Javier Milei, en guerra con el FMI
Desempleo y recesión; el Presidente acusó de populista al economista Valdés del Fondo; el caso Lijo sigue resonando; la feroz interna de Bullrich contra Macri; el escandaloso “fallo Calcaterra”
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Este lunes se conoció un dato importante para la encrucijada en la que está la Argentina, para este momento socioeconómico. Es también un número relevante para una larga trayectoria que viene recorriendo el país en materia de vida laboral, de ocupación. La declinación de las condiciones de trabajo es una peculiaridad que ha adquirido la Argentina desde hace décadas. El número de desempleo, de 7,7% según el Indec, ilustra el momento actual, pero también nos habla de una sociedad ha modificado su rostro. ¿Es un número alto? Sí. ¿Es un número sorprendente? Para saberlo podemos recurrir a un experto en materia de empleo, Leo Tornarolli, quien ayer escribió lo siguiente en su cuenta de X: “El desempleo fue 7,7% en el primer trimestre. Subió, pero no es mucho más alto que hace un año atrás (6,9%). Pasa algo que vengo pensando hace un tiempo: debería haber una crisis muy profunda para volver a las tasas de desempleo abierto que tuvimos en las crisis pasadas”. Lo que sostiene este economista especializado en la cuestión laboral es que lo que está pasando en el país no es pérdida de trabajo, sino deterioro de las condiciones de trabajo. No hay tanta gente desempleada, que esté buscando trabajo. Pero sí muchas personas que ven degradado su salario o caen en la informalidad. Nuevos pobres que no son desocupados. Esto va modificando las características que muchos de nosotros todavía tenemos en nuestra cabeza cuando pensamos en el país, e imaginamos una sociedad mucho más integrada, de trabajadores formales, parecida a aquella que modeló el peronismo en los años ‘50, que le dio a la Argentina una enorme vitalidad en materia sindical. Todo eso mutó a lo largo de los últimos treinta años.
Hoy tenemos otro panorama, muy distinto, que se ve reflejado en los números que componen el trabajo publicado hace unas semanas por Salvador Vitelli, estudio que registró la evolución del empleo desde 2012. El empleo privado está planchado. Subió solo 4%. El empleo público, por su parte, se incrementó en un 36%. ¿Pero qué es lo que se disparó? El monotributo, que equivale al cuentapropismo. Empleados registrados en la AFIP como monotributistas que desarrollan mil actividades distintas. Monotributo incluye también el monotributo social, personas con empleos muy precarios que figuran con ayudas a los vulnerables en los registros de la Anses. Esta disparada se aceleró durante la pandemia. ¿Qué tiene que ver el mundo darwiniano, de la desprotección social, con el discurso de Milei? Detrás de este dato económico-social, puede haber una novedad política. Milei, en buena medida, les habla a los integrantes de este grupo.
El dato que se conoció este lunes está ligado al gran problema que vive la economía argentina: la recesión. Si uno fuéramos un historiador situado en el año 2080 y mirara desde ahí a la Argentina de este tiempo para identificar cuál es su problema central, muy probablemente nos detendríamos en la inflación, fenómeno que provoca otros conflictos. Milei actúa con sabiduría política cuando dice: “No me importa otra cosa. Yo voy a atacar la inflación porque el capital político en este momento es el del San Jorge que vence a ese dragón”. El dragón de este momento histórico, para la sociedad, es el deterioro de las condiciones de vida que introduce el descontrol de los precios. Y más aún para los monotributistas, gente que vive fuera de convenios laborales, no tiene representación sindical y es corrida por la inflación mucho más que un trabajador empleado por convenio. Cuando Milei mira la época y se imagina a sí mismo como líder, piensa: “Si logro vencer a la inflación, me quedo con un enorme capital político. No me interesa otra cosa. Soy monotemático. Voy por la inflación. Esto me va a permitir constituirme en un referente y ganar las elecciones del año que viene”. Eso es lo que tiene Milei en la cabeza, pensando en que la derrota de la inflación produce un efecto de rebote que trae de por sí la reactivación.
