Incómodo y relegado de la toma de decisiones, Beliz volvió a activar su plan de salida del Gobierno
Lejos de la mesa de confianza del Presidente, el secretario de Asuntos Estratégicos quedó aislado; reactivó sus contactos internacionales tras la caída en desgracia del titular del BID
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Paso firme, mirada al piso. Silencio. Gustavo Beliz entra y sale de la Casa Rosada sin hablar. Ni siquiera levanta la vista. “¿Alguien sabe qué hace Gustavo?”, la pregunta se repite por los pasillos de la Casa Rosada. Todos los funcionarios que habitan Balcarce 50 levantan los hombros y muestran las palmas de las manos. Otra vez silencio. El interrogante que hace un año generaba interés, elucubraciones y hasta suspicacias, hoy ya no despierta curiosidad, aunque el secretario de Asuntos Estratégicos volvió a trabajar bajo el radar, prácticamente en secreto, para lograr su ansiada meta: presidir el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El secretario de Asuntos Estratégicos, quien durante los primeros dos años del gobierno de Alberto Fernández estuvo sentado en la mesa chica del Presidente, quedó lejos de la toma de decisiones. Dedicado casi con exclusividad al Consejo Económico y Social, institución de diálogo multisectorial que tiene por objetivo la conformación de acciones estructurales de largo plazo, Beliz perdió relevancia como hombre de consulta del jefe del Estado.
Beliz no está cómodo en el gobierno nacional. “No quiere estar donde haya quilombos”, describen fuentes oficiales. Es por eso que el exministro de Justicia volvió a “trabajar” para posicionarse nuevamente como aspirante a conducir el BID, un gran anhelo para Beliz –ya trabajó en la institución mientras vivió en Washington–, que mira con atención la caída en desgracia del actual presidente.
El estadounidense Mauricio Claver-Carone es investigado por mantener relaciones con una subalterna que vulnerarían el código ético de la institución y por malversación de fondos. El proceso podría durar entre tres y seis meses, pero el dato relevante es que Estados Unidos votó a favor de abrir la pesquisa. Con este escenario de debilidad, Beliz volvió a la carga por el cargo que perdió hace dos años ante el propio Claver-Carone, cercano al expresidente Donald Trump.
Todos estos movimientos son desconocidos para la gran mayoría de los funcionarios de la Casa Rosada. Ni siquiera el Presidente está al tanto de las intenciones de Beliz. “Nunca se sabe qué hace”, describen desde el primer anillo de confianza de Fernández, desde donde miran con desconfianza al ejército de asesores que designó y que copó gran parte del segundo piso de la Casa de Gobierno.
Pese a sus aceitados vínculos con los Estados Unidos –en algunos despachos oficiales miran con desconfianza la cercanía del secretario de Estado con el embajador en Buenos Aires Marc Stanley– y algunos organismos multilaterales de crédito, ni siquiera se mostró muy activo durante los últimos tramos de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Uno de los temas que genera divisiones dentro del oficialismo es el debate alrededor de la construcción de una cuarta central nuclear, Atucha III, con tecnología y financiamiento de China. Beliz se encuentra entre los que desaconsejan esta opción. Incluso actuó como enlace de la comitiva de 15 funcionarios que envió el presidente Joe Biden y que comandó por Ann Ganzer, subsecretaria de Política de No Proliferación del Departamento de Estado, quien advirtió, como contó LA NACION, “acerca de la calidad del control de seguridad de China”.
Beliz tampoco logró acercar posiciones entre su amigo el papa Francisco y el Presidente. El puente que ofrecía con el Vaticano quedó congelado hace tiempo. Su área de influencia es cada día más acotada, al igual que los resultados que presenta.
Los permanentes intentos por mantener un perfil hermético y distante se vieron dinamitados tras la gaffe que cometió el secretario de Asuntos Estratégicos hace 15 días, cuando anticipó en un encuentro del CES que el Gobierno preparaba un polémico proyecto sobre el uso de las redes sociales. “Vamos a profundizar los lineamientos centrales del uso de las redes sociales para el bien común”, dijo, y explicó que el objetivo es evitar que se deje “de intoxicar el espíritu de nuestra democracia”. Esa presentación provocó un airado rechazo.
Su aversión por los medios de comunicación, pese a su pasado como periodista, quedó nuevamente expuesto. Cada vez más encerrado y buscando una salida para dejar el Gobierno, es poco lo que queda de aquel regreso a la escena política nacional en el que se erigía como un primus inter pares con poder transversal a todo el Gobierno.
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