Incomodidad en el Gobierno con la nueva conducción de la Corte Suprema
Desde el Ejecutivo relativizaron los efectos políticos del cambio y se concentraron más en criticar cómo se produjo su elección que en cuestionar al juez; el favoritismo por Lorenzetti quedó rápidamente archivado
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Más que el nombre, la forma. Ante la designación de Horacio Rosatti como presidente de la Corte Suprema de la Nación, distintas voces del gobierno nacional buscaron reducir el impacto de su elección con ese planteo. Hasta hace pocas semanas desde el oficialismo no dudaban en reconocer que se inclinaban por una posible vuelta de Ricardo Lorenzetti a la titularidad del máximo tribunal. Entonces, aunque reconocían un carácter “camaleónico” por parte del rafaelino, explicaban que lo veían como un “ordenador” del mundo judicial.
El punto fue reconocido entonces ante LA NACION por diversos actores del oficialismo, pero ayer, tras conocerse la votación que erigió a Rosatti, las distintas voces consultadas le bajaban el precio a la posibilidad de haber esperado la vuelta de Lorenzetti.
En ese sentido, fue donde la mayoría eligió enfocar las críticas no en el nombre elegido, sino en el modo en que Rosatti terminó siéndo designado, en una votación que no incluyó los votos del propio Lorenzetti y de Elena Highton de Nolasco, que se ausentaron.
“Es una Corte de cinco y el único voto que no es de ellos (en referencia también al de Rosenkrantz, que quedó elegido como vicepresidente) es el de Juan Carlos Maqueda”, consideró una fuente del Ejecutivo en referencia a que los tres votos que tuvieron fueron los de sí mismos y el del cordobés.
Sin embargo, nadie dudaba en afirmar que era “mejor malo por conocer que malo conocido”, como resumió otra importante fuente del Ejecutivo. “Rosenkrantz era amigo de la mesa judicial de Macri y Lorenzetti recibió con bombos y platillos a (el juez del Lava Jato, Sergio) Moro”, completó.
“Peor era Lorenzetti”, fue otra de las frases más repetidas hoy. Contra el clima imperante en las últimas semanas, señalaban que en realidad el rafaelino nunca había sido número puesto del oficialismo y explicaban a que se trataba del preferido de “otro sector de la coalición”, en referencia al massismo. Consultados por el tema, desde las filas del Frente Renovador aseguraban que “Massa no impulsaba a nadie. No opina sobre otro poder del Estado”.
Respecto del nombre de Rosatti, todos coincidieron en resaltar su trayectoria y formación, que incluye desde su foja como constitucionalista hasta su paso como intendente de Santa Fe y ministro de Justicia de Néstor Kirchner, entre otros puntos. Hubo hasta quienes lo calificaron de “intachable”, un reconocimiento poco común en la política y la Justicia. Así como también hubo funcionarios que celebraron su designación.
“Es un hombre de la política y más allá de quien lo haya nombrado (Mauricio Macri) es un peronista de Santa Fe, con todo lo que eso implica”, deslizó otro de los consultados. En ese sentido, ayer eran varios los que se ilusionaban con la posibilidad de que vuelva a haber diálogo con la Corte tras la relación tirante con el actual presidente, Rosenkrantz.
De hecho, el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Martín Soria, no mantuvo contactos con Rosenkrantz y, en un programa televisivo, lo criticó con dureza: “Es una mancha muy grande para el máximo órgano de la Justicia argentina”. Ahora que hay un nuevo nombre en la presidencia del tribunal no faltan quienes se preguntan qué hará Soria a partir del 1° de octubre, cuando asuma Rosatti. “Falta mucho todavía”, deslizan en el oficialismo.
El Gobierno tiene muchos motivos para mirar con atención lo que sucede en la Corte Suprema. Allí residen desde los planteos en torno de los casos que involucran a Cristina Kirchner, por sus causas de corrupción, hasta la batalla que se libra desde Balcarce 50 con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por la quita de la coparticipación. Es por eso que en la previe eran muchos los que se mostraban expectantes con una posible vuelta de Lorenzetti. Ahora, lejos de ese escenario, se habla del rafaelino casi como una “mancha venenosa”.
Por lo pronto, por los próximos tres años la Corte la presidirá Rosatti. Aunque varios funcionarios del Gobierno lo conocen de sus pasos por la política y el peronismo, Rosatti constituye un misterio para muchos respecto de cómo puede terminar fallando, tal como resumió una fuente ante LA NACION.
A la hora de escrutar al nuevo presidente de la Corte, recuerdan que abandonó el gobierno de Néstor Kirchner, cuando Fernández era jefe de Gabinete, dando un portazo, porque dijo que no le gustaban los precios establecidos en una licitación para la construcción de cárceles. Y que llegó al máximo tribunal de la mano de Mauricio Macri, aunque más tarde este diría que se había “arrepentido” de nombrarlo.
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