Esta segunda parte de su idea es la más polémica porque tenemos un problema central que es la recesión. Hay economistas que están mirando muy de cerca esta caída de la actividad económica, caída del consumo, de la producción y de las ventas, que se puede prolongar, como expone el Fondo Monetario Internacional (FMI), más de lo que prevé el Gobierno. La magia de derrotar a la inflación puede no ser tan mágica. porque se puede encontrar con un cambio de agenda que, en vez de estar centrada en la inflación, se fije más en la pobreza, el desempleo, la destrucción del capital y las empresas. Hay quienes, por ejemplo Alfonso Prat-Gay, hablan de “hiper-recesión”. Creo que lo dice con toda intencionalidad, subrayando la palabra “híper”. Advierte, de esta manera, que no hay un solo drama en la vida económica, que son las hiperinflaciones. Puede haber hiper-recesiones, que representan una cantidad de patologías adicionales tan difíciles de superar como las de la hiperinflación. Entonces, el problema no es solamente cómo vencer la inflación, sino que se empieza a convertir en el inconveniente principal cómo salir de la recesión que produce esta lucha draconiana y salvaje contra la misma inflación.
Acá tenemos un conflicto principal, según observan todos los economistas: es muy complejo pensar en la reactivación económica si no se despeja la cuestión cambiaria y monetaria. Para ponerlo en términos brutales y simples: ¿cuánto vale la plata?,¿cuánto vale el dinero?, ¿cuánto valen los pesos?, ¿cuánto valen los pesos en relación con el dólar?, ¿cuánto valdrá el dólar de acá en adelante?, ¿cuál va a ser el régimen de acceso al dólar?, ¿de cuánto será la tasa de interés? Estos son los interrogantes principales que el Gobierno no termina de resolver y que abren un debate, ya no entre los economistas, sino entre el Gobierno y el Fondo. Es un tema importante porque, en la medida que estas incógnitas no se despejen, es muy difícil invertir, apostar al programa oficial y mirar el futuro. Sin resolver estas cuestiones es muy difícil pensar en una reactivación. Y si no vemos la reactivación como algo probable y cercano, toda la ecuación política sobre la que se sostiene Milei puede empezar a tambalear. Este problema desató un debate peligroso e inquietante, que terminó de coronarse ayer por la mañana.
Una gran novedad aconteció ayer en la vida de la política económica. Pero para entender de qué se trata, tenemos que referir algunos antecedentes. El primero nos lleva al 13 de junio, cuando el Banco Central (BCRA) emitió el siguiente comunicado: “El Banco Central contempla avanzar en la liberación de controles cambiarios y en una mayor flexibilidad cambiaria siempre y cuando estas medidas no impliquen riesgos excesivos para el proceso de reducción de la inflación y fortalecimiento de su hoja de balance, tal y como se refleja en el acuerdo. El proceso lo definirán las propias autoridades de la Argentina contemplando la evolución de las variables económicas relevantes, quienes compartirán con el FMI los parámetros que serán monitoreados, sin incluir compromisos de fechas o medidas específicas”. Esto lo firma el BCRA, es decir, Santiago Bausili.
