Incómodo, el Gobierno demoró la felicitación a Claudia Sheinbaum por su triunfo en México
A diferencia de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, la Cancillería esperó para saludar a la flamante presidenta, que hereda una relación de suma tensión de López Obrador con Milei
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En la noche del domingo, el contraste fue evidente. Mientras los expresidentes Cristina Kirchner y Alberto Fernández coincidían en su alegría por el triunfo de Claudia Sheinbaum en las elecciones presidenciales mexicanas, el presidente Javier Milei ignoraba esos comicios y se centraba en defender a su ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, complicada por la demora en el reparto de alimentos acopiados en Villa Martelli, en el conurbano bonaerense, y Tafí Viejo, en Tucumán. La Cancillería, en tanto, demoraba el comunicado de felicitaciones formales a la ganadora, con el argumento de que no contaba todavía con datos oficiales.
La incomodidad del gobierno libertario ante otro triunfo de un referente de la “Patria Grande” -en este caso, la sucesora de Andrés Manuel López Obrador- fue evidente en las horas posteriores al conteo. La confirmación de una mayoría de vecinos ubicados en las antípodas ideológicas (México se suma a Brasil, Colombia, Chile y Venezuela) fue tomada con resignación en la Casa Rosada y el Palacio San Martín, aunque se abre un compás de espera en el hasta ahora inexistente vínculo personal entre Milei y Sheimbaum. “Se va López Obrador, veremos ahora cómo se dará la relación, aunque son del mismo palo”, comentaba una alta fuente diplomática.
El comunicado, escueto, dice: “El Gobierno de la República Argentina saluda al Pueblo y al Gobierno de México por la jornada electoral llevada a cabo este domingo 2 de junio, al tiempo que extiende sus felicitaciones a la Presidente electa Claudia Sheinbaum. Al cumplirse 135 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, el gobierno argentino renueva su disposición para continuar desarrollando la agenda de trabajo bilateral”.
Durante la jornada de ayer, mientras se desarrollaba el proceso electoral en México (al que asistieron el expresidente Fernández, invitado por el partido oficialista Morena, y distintos exfuncionarios del kirchnerismo), la Cancillería sólo publicaba en redes sociales su congratulación por los 45 años del establecimiento de relaciones diplomáticas con Angola. El contraste en las delegaciones también fue notable: mientras figuras del kirchnerismo estuvieron en México, entre ellos los diputados Itai Hagman y Franco Metaza, además del expresidente, desde el Gobierno no llegaron figuras legislativas de peso.
El vínculo entre Milei y López Obrador, al igual que lo ocurrido con otros mandatarios de la región, transitó por momentos de tensión, siempre originados en declaraciones públicas que fueron subiendo el tono. “Que un ignorante como López Obrador hable mal de mí, me enaltece”, dijo el Milei en marzo, durante una entrevista con el periodista Andrés Oppenheimer, en la que también disparó contra el colombiano Gustavo Petro, contra Venezuela y contra la “isla-cárcel” de Cuba. Un mes antes, López Obrador había tildado de “facho” a su par argentino, y descartado de plano cualquier invitación oficial a su país de su parte, luego de que la senadora opositora Lilly Téllez invitara a Milei a visitar el Senado mexicano.
Curiosidades: mientras desde Morena asociaban a Milei con la candidata derrotada el domingo, Xóchitl Gálvez, la propia candidata se diferenció del presidente argentino luego del intercambio verbal con López Obrador. “No le permito a Javier Milei que hable mal del Presidente, de eso me encargo yo”, respondió Xóchitl Gálvez durante la campaña previa a las elecciones.
En cuanto al vínculo bilateral, y ya desde el inicio de su gestión, Milei y la canciller Diana Mondino tomaron la decisión de marcar un contraste con la afinidad manifiesta que López Obrador sostenía, al menos en los primeros años de su gestión, con el entonces presidente Fernández. Por esa razón, y con el cese en funciones del embajador y exministro kirchnerista Carlos Tomada, designó en su lugar a la diplomática de carrera María Gabriela Quinteros, que se desempeñaba como cónsul en la capital mexicana. La consigna de “no hay plata”, propiciada por el Presidente, se aplicó también en este caso, aunque la decisión de no tener un embajador político, como era Tomada, hablaba a las claras de las escasas expectativas que el Gobierno había puesto en ese vínculo.
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