Interna: en un momento crítico, aseguran que la salida de Kulfas no arrastrará a Guzmán
En el Gobierno dicen que Fernández apoya su plan económico; el ministro gana poder mientras hay voces que piden su salida; está a prueba con la inflación y con el staff del FMI
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Hasta el viernes, Alberto Fernández pretendía moverse como un equilibrista para no cambiar su staff de ministros. Un importantísimo funcionario cercano al Presidente lo explicaba así: “Alberto quiere caminar entre dos márgenes. De un lado, no quiere hacer nada que implique declararle la guerra al kirchnerismo. Del otro, quiere seguir gestionando con este plan económico”.
Con el desplazamiento de Matías Kulfas del ministerio de Desarrollo Productivo, Fernández ladeó para preservar la paz con Cristina Kirchner. Y así le soltó la mano a uno de los miembros del tridente más bombardeado por el kirchnerismo. El pelotón de cuestionados se completa con el ministro de Trabajo, Claudio Moroni. Pero, sobre todas las cosas, con el ministro de Economía Martín Guzmán, el último baluarte del Presidente.
En el gabinete nadie espera que el giro en la trama que implicó la eyección de Kulfas lo arrastre también a él. El titular del Palacio de Hacienda hoy está super empoderado por el Presidente e hipercriticado por los socios del Frente de Todos.
“Son dos cosas desconectadas, Kulfas se equivocó. Acá no hay una decisión de dejar el sendero que marcó Guzmán”, dijo un colaborador que sigue muy de cerca los conflictos en el área económica. Aseguró que el Presidente está “convencido” de las recetas del ministro de Economía. Pero reconoció: “Sí es cierto que Alberto perdió a un soldado propio y que eso insufla valentía al kirchnerismo, que va a seguir erosionando y presionando por cambios”.
Los motivos
En el entorno del Presidente dicen que la salida de Kulfas se explica porque el exministro “cometió un error” y que ese error fue desobedecer la orden presidencial de no escalar la interna en el Gobierno. “Kulfas se va porque incumplió una orden de Alberto. No por su desempeño en la gestión o por si Cristina tenía o no razón en su afirmación de ayer”, explicó un alto funcionario con acceso a la mesa de decisiones de Fernández.
Ayer, la vicepresidenta había cuestionado que los tubos sin costura para el gasoducto que va a traer gas de Vaca Muerta se fabriquen en Brasil y no en la Argentina. Kulfas luego dijo que “la empresa que licita (el gasoducto) es IEASA” que “está conducida por gente que tiene una relación muy cercana con la vicepresidenta” y que ahí se establecieron las condiciones del pliego que desfavorecieron a la industria argentina.
“No es priorizar el vínculo con Cristina, es que tus funcionarios estén alineados con la decisión de mantener y fortalecer el Frente de Todos. El que no está de acuerdo con sostener la unidad que se vaya”, agregó otro colaborador estrecho de Fernández.
Lo que no dejó pasar el Presidente -señalaron en Casa Rosada- fue que Kulfas insinuara un negociado en la licitación que llevaron adelante funcionarios de IEASA, que pertenecen a La Cámpora.
Poder y exposición
La salida de Kulfas llega en un momento muy crítico para Guzmán. Porque mientras Fernández le otorga más atribuciones y amplía su rango de influencia, la embestida del kirchnerismo y del massismo contra su gestión no cede. Ya hay voces en el oficialismo que dicen públicamente que ya cumplió una etapa.
En este estado de convulsión, Guzmán asume cada vez más atribuciones. Tras recibir la botonera para la lucha contra la inflación -con el traspaso de la secretaría de Comercio a su cartera- y luego de asumir toda la responsabilidad por la implementación de las nuevas tarifas energéticas, el ministro también tiene planeado viajar con gobernadores a la Convención Minera de Toronto que tendrá lugar a mediados de junio. Si bien la secretaría de Minería cuelga del organigrama del Ministerio de Desarrollo Productivo, Guzmán está interesado en poner un pie en un área que puede significar el ingreso de divisas al país.
Con esa mochila a cuestas, que lo perfilan como un “superministro”, es que esta semana en la reunión de gabinete pidió el compromiso de los ministros con su plan antiinflacionario y con el cumplimiento de las metas con el FMI.
En simultáneo con ese empoderamiento, crecieron los condicionamientos. Sin eufemismos, la vicepresidenta del bloque de diputados del FDT, Cecilia Moreau, dijo esta semana que Guzmán “cumplió una etapa” y pidió “un ministro más humano”. La diputada integra el Frente Renovador, pero está muy sintonizada con La Cámpora. De hecho, en el acto de YPF se sentó al lado del ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque, el crítico más ácido de Guzmán.
Sergio Massa no hace nombres propios. Pero logró apurarle al ministro el anuncio del nuevo piso Ganancias y el miércoles dijo: “Si no baja la inflación, todo nuestro esfuerzo será en vano”. El titular de la Cámara baja se cuida de no personalizar: según fuentes del Frente Renovador, al día siguiente de su mensaje sobre los precios, Massa almorzó con Guzmán.
Inflación y FMI
La supervivencia del ministro hoy está atada a resultados en la lucha contra la inflación y a que pueda sortear con éxito las revisiones del FMI.
Respecto a los precios, está convencido que hay que encarar una carrera de largo aliento y una desaceleración acompasada a la estabilización económica bajo la premisa “guzmanista” de la inflación como un fenómeno multicausal. “Él cree que la inflación se baja fortaleciendo las reservas, no con la secretaría de Comercio”, reconocieron cerca del ministro. La pregunta que se hacen en los corrillos oficiales es si la política le dará ese tiempo. Si se llega a fin de año en torno al 60%, en el Palacio de Hacienda se darán por hechos.
Respecto al acuerdo con el Fondo, Guzmán transmitió esta semana a sus colaboradores que aún no tiene previsto pedir un waiver por incumplimientos en las metas, pese a que puede haber algún desvío. Buscará sustentarse en el cambio de escenario que implica la guerra en Ucrania.
“Si Alberto lo saca a Guzmán es para cambiar de rumbo, y eso no está previsto”, dijo a LA NACION un importantísimo funcionario cercano al Presidente. Y reconoció: “Además… ¿A quién ponés? Cualquier otro puede durar 15 minutos...”.
“Guzmán está donde siempre quiso estar y las críticas no lo perturban. Admite que la foto no es buena, pero confía en la película y quiere seguir hasta el final”, describió una persona que conoce al ministro de Economía.
Hace dos mundiales, Guzmán seguía a la Selección en Brasil con un grupo de amigos. Había arrancado su posdoctorado bajo el ala de Joseph Stiglitz y era laureado por la academia. Muy futbolero, se volvió antes de la final para cumplir con los catedráticos de Columbia. Ocho años después, quiere llegar al próximo Mundial al frente del Palacio de Hacienda. Así termine el año muy castigado.
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