Al día siguiente se conoció el reporte del staff del Fondo sobre la octava revisión del programa en el que está inscripta la Argentina. Dice varias cosas relevantes. Según el FMI, el Gobierno “va a un esquema de flotación administrada”, lo que significa libertad cambiaria con intervenciones del Banco Central, un esquema similar al de Uruguay y Perú. Señala algo más. En una nota al pie de página, destaca: “Los impuestos se pagarán en pesos”. Es toda una definición ya que, de ser así, es muy difícil pensar en una dolarización completa. Más adelante, pone el énfasis en otro punto. La tasa de interés negativa, aquella que con la que se remuneran los pesos por debajo de la inflación, fue posible en condiciones muy atípicas o anormales. Entre otras, cepo. Si tengo controlado el tipo de cambio, si tengo vedado el acceso al dólar, puedo darme el gusto de bajar la tasa de interés por debajo de la inflación. Aquel que quiere desprenderse de los pesos e ir a comprar dólares tiene el camino cerrado. Pero si se levanta el cepo, tengo que elevar la tasa de interés y colocarla por encima de la inflación. Es decir, la tasa de interés real tiene que ser positiva. El FMI no ahorró precisiones. Hoy los exportadores liquidan sus exportaciones 80% por el dólar oficial, un dólar atrasado, y 20% por el contado con liquidación (CCL). ¿Qué dice el Fondo? Antes de fin de junio, termina ese sistema. Se suspende el blend. No va a haber dos tipos de cambio para la liquidación de exportaciones. ¿Se van a unificar? ¿Habría una devaluación del dólar oficial para que se parezca más al CCL? Algo parecido. Mientras tanto, para fines de julio, augura que se van a empezar a levantar los controles de capitales. Es decir, el cepo.
Este comunicado del FMI produjo un tuit muy largo y un tanto desordenado de Luis Caputo, ministro de Economía, que primero se queja del periodismo y luego responde al Fondo. “No hay ninguna devaluación prevista. El 80/20 se mantiene. Y el Fondo no tiene problema con esto (está en el comunicado porque viene de antes, cuando estimábamos que la ley podría pasar en marzo. El crawl de 2% se mantiene también. Aún no hemos iniciado las negociaciones del próximo acuerdo con el Fondo, con el cual mantenemos una muy buena relación”. Este mensaje es del viernes pasado.
Entre Economía y el Central somos un grupo chico, muy homogéneo, que se dedica esencialmente a tratar de resolver los desafíos heredados del mayor desastre económico de la historia de nuestro país y que habla muy poco con la prensa.
— totocaputo (@LuisCaputoAR) June 21, 2024
Entiendo que eso no favorezca el trabajo del…
Este lunes por la mañana, Eduardo Feinmann y Guillermo Laborda en Radio Mitre le realizaron una entrevista muy importante a Javier Milei. Allí, el Presidente, probablemente después de haber leído, releído y vuelto a leer ese informe del staff del Fondo, les dice que hay un problema con el FMI. Dice que hay un economista chileno en el Fondo que pertenece al Foro de São Paulo, que es un club de partidos políticos de izquierda que existe desde comienzos de siglo. Milei dice que ese economista es un algo así como un populista filo kirchnerista-chavista que está generando problemas. ¿De quién está hablando Milei? Ya lo adelantamos el lunes pasado: del economista Rodrigo Valdés. Lo tiene puesto en la mira y lo identifica como un “populista del Foro de São Paulo”. Lo cual es bastante difícil de creer porque Valdés, que es cierto que fue ministro de la socialista Bachelet, y el socialismo chileno ha pertenecido históricamente al Foro de São Paulo, cumplió en ese gobierno de Bachelet, el rol de un ministro de derecha en un gobierno de izquierda. Valdés es un ortodoxo. Lo más alejado que uno podría pensar de un populista. Es un ortodoxo clásico, que está en contra de algunas ideas de Milei, como la dolarización.
Con la declaración de ayer, Milei le declaró la guerra a Valdés, que es el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, que es el responsable directo de la negociación entre la Argentina y ese organismo. ¿Es verdad que en la última reunión que mantuvo Milei con Kristalina Georgieva, en la reunión de Italia en el G7, le pidió la cabeza de Valdés para que lo desplacen de la relación con la Argentina? Esto es lo cree alguna gente del Gobierno. No sabemos si es porque se los dijo Milei o porque lo intuyen.
