sociolaboral del país a lo largo de, por lo menos, 25 años.
En estos días se empieza a registrar, desconocemos también cuál es la persistencia de los datos, un nivel de disconformidad que no se veía en meses anteriores. Este acontecimiento fue registrado por la consultora Casa Tres de Mora Jozami, que muestra un índice de enojo. Ese índice de irascibilidad se ha ido modificando en los últimos meses. En marzo era del 6%, 5%, en abril y 3%, en mayo. En junio comienza a modificarse, alcanza el 4% y en julio pasa al 7%.
Las cifras coinciden con las expuestas por el sociólogo y también encuestador Hugo Haime, quien detecta en su último estudio, de julio, un cambio importante respecto de junio. Para el mes pasado, el 41% de los encuestados se consideraron adherentes al Gobierno mientras que otro 48% se incluyó dentro de los opositores al oficialismo. ¿Cómo se llegó a estos números? En diciembre, había un 50% de adherencia y un 37% de oposición. En Febrero era 41% a 36%. Marzo, 44% a 34%. Abril, 43% a 38%. En Mayo, aparece un 44% a 43%. Los porcentajes se empiezan a pegar. Para junio queda en 45% a 44% y en julio finalmente se invirtieron.
Otra caracterización de la relación de la gente con el gobierno de Milei reside en la percepción que tiene sobre sus ideas y capacidad para gobernar. En junio, el 38% de los encuestados pensaba que el jefe de Estado tenía buenas ideas y sabía gobernar. Por el contrario, en julio, el porcentaje cayó al 34%. Un escenario similar se dio con aquellos que creían que tenía buenas ideas y no sabía gobernar: 20% en junio contra 18% en julio. El último segmento, quienes afirman que tiene malas ideas, pasó del 40% en junio al 46% en julio. Hay algo que está haciendo ruido, que no es como en el mes anterior, que parece estar empeorando. Es un dato novedoso, importante para revisar, y entender si se mantiene o termina siendo un hecho episódico.
Haime observa otros temas. Da cuenta de que, cuando se le pregunta a la gente por su hogar, la principal preocupación sigue siendo la inflación (68%). Eso explica la adhesión que tiene Milei en términos de imagen y la apuesta absoluta del Gobierno por su baja, que no quiera poner en riesgo ni un milímetro de esa conquista, aún absorbiendo los costos de esa política. Por el contrario, destaca Haime, al momento de interrogar a la misma muestra no por su situación sino por la del país, las prioridades cambian. Ahora, por primera vez en julio, aparece como principal preocupación la pobreza, en el orden del 39%. El segundo lugar lo ocupa la misma inflación con el 38%, seguido de la corrupción con el 31%. ¿Cómo se proyectan estos números sobre la política? Pareciera que hay una manera de trasladarlos si uno ve el comportamiento de determinados actores. De golpe en la misma semana reaparecieron Mauricio Macri y Cristina Kirchner, y el próximo fin de semana será Sergio Massa que encabezará una reunión del Frente Renovador en Sierra de la Ventana. Hasta ahora, la “casta” estaba en una situación de gran perplejidad por el triunfo de Milei y por la conducta de la sociedad que había permitido su imposición. Era un panorama muy raro, como si hubiera llegado el coronavirus político. La hipótesis principal de la clase política tradicional frente a la novedad llamada Javier Milei era subirse al enojo de la gente. Daría la impresión de que hay dirigentes, entre ellos Macri, que perciben una perturbación y, con ella, la apertura de un espacio para la diferenciación. Y apuestan a esa diferenciación.
