Incertidumbre en el Senado por cómo reaccionará la tropa de Cristina Kirchner tras su autoexclusión electoral
Algunos creen que puede derivar en una suerte de libertad de acción ante los pedidos del Gobierno
- 5 minutos de lectura'
Como una mancha de aceite en el agua, la incertidumbre se esparce por varios despachos oficialistas del Senado desde que Cristina Kirchner dijo que no será candidata a nada el año próximo. La gran duda pasa por saber cómo reaccionará su tropa de leales en la Cámara alta hasta el final del mandato de Alberto Fernández y por cuánto tiempo seguirá vigente la tregua con Sergio Massa, que se traduce en el silencio con el que la vicepresidenta le ha dado luz verde a varias de las medidas adoptadas por el Ministro de Economía.
La sola idea de que la vicepresidenta se haya declarado “prescindente” de la carrera electoral del peronismo para el año próximo genera caras de escepticismo en el Frente de Todos, pero también el temor en algunos legisladores oficialistas de que el anuncio sea tomado como una suerte de libertad de acción para su tropa ante los pedidos legislativos del Poder Ejecutivo.
Además, son pocos los oficialistas que creen que Cristina Kirchner se irá a su casa el 10 de diciembre de 2023, como dijo en el momento culminante de la catarsis pública que realizó el martes último después de confirmar que había sido condenada por corrupción en la denominada causa Vialidad.
“No se lo cree nadie. Se irá a su casa, pero va seguir manejando al peronismo como lo viene haciendo desde 2019″, opinó un senador kirchnerista de paladar negro. “Que nadie se crea que podrá ser candidato sin la venia de Cristina”, agregó en tono desafiante.
Ese control del peronismo desde las sombras que le reconocen sus seguidores a la vicepresidenta se traduce sin ambages a su tropa legislativa, siempre dispuesta a cumplir a rajatabla con las estrategias de Cristina Kirchner.
La mesa de arena del kirchnerismo se ubica en el primer piso del Senado, donde se encuentra el despacho de la presidencia del Senado. Ese lugar se ha convertido en los últimos dos meses en una suerte de Puerta de Hierro al estilo Siglo XXI en las sombras, aunque cada vez con menos disimulo, del peronismo. Desde ministros de indudable raigambre K, como el jefe de la cartera política, Eduardo De Pedro; hasta el propio Massa, pasando por gobernadores e intendentes, se acercan al menos una vez por semana para escuchar las ideas de la vicepresidenta o pasarle el parte de las próximas medidas que se tomarán en el Gobierno.
De hecho, un buen termómetro de la temperatura política que se vive en la coalición oficialista lo da la cantidad de autos oficiales estacionados sobre la calle Hipólito Yrigoyen, frente al acceso de legisladores a la Cámara alta.
Una de las que más ha trajinado en los últimos tiempos los pasillos del Congreso para recibir instrucciones de Cristina Kirchner ha sido la massista presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau. Casi no hay día de la semana que no se la vea a la legisladora cruzar, en soledad, sin custodia, los casi 200 metros que separan su despacho del de la vicepresidenta.
En una de esas visitas al Senado fue que Moreau recibió la directiva de sumar a la Cámara de Diputados a la decisión de Cristina Kirchner de escalar su conflicto con la Corte Suprema de Justicia por el Consejo de la Magistratura. El oportuno fallo del juez contencioso administrativo Martín Cormick, de innegables lazos con La Cámpora, que invalidó de manera extemporánea la designación de la diputada radical Roxana Reyes fue la orden de partida para que la jefa de la Cámara baja suspendiera la designación de los cuatro representantes de Diputados. Esta decisión fue el lastre definitivo que terminó por paralizar al órgano encargado de seleccionar a los jueces.
Esa decisión fue tomada por Cristina Kichner en consulta con sus leales en el Senado -Oscar Parrilli, Juliana Di Tullio y Anabel Fernández Sagasti, entre otros-, el mismo 8 de noviembre en el que la Corte invalidó y cuestionó en duros términos la maniobra que había pergeñado en abril, cuando dividió el bloque del Frente de Todos en el Senado, para quedarse con tres de los cuatro escaños del Senado en el Consejo.
La buena letra de Moreau ante las instrucciones de Cristina Kirchner anticipa que, al menos por ahora, las medidas que impulse Massa, como la ley de prevención y persecución del lavado de activos y financiación del terrorismo, no encontrarían un obstáculo en el kirchnerismo del Senado. Claro, primero deberán sortear el clima de ruptura irreparable que parece imperar en Diputados desde que la presidenta del cuerpo se plegó a la pelea K con la Corte Suprema.
Sin embargo, a nadie escapa que en la Cámara alta la vicepresidenta ha forjado en los últimos tres recambios del cuerpo una tropa que hoy tiene la mayoría en el Frente de Todos, son más de la mitad de los 35 legisladores que tiene el PJ, y que podría convertirse en el principal núcleo de resistencia kirchnerista ante un eventual regreso al llano de la oposición en diciembre del año próximo.
“No me tranquiliza para nada leer los tuits de personajes como (César) Milani, llamando a la violencia política; me da miedo de sólo pensar cómo se traduciría eso en el Senado”, le dijo a este diario un senador peronista que no suele comulgar con las políticas y estrategias de la tropa kirchnerista.
La incertidumbre se agrava cuando se toma en cuenta que al frente del interbloque oficialista quedó la ultrakirchnerista Fernández Sagasti. “Al menos José se preocupaba por trasladar nuestras quejas o planteos, aunque después tuviera que cumplir las órdenes de Cristina; Anabel sólo cumple órdenes”, explicó otro senador peronista, sin disimular que extraña al presidente del interbloque oficialista, José Mayans. El formoseño está ausente de la Cámara alta desde hace dos meses por un grave problema de salud que ya ha superado, pero se espera que recién le permitirá retomar en febrero del año próximo sus actividades en el Congreso.