Iguazú: la ciudad que vio nacer al Mercosur hoy es sinónimo de contrabando, atraso y largas colas
En 1985 Raúl Alfonsín y José Sarney sentaron allí las bases para el bloque que nació 6 años después; hoy la ciudad brilla por el contrabando de vino, nafta y las dificultades para circular libremente
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Puerto Iguazú y su localidad vecina, Foz, es el sitio donde nació el Mercosur cuando un 29 de noviembre de 1985, hace casi 38 años, los entonces presidentes José Sarney y Raúl Alfonsín firmaron la Declaración de Iguazú. Sentaron allí las bases para la integración de dos países que hasta entonces tenían hipótesis de conflicto bélico.
Ese día también se inauguró el puente internacional Tancredo Neves, en honor al presidente brasileño que falleció antes de asumir, justo en el regreso de la democracia al país vecino tras largos años de dictadura. Se trata del viaducto que hoy vincula a Foz y Puerto Iguazú. Hoy, en Iguazú, el canciller Santiago Cafiero abrirá la Reunión Ordinaria del Consejo Mercado Común (CMC) del Mercosur, con la presencia de los jefes de la diplomacia de los cuatro Estados parte y Bolivia, como antesala a la LXII Reunión del Consejo del Mercado Común y Cumbre de Jefes y Jefas de Estado del Mercosur y Estados Asociados que se desarrollará mañana.
Las promesas de prosperidad económica y bienestar a partir de la integración regional nunca se concretaron en la ciudad de Puerto Iguazú, una localidad -casi un pueblo- notablemente relegada respecto a sus ciudades vecinas de la Triple Frontera: la paraguaya Ciudad del Este y la brasileña Foz.
“Cuando uno ve el desarrollo de las otras ciudades de la triple frontera se quiere matar”, dijo hace dos semanas Horacio Rodriguez Larreta en una gira de campaña, mientras miraba en el hito Tres Fronteras el imponente puente de la Integración, que pasa literalmente en la cara de los turistas que visitan el lado argentino.
Se trata del segundo puente que une a Foz con Ciudad del Este (el primero es el de la Amistad, inaugurado hace 54 años). Increíblemente aún no hay un viaducto que vincule a la Argentina con Paraguay.
Otra promesa del Mercosur que no se verifica en Iguazú, ni en el resto de una provincia de frontera por excelencia como Misiones, son las engorrosas colas y demoras para cruzar a los países vecinos.
Mientras el Mercosur prometía libre tránsito de bienes y personas, el puente Tancredo Neves que inauguraron Alfonsín y Sarney, y que es el segundo paso fronterizo de la Argentina después del aeropuerto de Ezeiza, suele tener colas con demoras de 3 y 4 horas por los tediosos trámites que realiza Migraciones del lado argentino.
Sin que se busque una solución para agilizar el tránsito vecinal fronterizo. En cambio, paraguayos y brasileños entendieron que la libre circulación de bienes y personas es la clave para el desarrollo de sus ciudades y no solicitan trámites de Migraciones a quienes van y vienen en el día de una ciudad a la otra.
“La ley Argentina es muy clara y no nos permite no controlar”, dijo a LA NACIÓN, la titular de Migraciones, Florencia Carignano, en agosto pasado, consultada sobre la posibilidad de agilizar estos trámites que restan visitantes (y desarrollo económico) a Iguazú.
Corredor turístico
Los comerciantes, hoteleros y gastronómicos de la localidad hace tiempo que propusieron un corredor turístico.
“Para agilizar el tránsito vecinal fronterizo, que no se hagan los controles tan engorrosos y se eviten las demoras en el puente que espantan a los turistas”, señaló a LA NACION, Jorge Antonio, empresario gastronómico dueño de dos de los principales restaurantes de Iguazú y miembro de Asociación Hotelera y Gastronómica y Afines de Iguazú (Ahgai).
Antonio también fue el gerente del hotel Sheraton (hoy Meliá), donde se desarrollará la cumbre de Presidentes. Pero mientras los líderes políticos hablan de integración, en Iguazú nadie se hace ilusiones con que esas conversaciones puedan tener un impacto real.
Misiones es una provincia que durante los años 90 se ilusionó mucho con sacar partido de su ventaja estratégica, prácticamente una isla inserta entre Paraguay y Brasil.
Ahora, en cambio, las autoridades misioneras cambiaron el enfoque y le están pidiendo al gobierno nacional que le otorgue el estatus de zona aduanera especial, para poder exportar bienes y servicios a la región con menos impuestos y mayor competitividad.
Sergio Massa, un gran aliado del gobierno de la Renovación misionera, podría dar señales en esta Cumbre de esa concesión a Misiones. En la tierra colorada hay más expectativa por lo que diga y haga el Ministro de Economía que el resto de los presidentes del bloque.
Pero mientras espera novedades, la provincia hoy es el epicentro del contrabando, de soja y vino a Brasil, y de nafta a Paraguay, principalmente. Todo impulsado por una brecha cambiaria que hace muy atractivo a paraguayos venir a comprar nafta y llevarsela en bidones.
Todo aquel que tenga dólares, guaraníes o reales, los hace valer (ni siquiera es necesario cambiarlos) a un valor “blue”. Es decir, compra con dólar a 500 pesos, con precios que se establecen con un dólar oficial, como la nafta.
Mientras los presidentes de bancos centrales y ministros de Economía debatan en los confortables salones del Meliá, frente a la Garganta del Diablo, las posibilidades aún muy remotas de una unificación monetaria, cientos de paraguayos, argentinos y brasileños se lanzarán al contrabando aprovechando las diferencias cambiarias que siempre inclinan la balanza, por más promesas de unificación.
Incluso en junio del año pasado tuvo que venir a Iguazú, Pablo González, el presidente de YPF, para pedirle a la Gendarmería y a la Prefectura que extremara los controles para evitar la “fuga de nafta” a Paraguay y Brasil.
La Aduana emitió ayer un comunicado contando el caso de un paraguayo que cruzó en la lancha que sale del puerto de Iguazú, cerca del Hito Tres Fronteras, hacia la paraguaya Puerto Franco (contigua a Ciudad del Este). El hombre respondió a la consulta del aduanero que no había comprado nada, y le terminaron descubriendo 300 botellas de plástico cargadas con nafta.
Un pequeño ejército de paraguayos, argentinos y brasileños se rebuscan como pueden con las diferencias cambiarias y la Triple Frontera, mientras los políticos siguen debatiendo una integración y libre circulación de bienes y personas que, al menos por acá, ya nadie se toma muy en serio.
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