Hubo un pronunciamiento deliberado de Macri, muy premeditado y pensado. No solamente habló en una reunión del Pro sino que después hizo un seguimiento de esas posiciones a través de distintas entrevistas para tomar distancia del Gobierno. Es una situación complicada la de Macri porque, ¿quién puede despegar a Macri de Milei? Ideológicamente es difícil. El electorado del Pro simpatiza con el Presidente y votó por él. Y el propio titular del PRO fue, en el último tramo de la carrera entre Milei y Massa, determinante para que mucha gente que dudaba del líder libertario terminara no dudando y apoyándolo. Macri está bastante atrapado en la suerte de Milei. Tiene que estudiar mucho el nivel de malestar socioeconómico para decir que tiene un margen de diferenciación y que hay gente que espera que se diferencie. Pero ¿cómo se diferencia? Primero, diciendo algo que viene repitiendo desde que este Gobierno llegó: que el equipo no funciona. Esto se inició en los tiempos del ex jefe de Gabinete Nicolás Posse. Segundo, que el entorno entorpece. El entorno son dos personas: Karina Milei y Santiago Caputo. De la hermana del Presidente, Macri dice que no la conoce. Entonces, si se descarta a la secretaria de la Presidencia, queda Santiago Caputo. Este lunes, Milei salió al balcón de la Casa Rosada con el asesor para respaldarlo ante las críticas de Macri. Es probable que Caputo la viera venir y, con una conducta bastante torpe, salió a dar una entrevista apresurada un día antes de que Macri se pronunciara, para aclarar que estaba todo bien con el expresidente y que le agradece la generosidad que tuvo con él. Era el primer macrista. Eso tal vez irritó más a Macri y salió a pegar en el centro de este sistema de poder, porque verdaderamente hay una gran delegación de poder del Presidente en Santiago Caputo. Este maneja una maquinaria importantísima dentro de la administración.
Santiago Caputo se presenta como un personaje misterioso sobre el cual empiezan a circular leyendas. Algunas son bastante simpáticas. Una sostiene que en el lugar donde él se mueve y convoca a su gente (el Salón Martín Fierro), las paredes están decoradas con las profecías, escritas en letra gótica, de Benjamín Solari Parravicini, el argentino que anunciaba la llegada de un “hombre gris” que iba a “emancipar a la Argentina de su desgracia”. Ese hombre gris parecería ser Milei en esta cosmogonía. Además, se dice que en la mesa principal de ese salón está el libro de Marcos Peña con un puñal clavado en letras cirílicas rusas, como si hubiera algo que condenar. Es evidente, mediante estas “leyendas urbanas”, que Caputo no se siente identificado con el macrismo, más allá de los elogios de última hora hacia Macri.
Por otro lado, al principal asesor presidencial se le atribuyen distintas cuentas de X. Él nunca desmintió que fueran cuentas suyas. La última que habría creado se llama “John” (@bprearg). En las imágenes siempre hay algún águila, algún animal mitológico relacionado con el poder imperial. Esta, dicen, es su nueva cuenta con mensajes donde comparte dibujos de Solari Parravicini, con la leyenda: “La Argentina sufrirá la tormenta en pequeña, la que luego azotará el mundo. Será ejemplo”. O sea, que en la Argentina de Milei se está inaugurando una ola. Es algo que probablemente Milei piense. Él se ve a sí mismo como un profeta internacional, no de una gestión, sino de una visión del mundo, de la sociedad, de la economía. En el mismo posteo llama la atención una sigla que está en todas las cuentas que le atribuyen a Santiago Caputo: “TMAP”. Que sería: “Todo marcha de acuerdo a lo previsto”. Gran seguridad en el Gobierno y en sí mismo, si es que es Caputo.
Macri eligió otro tema importante para diferenciarse y que incluso es incómodo para la administración de La Libertad Avanza. Dijo: “Lo del juez Lijo es incorrecto. No me gusta”. En realidad, el expresidente viene a decir en público lo que en enero había dicho en una conferencia privada en Punta del Este. Esa había sido la única vez en la que se pronunció sobre Lijo. Fue en una reunión de 500 personas de un fondo de inversión. Era una reunión reservada donde no había prensa. En ese momento, dijo tres cosas sobre el caso Lijo: que le gustaría que el designado fuera una mujer; que no le gusta que haya un juez postulado para la Corte que genere semejante controversia moral; y consideró que para que se recomponga la economía el factor clave es la confianza que es generada por los jueces y no por los políticos. Entonces, el caso Lijo es clave no solo para la vida institucional, sino para la economía. Que haya una Corte transparente, confiable y que genere confianza. Por eso, el escándalo o debate que rodea la postulación de Lijo genera cualquier cosa menos confianza.
Es importante el pronunciamiento de Macri porque dentro de su propia fuerza política, su principal rival, que es la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se pronunció a favor de Lijo. Ahí Macri, frente a los que tienen alguna preocupación por la calidad institucional en la Argentina, marcó el 1 a 0.
