Javier Milei decidió salir del closet
El presidente Javier Milei sigue al pie de la letra el manual del populismo global en su versión de derecha. En Davos, decidió salir del closet con su ataque frontal a la diversidad.
Que el presidente de la Argentina haga estas declaraciones tan atroces, igualando subrepticiamente la homosexualidad con la pedofilia, a las personas trans como homicidas, solo expone más a nuestra comunidad y nos lastima como sociedad.
Sin ninguna pretensión de originalidad, Milei hizo propia ayer la visión terraplanista de los libertarios conservadores del mundo.
Nuestras salidas del closet significan libertad y mejoran al mundo. La de Milei y sus fanáticos, en cambio, encierra a muchos y genera daño. Paradojas de los que dicen defender la libertad.
Muchos opinan, incluso gente que quiero y respeto, que en realidad “no dijo lo que se interpreta que dijo”. Reflexioné mucho sobre eso. Lo que está claro es la canción de fondo ante tanto ruido de palabras estridentes: ser homosexual está mal.
El jefe de Gabinete de la Nación, Guillermo Francos, dijo: “El Estado no tiene que promoverla”. ¿Qué significa eso? ¿Uno elige ser gay como elige teñirse el pelo? ¿De qué hablan? La ignorancia es total; pero la intencionalidad también.
En la academia usamos frecuentemente la frase cherrypicking, cuando buscas un ejemplo o dato que te cuadre perfecto para justificar lo que querés decir. Así básicamente podés afirmar de manera descarada casi cualquier cosa. Eso hizo Milei.
Somos nosotros, es decir, todos los argentinos, los responsables de distinguir en nuestra cabeza lo que está bien y lo que no, independientemente de qué boca salga el discurso político. No escuchen políticos, escuchen personas, y ahí van a poder diferenciar lo que es progreso y lo que es atraso.
Hace 22 años elegí a la Ciudad de Buenos Aires como mi hogar. Fue el primer lugar abierto, respetuoso e inclusivo que conocí. Acá pude ser yo, sentirme libre de vivir mi verdad y amor como yo quisiera. Acá encontré el coraje de volver a mi pueblo de 700 habitantes para contarles a mis papás quién era, y que ellos me devolvieran una frase que quedará siempre grabada en mi memoria: “Fuimos cómplices en el silencio”. Ojalá Javier Milei tuviera la sabiduría de mi mamá.
Debería ser tarea de todos, incluso de los que lo votaron y lo votarían, los que bancan su rumbo económico, de los que quieren que sea el mejor presidente, ponerle límites, frenarlo, porque su plan de gobierno no tiene por qué ir en contra de los argentinos, amen a quien amen. ¿Cuál es la excusa? ¿El kirchnerismo banalizó la agenda? ¿Muchos políticos usaron la agenda woke para su propio beneficio como ahora hacen ellos?
A lo largo de la historia mi comunidad enfrentó momentos espantosos. No vamos a perder un centímetro de nuestros derechos. Ideas virales como estas, que hacen daño, se difunden en las redes y ganan likes, rápidamente se vuelven viejas y son desechadas por otras que generan rédito político.
Voy a seguir trabajando incansablemente -desde el ámbito que sea- para que nadie tenga miedo de decir quién es; para que nadie más esté cansado de esconderse, para que salir del closet ya no sea un sacrificio. El granito de arena que pueda aportar en este sentido será un acto más de resistencia ante un mundo que aún debe aprender sobre la igualdad.
La preocupación la tenemos y el temor lo sentimos. La respuesta la sabemos y es nuestra: vamos a defender lo logrado con amor, pasión y convicción. Cueste lo que cueste. Los argentinos en su conjunto estamos orgullosos de vivir en un país libre de verdad. No permitamos que eso se socave.
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