Javier Milei, de la euforia a las primeras crisis: la intimidad del nuevo poder en el Hotel Libertador
El presidente electo casi no salió del piso 18; los entretelones del conflictivo armado del gabinete y el nuevo estilo de conducción
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Un custodio privado, con experiencia en lo suyo, busca fastidiado a Karina Milei. “Si esto sigue así, yo me voy”. Era miércoles y la Policía Federal Argentina (PFA) había entrado al Hotel Libertador para proteger al presidente electo de forma permanente. Los uniformados, recién llegados, no quisieron dejar pasar al guardaespaldas que había protegido a Javier Milei durante toda la campaña electoral. En las primeras 48 horas después del balotaje, los libertarios habían organizado precariamente un vallado en la esquina del edificio. Pero ahora había irrumpido el protocolo oficial y el aire se tensaba.
Son cuatro los custodios que escoltaron a Milei en el camino a la presidencia: dos de ellos son profesionales y otros dos, militantes libertarios dedicados a la seguridad, la logística y otros menesteres. El mandatario electo avisó que quiere que ellos sigan cerca suyo en la nueva etapa, por lo que deberán convivir con los oficiales de la División Custodia Presidencial, a cargo del comisario mayor Alejandro Patricio O’Donnell. Durante los últimos días, los dos grupos vigilaron atentos el lobby del hotel, por donde circularon amigos del mandatario electo, ministros confirmados, candidatos a funcionarios, emisarios políticos, embajadores y empresarios. Todos mezclados con los turistas que habían reservado su habitación cuando la Argentina era otra.
Milei casi no salió del hotel y prácticamente no bajó de su habitación. Pisó la calle para su reunión con Alberto Fernández y para una entrevista con Alejandro Fantino y descendió a la planta baja el miércoles por la mañana por un llamado de larga distancia. Pero casi todo el tiempo estuvo apostado en el piso 18.
En la primera semana de la transición, el líder libertario y su círculo de confianza pasaron de los festejos al caos por el armado del gabinete; del empoderamiento por el triunfo por el 57% a sentir las primeras fugas de capital político por el descontrol en los nombramientos. Milei dijo que no iba a revelar el nombre de su ministro de Economía para no someterlo a un desgaste, pero con el paso de los días se notó que, para el principal puesto del gabinete, no tenía a nadie confirmado.
Los saludos de los líderes internacionales dieron paso a los conflictos internos. Y la habitación de Milei, por donde pululaban su rabino y otros amigos, se convirtió en un comité de crisis. Ante la adversidad, el líder libertario se rodeó de colaboradores de confianza: su hermana Karina y su estratega, Santiago Caputo, fueron su primer anillo, mientras que sus futuros ministros, Nicolás Posse (jefatura de Gabinete) Guillermo Francos (Interior), Diana Mondino (Cancillería), Sandra Pettovello (Capital Humano) se movieron con libertad en el hotel. Al grupo se sumaron Ramiro Marra, el estratega digital Fernando Cerimedo y los influencers libertarios.
Al principio, Milei quiso mantener cierto orden. El lunes recibió a su vice, Victoria Villarruel; el martes a Pettovello y el miércoles a su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Las dos primeras no salieron conformes del Hotel Libertador porque entendieron que el poder que habían tenido en la campaña en sus áreas empezaba a desgajarse por la necesidad de tejer acuerdos políticos con otros actores.
El desborde
Los malestares internos fueron creciendo, hasta que el jueves todo se desbordó. La renuncia de Emilio Ocampo a ocupar la presidencia del BCRA destapó el conflicto del gabinete económico en las sombras. Ya era un secreto a voces que Luis “Toto” Caputo venía trabajando confidencialmente con los libertarios y que tenía un plan propio para desarmar las Leliqs. Cuando su nombre trascendió para el Ministerio de Economía, Ocampo -que había elaborado otra receta- dio el portazo.
Así, Milei, primer economista en llegar a la presidencia, se quedó sin titular del BCRA y también sin ministro, porque Caputo, en ese momento, todavía se mostraba reticente a volver a lo público.
A “Toto” lo acercó su sobrino lejano, Santiago, el “cerebro” detrás de la campaña de La Libertad Avanza. Lo curioso es que el más joven de los Caputo, que tampoco quiere tener un cargo en el gobierno, tiene que tratar de convencer a su pariente de que acepte la silla más eléctrica del organigrama nacional. Todavía no hay nada confirmado, pero quizás los dos deban asumir responsabilidades para ayudar a Milei.
Frentes de tormenta
A la noticia de la salida de Ocampo, ese mismo jueves, se le sumó la marcha atrás con la designación de Carolina Píparo al frente de la Anses. Distintas tribus libertarias despotricaban por su nombramiento, porque creían que la excandidata a gobernadora no repartiría lugares en su estructura, que es una fenomenal ventanilla para hacer política en el país. Con ese malestar en el aire, Píparo anunció una reunión de transición con el Gobierno y precipitó su salida.
Justo en el momento en el que salían a la luz las desavenencias, el libertario optó por encender la pirotécnia. “Confirmada Patricia Bullrich a Seguridad”, dejaron correr muy cerca de Milei, como una información autorizada. Lejos de eclipsar a los problemas en el frente económico -como la cúpula libertaria hubiera querido- el presidente electo abrió un nuevo frente de tormenta. Bullrich no confirmó su nombramiento y la segunda área más importante de gabinete entró en una nebulosa. Para aportar a la confusión general, Villarruel -que siempre estuvo interesada en comandar Seguridad y Defensa- el viernes salió de gira por las dependencias policiales y castrenses, como quien pasa un mensaje. “Sí, está enojada, está a la vista”, reconoció un referente libertario, pese a que ella evitó mostrarse despechada.
En todo el trance, los libertarios hicieron esfuerzos denodados por ahuyentar la versión de un “cogobierno” con Mauricio Macri. El expresidente visitó a Milei sin previo aviso el lunes, y de allí voló a Abu Dhabi. Con 12 horas de diferencia, al día siguiente, envió a su mano derecha, Fernando De Andreis, a avisar en el búnker libertario que él “no iba a pedir cargos ni vetar nombres”.
La tensión con Pro por la distribución del poder, sin embargo, no aflojó. Quizás por eso, Francos se embarcó en acercar al peronismo amigable para incomodar a los socios de la campaña al balotaje. El argumento elegante es que hay que convocar a los “talentos” de la política, vengan de donde vengan.
Cada día que Milei extendió su estadía en el Hotel Libertador amagó con ser el último. Trascendió que, por una cuestión de seguridad, debía dejar el lugar y que la cúpula libertaria estaba buscando otra locación para el período de transición. También se anunció que este fin de semana, Milei volaría a los Estados Unidos, en un viaje espiritual que finalmente se postergó.
Ahora distintas personas al tanto de sus movimientos aventuran que el líder libertario permanecerá allí hasta el día de su asunción. Especulan que a la mochila de conflictos que tiene por resolver no le entra también un problema habitacional.
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