Este lunes, Lijo hizo un descargo a todos los reproches que se le hacen en la Comisión de Acuerdos del Senado, que ratifica las deficiencias del magistrado como aspirante a juez de la Corte. Primero, porque describe las secretarías de la Corte con error, y solo habla de las secretarías letradas del tribunal que tienen que ver con negocios. Se olvida incluso de la penal, que es donde tendría mayor afinidad porque es un especialista en derecho penal. Habla solo de la de derecho tributario, aduanero y bancario, donde están los negocios. Menciona la causa Siemens que él cerró apresuradamente, siendo uno de los grandes escándalos que ocurrieron en el juzgado de Ariel Lijo, y postula que la Corte le dio la razón. Pero en realidad, la Corte no le dio la razón, sino que dijo que no era una sentencia definitiva, que la estaban esperando y que el tema está abierto. Pero, ¿por qué son importantes estos errores de Lijo? No solo porque hablan de su calificación como aspirante a juez supremo, ya que se equivoca aun contestando los reproches que se le hacen. También daría la impresión de que su padrino Ricardo Lorenzetti no controló lo que escribió. ¿Ya empiezan los ruidos entre Lorenzetti y Lijo? ¿Lijo ya lo empieza a traicionar a Lorenzetti y hacer su juego para llegar a la Corte?
El 19 de agosto, nada menos que en el Salón Azul del Senado, que es el recinto más importante de esa institución, va a haber una conferencia con gente de la más calificada, entre ellos el senador por Formosa de La Libertad Avanza Francisco Paoltroni, Delia Ferreira Rubio, Edgardo Buscaglia, María Teresa Dei, Alfredo Vítolo, Alberto Garay y coordinados por María Eugenia Talerico. Allí tratarán el problema de calidad del pliego del juez Lijo como candidato. Esto quiere decir que Macri se distancia del Gobierno en un tema principal que tiene que ver con la calidad institucional.
Sin embargo, no se distancia en otros temas, más allá de que la modulación sea distinta. Uno de esos tópicos es la situación de Venezuela. Se trata de un tema que Milei ha adoptado como bandera de su política exterior. Tanto que hasta se prevé que el Gobierno convoque a una reunión de presidentes de los países que tomaron la delantera diciendo que perdió Maduro y que ganó Edmundo González Urrutia, el líder y candidato de la oposición en Venezuela. Se trata de una postura que el gobierno argentino adoptó desde el primer momento y que empieza a ser la postura de otros actores muy importantes de la escena internacional. Ahí están Panamá, Ecuador, Perú, Uruguay y Costa Rica. Un grupo de países que adhiere a la posición argentina de decir que hubo fraude y que el gobierno de Maduro, si pretende seguir en el poder, es un gobierno ilegítimo.
Es un cambio y un salto hacia abajo lo que ha sucedido y sucede en Venezuela. Tal y como lo explicó Ricardo Hausmann, el economista venezolano y profesor de Harvard que apareció el lunes pasado en Odisea: “Decidieron robarse una elección”. Ya no hay lugar para la discusión porque el gobierno venezolano ni siquiera muestra las actas. Hubo una novedad esta vez: venciendo la intimidación del régimen, la gente fue a fiscalizar la elección, cosa que no pasaba tradicionalmente, y ahora la oposición cuenta con información gracias a esa fiscalización como para decir que la elección la ganaron ellos. Está sucediendo algo que pasa pocas veces, pero que sucedió hace dos años en Nicaragua, y este año en Bielorrusia, al amparo de Putin. Gobiernos que eliminan a los opositores, hacen una elección simulada y se quedan en el poder sin legitimidad. Este es el clima que se vive en Venezuela y el que instala el Gobierno.
