Indicios que buscan los criminólogos en un cuerpo
Un rompecabezas con el que nos encontramos los analistas del comportamiento criminal es la escena simulada. Engañar es difícil, pero no imposible. Lo que tienen las escenas con suicidios con apariencia de homicidios -para que los familiares cobren un seguro de vida- y los homicidios con apariencia de suicidio, son errores de contenido que no son imperceptibles para un especialista. Ahí vemos cómo el asesino piensa que debería verse un suicidio, una muerte natural o un accidente. Aparecen inconsistencias en la dinámica de los hechos, como cuando el suicida con arma de fuego no tiene rastros de pólvora en mano, lo que no es indicador concluyente: todo depende de la trayectoria, distancia y otras variables que tienen validez probatoria. A veces, un tipo de suicidio no encaja con la personalidad de la víctima.
Nos hablan el cuerpo y el lugar del hecho, con manchas de sangre salpicando paredes, pisos y techos, cuando hay un orificio de salida. ¿Corresponden a la trayectoria de ese disparo? Dependiendo del calibre y la distancia, ¿coinciden con el tamaño de orificio? ¿Y con la velocidad, dirección y forma particular de esas manchas? ¿El cuerpo se encuentra en su posición original? ¿Fue movido o la víctima se movió durante el período agónico? ¿El cuello presenta las improntas pre-mórtem características de una muerte por ahorcadura? ¿La lengua, cara y dedos presentan los signos tanatológicos habituales? ¿Se trató de una ahorcadura incompleta?
Son pocos los modos de morir que ocasionan una muerte violenta e instantánea. Lo que sabemos es que en el cuerpo se sintetiza la violencia con que fue tratado, incluso por el suicida. En el caso del suicida por arma de fuego, se da un fenómeno atípico el "espasmo de la mano del suicida", donde el dedo que dispara queda petrificado en la posición voluntaria previa a la muerte. Sólo ese segmento corporal permanece apretando el gatillo, el resto del cuerpo cumple con los tiempos de los fenómenos cadavéricos recientes normales hacia su descomposición. Las cuestiones matemáticas o químicas no se pueden simular.
Todo este trabajo investigativo que se desprende del punto de vista técnico forense toma en cuenta los indicadores de simulación que se observan en una escena de una muerte dudosa. Lo sorprendente, pero no concluyente, es que muchas veces existió un contacto previo entre el asesino simulador y su víctima.
Sorprende en el caso Nisman el pedido de un arma prestada para defenderse. Pero en caso de utilizarla en legítima defensa, ¿cómo iba a justificar este préstamo si se veía obligado a disparar? Este pedido revelaría que pensaba reaccionar luchando por su vida en caso de verse amenazado. La nota de compras para su empleada indica que proyectaba el futuro. La madre es una testigo clave, que recordará lo que en ese ambiente no estaba "como siempre".
La autopsia psicológica es una herramienta de las ciencias forenses utilizada en muertes equívocas. Reconstruye el estado psicológico del fallecido e investiga si tuvo parte activa en su muerte de modo directo o indirecto. Se ingresa en el domicilio y conoce su intimidad. Se investigan alacenas, cajones, mails, redes sociales, manuscritos, y se analizan cambios de lenguaje y trazos de escritura, libros que atesora, subrayados, mesa de luz, hábitos alimenticios y la basura para conocer de modo retrospectivo e indirecto su estilo de vida y preferencias. Es vital conocer si estaba sometida a estrés psicosociales, como problemas económicos, presiones familiares o laborales, situaciones angustiantes, duelos, adicciones, abandono, desengaño, historia de abuso de alcohol; si tenía familiaridad con métodos de muerte y otros factores.
Se entrevista al círculo social íntimo y extenso para conocer cómo era visto, su historia de vida y laboral, si notaron signos encubiertos o profecía autocumplida: "Celebren cuando no esté", regalar pertenencias de gran valor sentimental. Se incluye a compañeros de trabajo y profesionales de la salud que lo hayan tratado para descartar diagnósticos desconocidos.
No siempre un trastorno de personalidad es la razón de un suicidio. Existen otros precipitadores internos o externos. Cuando la autopsia psicológica no revela personalidad ni contexto suicida, nos acerca a la personalidad del asesino.
La autora es criminóloga, especializada en técnica de perfilación criminal
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