Investigan si detrás de las amenazas a un funcionario está la inteligencia militar
Una sucesión de amenazas y ataques a uno de sus funcionarios, que podrían provenir de sectores vinculados con la inteligencia militar, sembró inquietud en el Ministerio de Defensa, que conduce Oscar Aguad.
El afectado es el funcionario José Luis Vila, subsecretario de Asuntos Internacionales de la Defensa, quien sufrió en los últimos meses cuatro ataques intimidatorios y amenazas con explosivos, que investigan el juez Sebastián Ramos y el fiscal Guillermo Marijuan . La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich , sigue atentamente el avance de las pesquisas. Se pidió, incluso, colaboración al FBI para unos estudios de laboratorios.
En diálogo con LA NACION, Vila atribuyó los ataques al trabajo que viene realizando el ministerio para "garantizar un mejor comando y control de los servicios de inteligencia militares". Si bien eso no responde al área específica en la que hoy se desenvuelve, Vila transmitió aportes sobre ese plan de reforma al ministro Aguad, en virtud de su experiencia en el tema, dado que fue asesor en el área de Defensa en el gobierno de Raúl Alfonsín, particularmente en las leyes de obediencia debida y punto final, y trabajó 12 años en la ex-SIDE, con misiones permanentes en las Naciones Unidas y en la Organización de Estados Americanos (OEA).
Vila, de 63 años, tiene en su despacho, frente a su escritorio, un busto en homenaje a Alfonsín y un rosario austero que le regaló el papa Francisco , a los que se aferra para enfrentar estos momentos de tensión. Se reconoce como un dirigente cercano a Enrique Nosiglia.
Reforma en inteligencia
La reorganización de los servicios de inteligencia militar es el último punto incluido en la directiva de política de defensa nacional firmada por Mauricio Macri en el decreto 703/2018, como parte de la reforma de las Fuerzas Armadas.
Allí encomienda al Ministerio de Defensa "fijar criterios para el control de los mecanismos de selección, incorporación y capacitación del personal de inteligencia de las Fuerzas Armadas", lo que tendrá efectos en el presupuesto.
El primer ataque intimidatorio fue la aparición de panfletos con su foto y leyendas adversas en el propio Edificio Libertador, sede del Ministerio de Defensa y del Ejército.
Luego hubo una llamada telefónica anónima en la que se le advertía a Vila que su familia la iba a pasar mal si no renunciaba, y notas agraviantes distribuidas en un edificio de Callao y Arenales, que ya no habitaba, mientras se encontraba en funciones oficiales en Moscú. Al regresar, radicó la denuncia y se inició una investigación judicial, que sigue su curso.
El último ataque fue un pan de trotyl con explosivos desactivados en el mismo edificio, en la primera semana de julio, cuando había viajado a Madrid.
"En ese artefacto había aserrín y eso me preocupó, porque su uso es frecuente en explosivos con detonantes, para amortiguar eventuales golpes en los traslados", explicó Vila a LA NACION.
En el Ministerio de Defensa hay voces que relacionan la sucesión de los ataques intimidatorios con la reforma del aparato de inteligencia militar, donde se sospecha que desde hace varios años existen nombramientos ficticios para justificar estructuras y recursos y lograr más presupuesto, en un sistema opaco por naturaleza como el área de la inteligencia militar.
Fuentes del propio ministerio sospechan que las maniobras fraudulentas persisten pese a que pasaron ya tres años desde que se interrumpió la estructura de inteligencia militar que había crecido en el kirchnerismo. "Puede estar pasando lo mismo que ocurrió con el cartel de Medellín. Después de excluido Pablo Escobar, sobrevivió por un tiempo una estructura golpeada, pero no liquidada", arriesgaron en la cartera de Defensa, en relación con el sector que en algún momento estuvo alineado con el exjefe militar César Milani.
Vila, en tanto, se preguntó sobre "la nula actividad" de la Comisión Bicameral Permanente de Fiscalización de los Organismos de Inteligencia, constituida en el Congreso en 2001. Estimó, además, que los titulares de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, gozan de la "confianza profesional y moral" del Presidente.
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