El Gobierno buscó que Santiago Caputo se “llevara la marca”, pero Javier Milei no le soltó la mano
Distintos funcionarios remarcaron el “error” del asesor por haberse inmiscuido en la entrevista con TN; buscaron así encapsular el problema; afirman que la sangre no llegó al río en el “triángulo de hierro”
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Javier Milei no le va a soltar la mano a su asesor estrella, Santiago Caputo. No, por lo menos, por el papelón que hizo durante la entrevista que el Presidente le dio al canal TN cuando interrumpió en el set para corregir una respuesta del jefe de Estado. El “triángulo de hierro” está cacheteado por el criptogate y sigue surfeando la peor crisis que atravesó el Gobierno hasta el momento. Pero, por ahora, la cúpula del poder libertario sigue igual.
En las últimas horas fue quedando en evidencia que el Gobierno convirtió el traspié de Caputo en una oportunidad para que el asesor presidencial cargara con el error y se “llevara la marca” del affaire periodístico. Distintos funcionarios se ocuparon de subrayar el “grave error” del estratega por haber intervenido una entrevista presidencial. Pero, en los hechos, la sangre no llegó al río.
Tal como publicó LA NACION, en las últimas horas muy cerca de Milei comenzaron a decir que Caputo “se equivocó” y que el Presidente se enojó con él. Pero que su intromisión en la entrevista fue “un exceso de cuidado” y que pensar que por eso el jefe de Estado lo va a desplazar “es un disparate”.

Qué pasó
La noche de la entrevista de Milei con Jonatan Viale, que terminó con la filtración de la grabación en crudo donde se vio la interrupción de Caputo, fue larga para el Gobierno. Durante la grabación, el asesor presidencial había querido cuidar al Presidente: Milei estaba diciendo que, para sus incipientes problemas en los tribunales por el escándalo $LIBRA, se iba a asesorar con el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona. Y eso era un problema, no solo porque se mezclaba lo público con lo privado, sino porque se suponía que la Oficina Anticorrupción (OA) -que depende de Cúneo Libarona- iba a hacer una investigación sobre los hechos, y esa pesquisa tenía que presentarse como independiente.
Caputo cortó la entrevista, se cruzó en cámara, le habló al oído a Milei y obligó a hacer una edición. Todo eso no tenía que verse, pero se filtró justo cuando el Gobierno buscaba reconstruir credibilidad.
Tirarse sobre la granada
Esa noche, mientras el video se viralizaba en redes sociales, la cúpula libertaria le dio vueltas al tema. Es que, sobre la crisis por el escándalo cripto se montaba una nueva crisis. Pasado el nerviosismo, se definió que Caputo, en términos políticos, se “tirara sobre la granada”. A la luz de lo que pasó en las horas siguientes, quedó en claro que ese fue su rol.
La mañana siguiente al papelón, Manuel Adorni remarcó el error de Caputo. Reveló que el Presidente lo retó y que le dijo que su intromisión había sido “innecesaria”. Aseguró, además, que el Gobierno nunca edita las entrevistas grabadas que Milei ofrece en la Casa Rosada y que lo que hizo el asesor presidencial fue excepcional por su búsqueda de la “excelencia”.
Adorni dijo que a él tampoco le había parecido bien el accionar de Caputo, lo que reavivó las versiones sobre tensiones entre el sector de Karina Milei -el vocero presidencial es alguien del riñón de la secretaria general de la Presidencia- y el asesor estrella de los libertarios. El Gobierno siempre desmintió que hubiera internas. Pero esta vez se apalancó en ese eje.
Eso permitió encapsular el problema en Caputo y, de paso, diversificar la agenda del escándalo $LIBRA con una trama política en torno a las tensiones en la Casa Rosada. Después fue el turno del jefe de Gabinete, Guillermo Francos. El ministro coordinador dijo que el estratega se metió en el reportaje “por una estupidez” y que esto le servirá para entender que “nadie es superpoderoso”.
No es la primera vez que Francos y Caputo exhiben un contrapunto: el año pasado, con la resolución oficial para restringir la ley de acceso a la información pública, el jefe de Gabinete habilitó la posibilidad de “revisar” la norma, pero Caputo ordenó que no hubiera marcha atrás. En aquel episodio, Francos reconoció “diferencias” con el asesor presidencial.
Esta vez, cargó las tintas. Y contó: “Milei se enojó con Santiago Caputo porque pareció una irresponsabilidad que, sin ningún acuerdo previo con el conductor del programa, interrumpiera. Pero además interrumpió para una estupidez. Habrá aprendido una lección: que nadie es superpoderoso y que todas las cosas tienen sus límites”.
Quizás la sobreactuación sobre el mal accionar de Caputo haya permitido descomprimir algunas viejas tensiones acumuladas en la Casa Rosada, en medio del vendaval por el escándalo cripto.
Respecto al “triángulo de hierro” mileísta, quedó en claro que no es equilátero. Y que nunca lo fue. Los hermanos presidenciales son los únicos imprescindibles del proyecto, mientras que Caputo no: él debe operar los resortes más sensibles y meterse en el barro por ellos. En caso de emergencia, será el fusible.
Por ahora seguirá ayudando a los Milei a capear el escándalo $LIBRA y a navegar la crisis cuyas derivaciones judiciales en los tribunales locales y en los Estados Unidos todavía se desconocen.
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