Ahora bien: una declaración como la que formuló Milei, no la hizo siquiera Cristina Kirchner ni Máximo Kirchner, siendo disidentes del acuerdo con el Fondo de Alberto Fernández. Ellos nunca fueron contra una persona con nombre y apellido. Esto abre una nueva etapa en la relación entre la Argentina y el Fondo. Habrá que ver qué hace Georgieva con este desafío de Milei. Habrá que ver qué hace Gita Gopinath, que es la segunda del Fondo. Ambas son las jefas de Rodrigo Valdés, que seguramente está esperando un respaldo de las autoridades del organismo.
Lo más interesante es que Milei avanzó más en la idea. ¿Dónde para él está el pecado de Rodrigo Valdés? En que admitió, toleró o avaló una “perversidad” del gobierno de Massa, que fue aumentar la deuda del Banco Central de manera delirante, permitiendo que el Central se convierta en garantía del precio de determinados bonos del Tesoro. Es decir, que el Tesoro vendía un bono a los bancos, con la posibilidad de que, si el banco en determinado momento se quiere deshacer de ese bono, el Banco Central se lo paga al precio que nominal del bono y no al precio del mercado. O sea, se garantiza el precio de ese activo. “Eso es una perversidad que llevó adelante el gobierno anterior de Massa y Fernández”, dijo Milei.
La primera curiosidad es que quien empezó con esas garantías ideadas por el gobierno argentino para que el Tesoro tuviera financiamiento no fue Rodrigo Valdés, sino su antecesor, un brasileño, Ilan Goldfajn, que hoy es presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Habrá que ver cómo se pone Goldfajn cuando le vaya a pedir plata el Gobierno, que está esperando un crédito del BID para armar un paquete de financiamiento que incluye al Fondo, a la CAF y al Banco Mundial.
Pero lo más curioso de todo lo que dijo Milei es que quien tiene que ir a defender la posición del Gobierno y decir que el Fondo, Georgieva, Valdés, Goldfajn, fueron cómplices de una “perversidad de Massa” es Leonardo Madcur. Es el representante de la Argentina ante el Fondo y era el cerebro económico de Massa. El exministro tenía dos economistas que elaboraban su estrategia económica: uno era Gabriel Rubinstein y el más importante en esa elaboración era Leo Madcur, que es el que negoció esas “perversidades” con Goldfajn y después con Valdés en Washington. ¿Con qué cara va a ir a defender Madcur la posición del Presidente, de que el gobierno del que formaba parte generaba estas perversidades? Acá hay una enorme incógnita, que es la continuidad, incomprensible, del gobierno de Milei con el gobierno de Alberto Fernández, pero sobre todo de Massa.
La última curiosidad se presenta en una foto. Se ve a cuatro amigos en donde aparecen el macroeconomista José De Gregorio, junto a Ilan Goldfajn, Rodrigo Valdés y Federico Sturzenegger. Este último, amigo de Goldfajn, de De Gregorio y de Valdés. Fue en el marco de una reunión en Chile. ¿Le habrá explicado Sturzenegger a Milei quién es Valdés? ¿O le tendrá que explicar Sturzenegger a Valdés quién es Milei? Alguien tendrá que explicarle algo a alguien.
Entramos en un conflicto institucional con el Fondo. Este conflicto toca un cable de mayor voltaje que el conflicto con el gobierno socialista de España. No es lo mismo entrar en una pelea, que tiene raíces personales, con un gobierno que tiene una incidencia relativa en el flujo económico entre España y la Argentina, que ir a pelearse con el acreedor que debe supervisar la política económica. Habrá que ver cómo le cayó al ministro de Economía, si es que estaba enterado de que esto iba a suceder, esta pelea que desató este lunes el Presidente con el principal interlocutor de la Argentina en el Fondo. El ministro había escrito el viernes que con el FMI “hay buena relación”.
Otro problema es qué pasa con la continuidad del massismo. Está en Transportes, en Telecomunicaciones, en el Enacom, en la Aduana. Massa ha mantenido a muchos hombres dentro de este Gobierno por elección de este Gobierno.