Diosdado Cabello, que es el ala dura, el halcón del régimen, dijo esto en las últimas horas: “Mantengámonos unidos. Firmes. En perfecta unión cívico-militar-policial. Les vamos a dar la lección de las lecciones, y ojalá que a partir de aquí surja una verdadera oposición en este país. Yo se lo digo a ustedes: es Leopoldo López, María Corina, Edmundo González, Julio Borges, Vecchio, Ledesma, Capriles... Andan como unas ratas escondiéndose aquí en Venezuela, pero los vamos a agarrar y no habrá más perdón. Se acabó el perdón. Tras la conspiración, un nuevo perdón. Una nueva conspiración, un nuevo perdón. Una nueva conspiración, el libertador terminó diciendo ‘clemencia criminal’. Se acabó la clemencia criminal”. Ese es el nivel de degradación al que llega un proyecto político que fue visto por muchos sectores de la izquierda internacional como la posibilidad de un renacimiento de una especie de izquierda, de marxismo de sangre caliente, después de la caída del Muro de Berlín. Socialismo que alumbraba desde América Latina y que le permitía a esa ideología un nuevo ciclo. Este trance venezolano complica muchísimo a las fuerzas de izquierda. Hay que mirar el discurso que pronunció el otro día Cristina Kirchner, en México, en donde pidió desesperadamente a Maduro que muestre las actas y que los saque del problema en el que los está metiendo a todos. Cada actor y fuerza política que fue aliada del chavismo en los distintos países de América Latina empieza a sufrir el azote de sus propios rivales, que le achacan estar asociado a esa experiencia fraudulenta. A una ficción de democracia que no solo no puede mostrar las actas, sino que salió a reprimir, como expresa Diosdado Cabello. Este lunes, Unión por la Patria pidió desde el Congreso que se muestren las actas, y empezaron a denunciar la represión venezolana. También acá hay un cambio. Hay un momento donde esta relación con el chavismo al kirchnerismo se le vuelve insoportable.
La posición inicial del gobierno argentino fue adoptada este fin de semana por Estados Unidos y por la Unión Europea (UE). Allí se verificó un cambio importantísimo. Josep Borrell, el canciller de la UE, un socialista español que se podría ubicar en la zona de Felipe González, dijo que da toda la impresión de que ganó González Urrutia y pidió que termine la represión. Ya no se limitan a solo pedir las actas sino algo más: que no se siga degradando la legitimidad del régimen político venezolano, con detenciones arbitrarias, intimidación y violencia.
Otra postura es la de Lula, el presidente de Brasil, quien junto con México y Colombia apela a una mediación. Hay una racionalidad en esa idea. Por eso no debe sorprender que, por ejemplo, en un artículo que publicó en The Economist, Edmundo González, el que sería el candidato ganador, pide que haya una mediación en Venezuela. Y María Corina Machado, que es la líder política de ese grupo opositor, agradece a Brasil por el intento de una mediación. Porque hay un consenso muy extendido de que es imposible que Maduro entregue el poder si no se le ofrece un monto de impunidad y algún acuerdo para el funcionamiento institucional de Venezuela, ya que asumiría el nuevo gobierno, pero el Congreso seguiría en manos del chavismo durante todo el mandato. Es decir, que es imposible pensar el futuro de Venezuela sin un acuerdo. En esa postura se ubica Lula.
Es interesante lo que pasa en Venezuela para otras dimensiones, como por ejemplo, cómo Brasil aceptó hacerse cargo de los intereses argentinos en Venezuela, como lo había hecho en la guerra de Malvinas en Londres. Es un gesto de Brasil hacia la Argentina que daría la impresión de que la relación entre ambas naciones está tan soldada por intereses concretos que es capaz de sobreponerse a la enemistad personal que es evidente que tienen Lula y Milei entre sí. Hay materias muy delicadas en las cuales estos dos países están entrelazados. Una es la energía. De hecho, esta semana va a estar el ministro de Energía brasileño en la Argentina, va a viajar a Vaca Muerta, y habrá que ver si se ve o no con Milei. Y hay otro tema crucial que tiene que ver con los vientos del mundo: hay que definir el acuerdo entre Mercosur y Unión Europea. Hay quienes piensan que ese acuerdo se dio de baja por el bloqueo francés que encabeza la posición de otros países como Irlanda, enraizada en el proteccionismo agrario. Alemania sigue insistiendo en que se firme el acuerdo y se convalide porque apareció una novedad: China ofrece un acuerdo similar. Entonces ya es un problema para los europeos cuál es su relación con América Latina frente al avance chino en la región. La Argentina y los vientos del mundo.
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