Todos estos conflictos plantean un problema más amplio que se empieza a configurar sistemáticamente. Uno a veces se plantea si hay cosas que, en realidad, están sucediendo o si sólo es uno el que las ve o el que las exagera con una lupa. Pero cuando los hechos se empiezan a alinear y empieza a haber cierta repetición, se advierte una tendencia. Ya hay una tendencia muy clara en el Gobierno de Milei de cierto desdén, desapego, por la calidad institucional. Ya es ineludible ver eso. Y también se empieza a ver en el exterior.
Hubo una nota muy importante el viernes pasado de Associated Press, de Isabel DeBre, que se refiere centralmente a la postulación de un juez muy sospechado de corrupción, como es Ariel Lijo, para la Corte Suprema. DeBre, en el primer párrafo, usa una palabra muy dura para Milei. Habla de “hipocresía”. “El año pasado, Javier Milei, que hizo campaña como un libertario outsider, electrizó los mítines con sus promesas de destruir a la corrupta élite política de la Argentina. Pero el excéntrico economista convertido en presidente ahora enfrenta acusaciones de hipocresía por su nominación a la Corte Suprema”, escribe y agrega: “Lo que hace que su elección de Ariel Lijo, de 55 años, sea tan extraordinaria no es sólo la falta de experiencia del juez en apelaciones o sus escasas publicaciones académicas, sino también el hecho de que ha sido acusado de conspiración, lavado de dinero y enriquecimiento ilícito, y ha sido objeto de escrutinio por más violaciones éticas que casi cualquier otro juez en la historia de su tribunal”. “Se trata de una regresión masiva, un esfuerzo por socavar el poder y la lucha contra la corrupción”, dijo Juan Pappier, subdirector para las Américas de Human Rights Watch. “Esta es la mayor contradicción de Milei”, agrega. Es decir, ya hubo una nota de Mary Anastasia O’Grady, en The Wall Street Journal, sobre el problema de Lijo y ahora aparece otra nota internacional señalando una contradicción que califica como “hipocresía”.
Mujeres para la Justicia hizo un planteo este lunes, que probablemente va a ser rechazado, porque ya fue rechazado otro en el Fuero Contencioso Administrativo, en el que pidieron por el tema Lijo desde otro ángulo, que es que se nominen mujeres para la Corte. Pero lo importante es que este problema de Lijo empieza a hacer juego con otras noticias. Por eso empieza a haber una inquietud por el apego del Gobierno a la calidad institucional.
Hubo dos notas publicadas en estos días en el diario LA NACION. En una de ellas, el periodista Hugo Alconada Mon publicó, con mil aclaraciones y por parte de la AFIP, que hubo tres funcionarios de esa agencia que investigaron en enero al “Señor del Tabaco”, denominación que usó el presidente Milei, para el dueño de Tabacalera Sarandí, Pablo Otero, acusado por evasión fiscal. Lo investigaron, al igual que a todo el sector tabacalero, y encontraron cantidad de irregularidades, cifras de centenas de millones de dólares de evasión. Y, cuando esos funcionarios presentaron el informe, de golpe hubo una reestructuración de sus oficinas en el mes de enero, ya con este Gobierno en funciones, y los tres fueron pasados a un limbo, inclusive con una reducción salarial, porque ya no cobran el plus por la función que tenían. Cuando Alconada Mon preguntó en la AFIP qué pasó, dijeron que “son cosas habituales”. En la AFIP también aclaran que en ningún momento se dejó de investigar a ese sector, a pesar del cambio de funcionarios. Respecto de ese desplazamiento, nadie se hace cargo de lo que pasó. Pero es bastante evidente, más allá de las aclaraciones, que hubo una sanción por haber metido la nariz donde no tenían que meterla. Esto durante el gobierno de Milei, quien había descalificado al “Señor del tabaco”. Hay que recordar que Milei mandó al Congreso un articulado dentro de la Ley Bases, sobre impuestos internos relativos al sector del tabaco que afectaban a Tabacalera Sarandí. La Corte le dio la razón al Gobierno, pero después misteriosamente, ese proyecto fue sacado. El texto de Milei lo aprobó la oposición. La Libertad Avanza votó en contra de su propia iniciativa, acompañado por el Pro.
En la segunda noticia, el periodista Hernán Cappiello publica que Santiago Caputo le pidió la renuncia al segundo de la Unidad de Información Financiera (UIF), Manuel Tessio, por haberse metido con Martín Insaurralde y haber convertido a la UIF, una agencia crucial en la vida del Estado, en querellante en el caso de lavado de dinero. Santiago Caputo es asesor del Presidente con un contrato de prestación de servicios en la Secretaría General de la Presidencia, o sea que no es un funcionario del organigrama administrativo.
A Tessio, que es un experto en lavado de dinero, se lo acusa o se lo reemplaza, por haber convertido a la UIF en querellante en la causa de Insaurralde. Para Insaurralde fue una pésima noticia. Al convertir a la UIF en querellante, se consolida que quien tiene que investigar a Insaurralde es la Justicia Federal, el juez Ernesto Kreplak de Lomas de Zamora, y no la justicia provincial, que es donde quería ser investigado Insaurralde por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero, entre otras cosas, por aquellos viajes a Ibiza. ¿Qué pasó con Tessio? El Gobierno dice que no se fue por meterse con Insaurralde, sino por ser un hombre de Massa. Eso dicen algunos funcionarios del Gobierno. Tessio, según esta tesis, le pasaba información a Massa. Pero el segundo de Massa es el representante en el FMI y a Tessio se lo echa por pasarle información a Massa. ¿Cómo es la relación con Massa? ¿Es aliado o enemigo?
Tercera noticia importante. Patricia Bullrich echa a su segundo, llamado Vicente Ventura Barreiro, acusándolo con detalle de haberse inmiscuido en una licitación para que la provisión de comida en las cárceles la llevaran adelante 15 empresas y no 300, que era lo que pretendía Bullrich con una licitación muy competitiva. A Ventura Barreiro, el secretario de Seguridad del Ministerio de Seguridad, Bullrich lo echa porque el jefe del Servicio Penitenciario le informa que, cuando ella estuvo en El Salvador, Ventura Barreiro pidió poner un abogado para cobrar las coimas de estas 15 empresas que ponen plata en la política. Bullrich lo echó y lo denunció ante la Oficina Anticorrupción. Esto es llamativo: en la misma semana echaron al segundo de la UIF y al segundo del Ministerio de Seguridad. Cargos muy importantes en la estructura del Estado y materias muy importantes para un gobierno que viene a combatir la corrupción y establecer la seguridad.
Ventura Barreiro es mano derecha e izquierda de Cristian Ritondo. Fue su segundo en el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires con María Eugenia Vidal. Trabajó toda la vida al lado de Ritondo. Por supuesto, el diputado dejó trascender a los diarios que él no lo nombró, que fue Bullrich quien lo incorporó, por su cuenta. Hay que acordarse que Ritondo era uno de los candidatos de Bullrich a la gobernación. Hoy es un hombre de Mauricio Macri, del corazón de Macri. Entonces, cuando Bullrich echa a Ventura Barreiro, le está pegando un tiro por elevación a Ritondo y a Macri en una interna del PRO cada vez más encarnizada.
El Gobierno, La Libertad Avanza y Milei miran esto como una pelea ajena. Pero les puede complicar la vida. El Gobierno debería estar muy atento a lo que pasa en la Cámara de Diputados. No vaya a ser que Ritondo se enoje y el jueves empiece a patinar la Ley Bases, que ya patina por otras razoneas, como diputados que no quieren corregir lo que hizo el Senado en materia de privatizaciones e Impuesto a las Ganancias. La interna despiadada del Pro tiene un punto de fuga el 4 de julio. Bullrich pretende ser la presidenta de la asamblea del partido. Habrá que ver si, en este clima tan agresivo, le cumplen esa promesa. ¿Cuánto está Milei detrás de la jugada de Bullrich? Se lo deben estar preguntando Macri y Ritondo.
En todo este panorama se inscribe el gran escándalo. Y el gran escándalo es que tres jueces de la Cámara de Casación, Diego Barroetaveña, Daniel Petrone y Carlos Mahiques, admitieron una causa paralela que abrió la controvertida María Servini de Cubría con el fiscal Ramiro González hace dos años. Esa causa estaba destinada a que en el expedidente de los “cuadernos de las coimas” los delitos que pueda haber cometido Ángelo Calcaterra, constructor y primo hermano de Mauricio y Jorge Macri, fueran desestimados. El argumento es:Calcaterra no pagó coimas. Calcaterra hacía aportes electorales. Es más raro que un delito federal. Es un delito federal electoral. Lo escandaloso es que Mahiques, Barroetaveña y Petrone toman esta decisión cuando la causa Cuadernos ya pasó por todas las instancias y está a las puertas del juicio oral, que es donde deberían discutirse estos argumentos.
Ahora, el fiscal Raúl Pleé, que es el fiscal de Casación, tendrá que apelar delante de la Corte. Al menos eso debe estar estudiando. Veremos cómo lo recibe el Tribunal Supremo. Pero es sin duda una aberración muy sospechosa que, como señala la fiscal Fabiana León, estando ya en el juicio oral, tres jueces de la Casación giren el tema a Servini de Cubría y a González.
Diego Barroetaveña y Daniel Petrone vienen de experimentar otro problema. Dos semanas atrás, la Corte volteó el fallo donde ellos, en contra de los tribunales inferiores, declararon que eran inocentes Cristobal López y Fabián de Sousa. Mahiques es otro caso. Mahiques está decidiendo sobre el primo de Mauricio y Jorge Macri cuando él fue ministro de Justicia de María Eugenia Vidal, y cuando su hijo Juan Bautista forma parte del gobierno de la Ciudad como fiscal general. Mahiques padre no tuvo la delicadeza de excusarse. ¿Qué consecuencia tiene esto? Ya hay muchos empresarios que dicen que ellos también quieren ser “aportantes electorales y no coimeros”. Es decir, que los juzgue Servini por el código electoral, o por lo menos que empiece todo de nuevo.
Otro escándalo que tiene que ver con la calidad de la Justicia, en el que está involucrada nuevamente Servini de Cubría. Y González. que el año pasado hizo un viaje extraño con dos colaboradores de Antonio Stiuso, Lucas Nejamkis y Guillermo Coppola, junto con Ariel Lijo. Viajaron a España, en un avión de Lionel Messi. Qué curiosidad: Lijo como juez y Ramiro González como fiscal tienen en sus manos la causa por lavado de dinero en la que está acusada la fundación de Messi. Y le usan el avión. ¿Habrá un fiscal que investigue o nadie investiga nada en Comodoro Py? Estos son los funcionarios que el Gobierno promueve para la Corte, en una especie de darwinismo al revés. La supervivencia de los peores.
Fue muy interesante una nota de la periodista de Infobae, Patricia Blanco, que detecta una perla. En 2018, un economista da una entrevista a una radio chilena. Está hablando de la causa Cuadernos, la investigación de Diego Cabot y Candela Ini, en LA NACIÓN, que estalló el día anterior. Dice el economista: “La verdad, los que deben ser juzgados, son los políticos, que inventan el negocio. Los empresarios son menos culpables”. Es lo que decidió la Cámara de Casación. ¿Quién era ese economista? Javier Milei. Esto es lo que pensaron Mahiques, Petrone y Barroetaveña. Y lo dejaron para la historia, escrito en un fallo escandaloso.
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